Rafael Boiero es un joven productor de 32 años que maneja un campo familiar chico, de 125 hectáreas, en Villa María, Córdoba. Al predio lo tiene bien estudiado: busca agregar tecnología para mejorar la calidad del suelo y su productividad.
Boiero dice que, a pesar de que “se vive con incertidumbre, el sector siempre apuesta, le busca la vuelta para seguir produciendo y generando. Si bien no tenemos el mejor ánimo para inversiones, se busca siempre seguir produciendo, trabajando y crecer”, enfatiza.
En esa búsqueda de alternativas optó por incluir el triticale en su estrategia de siembra. Se trata de un grano que surge del cruzamiento del centeno, que le aporta rusticidad, y del trigo, que le aporta calidad forrajera. Rafael recurrió a el como cultivo de servicio para darle cobertura al suelo y así poder mejorar su calidad, aportándole nutrientes.
Según esta nota del sitio Infoagro, el triticale fue creado por fitogenetistas y es el primer cereal hecho por el hombre. “En muchos de los ambientes ecológicos menos favorecidos del mundo, el triticale ofrece una doble esperanza: El rendimiento y la calidad nutritiva entre otras características de importancia son iguales o superiores a las del trigo; y presenta buen desarrollo en suelos pobres así como resistencia a las plagas y enfermedades típicas del centeno”, si dice en la crónica.
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Además del triticale, el productor incluye otros cultivos de servicio, como la vicia o el centeno. Así es que pudo disminuir el uso de agroquímicos y bajó costos de una actividad que viene con márgenes ajustados, porque más allá de la mejora de precios de la soja y el maíz de las últimas semanas, ya se prevé que la seca reducirá los rindes agrícolas en esta campaña.
“Las mejoras que se logran son a largo plazo, hay que ir ajustando el sistema. No es en el primer año que se ahorra en agroquímicos pero lo que se busca es el largo plazo y la rotación”, explicó el agricultor sobre la decisión de incorporar los cultivos de servicio o de cobertura.
En su campo hay 40 hectáreas sembradas con ese cultivo, más otras 30 de vicia con centeno, 70 de maíz de segunda y 55 hectáreas de soja.
Este joven chacarero, que es miembro de la regional Aapresid de Villa María, explicó que el uso del triticale tiene al menos dos propósitos. Por un lado, la cobertura del suelo para regenerar la materia orgánica y evitar la pérdida de nutrientes. Pero a la vez sirve como forraje, ya que cuando el cultivo está maduro le echa las vacas para el pastoreo.
En cuanto a la productividad del triticale, Rafael cuenta que “un rinde promedio va de los 20 a 30 quintales y llega a 40 quintales en los mejores ciclos. Pero en este atravesamos una seca histórica y por más que se esté regando el cultivo, se ven las condiciones desfavorables”, aclaró.
El momento de siembra, explicó Boiero, arranca a fin de mayo si el destino es el grano. En ese caso se cosecha en noviembre. Pero si la idea es usarlo como pastura, la implantación comienza un poco antes, en marzo o abril.