La sociedad argentina está llena de problemas. La agricultura argentina también los tiene. A partir de esta definición, se hace difícil entender que no existan puentes entre los productores rurales con la política y el resto de la sociedad. Antonio Aracre, director general Syngenta para Latinoamérica Sur, es un convencido de que desde los lugares que cada uno ocupa en lo social y empresarial siempre hay que arrimar diálogo y posiciones con el poder político, y que no por ello uno debe ser tildado de fanático de tal o cual partido.
En octubre de 2019, Aracre recibió todo tipo de críticas de muchos productores por haber estado presente en un acto en el cual Alberto Fernández, aún candidato a presidente pero ganador en las PASO, lanzaba un plan contra el hambre. En aquel momento el ejecutivo había propuesto donar el 1% de la facturación de las empresas del sector agrícola como estrategia para combatir el hambre que aún -e insólitamente- afecta a parte de la población, en especial a muchos chicos.
-¿Qué sentiste en ese momento frente a tantos insultos?
-Te sentís un poco abrumado cuando vos no sos del palo mediático ni tampoco tan fuerte en las redes sociales. Esta cosa de sentir el bullying por todos lados. Pero después te das cuenta que es parte del juego. Por otro lado, no me sorprende, porque la sociedad está muy dividida y hay sectores muy reaccionarios. En las redes las cosas se amplifican mucho. Entonces, de repente tenés 10 o 20 que te insultan, y te parece que la sociedad entera te está insultando- respondió Aracre en diálogo con Bichos de Campo.
“El año pasado publiqué un artículo en Linkedin sobre cómo se podría trabajar para mitigar la cuestión del hambre que titulé ‘El hambre que nos avergüenza a los argentinos‘, porque si hay algo que no debería pasarle a este país es que sus compatriotas tengan hambre. Surgió a raíz de una discusión en la UBA, donde doy clases”, comentó sobre aquella invitación el directivo de Syngenta.
Esta semana el CEO local de Syngenta volvió a reunirse con Alberto Fernández, ahora convertido en presidente. Según su relato, hablaron muy poco de los temas de interés de la empresa agrícola que desde 2016 adquirió la estatal ChemChina. Cómo cerrar la grieta y comenzar a resolver los problemas pendientes del agro fue nuevamente el tema central de la conversación que se extendió por más de una hora.
Mirá la entrevista a Antonio Aracre:
– ¿Cómo resuelve uno los conflictos si no se acerca a la política?
-Hay distintas maneras de aproximarse a la política. Que yo esté en la actividad empresaria, no significa que no me tenga que vincular con el sector político, porque los empresarios tienen la responsabilidad de contribuir a soluciones para la gente y no solamente hacer negocios. Ahora, tampoco el hecho de ir a una reunión con el presidente o con un ministro para discutir ideas acerca de cómo salir de determinadas encrucijadas significa que estés incursionando en política, sino que considerás que después de 30 años de estar laburando en un determinado sector, tenés algo de conocimiento y experiencias para aportar desde una mirada empresaria que no será la única. Pero al menos llevás algo para aportar. A mi me parece más valioso eso que el que se queda recluido en su escritorio.
-¿Le encontraste provecho a esta nueva reunión con el presidente?
-Le encontré mucho provecho desde muchos lugares. Fue una reunión sorpresivamente larga; estuvimos más de una hora y media hablando, y en ese intimidad vos lográs conocer a la persona y no sólo la mirada presidencial, el humano detrás de la investidura. En esa individualidad descubrí una persona cordial y con escucha.
-¿Y tuviste chances de ofrecerle tus miradas?
-Yo le dije que el peronismo no puede estar peleado con el agro. Porque si hay un sector que genera producción, trabajo y divisas es el agro, y el peronismo se define como un partido que valora la producción; entonces no puede haber grieta entre peronismo y agro. Eso, de alguna manera, lo tienen que resolver. Y lo que siempre produce esa grieta son las retenciones. Fijate que la 125 es lo que generó esa mirada completamente divorciada. Por eso le dije, si pudieran dejar de lado las retenciones y poner la mirada en otros temas, por ejemplo, la sequía. Hace años que la Argentina tiene que desarrollar modelos de seguros climáticos potentes como los que hay en Estados Unidos, para que el productor no se resienta tanto con los cada vez más complicados eventos. Hay que poner gente a trabajar y tal vez generar algún apoyo o subsidio para que más productores puedan acceder.
-¿Qué otras cosas pudiste acercarle al presidente?
-La otra cosa que le comenté que sufre mucho el sector es toda la judicialización anárquica en torno a la aplicación de fitosanitarios. No puede ser que un juez en Concordia diga que, para hacer producción agropecuaria tenés que tener 3 mil metros de distancia, mientras que otro en Córdoba diga que con 300 metros alcanza. El productor necesita un marco regulatorio más coherente, más científico, y que no sienta que está cometiendo un pecado en la localidad donde se asienta.
-Es que mucha de la saña hacia los productores surge de esto, de que alguien los acusa de algo grave. Resolver la demonización de los productores por el tema agroquímicos es una deuda de la política
-Eso es lo que genera más grieta entre lo urbano y lo rural, y eso es lo que en parte intentamos romper; vos desde el periodismo y yo desde la actividad empresaria. Hay que tratar de acercar esos mundos que a veces parecen no comprenderse. También le comenté al presidente que deberíamos pensar en cómo incentivar la producción sustentable y que hoy no parece tener tanto premio. Tal vez buscar un modo para que esos productores que respetan rotaciones y el suelo, puedan acceder a una línea de financiación más blanda, a través de convenios entre las empresas y los bancos. Sería un premio a la sustentabilidad.
-¿Y Alberto te escuchaba?
-Me escuchaba y le interesa, y no creo ser el único que le acerque estas cosas, pero sí me parece que, en la medida en que seamos más los que le llevemos estas ideas, van quedando en ese rumiar que hacemos los días subsiguientes, y quizás se puedan plasmar. Hace poco tuve una reunión con Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados, y de hecho fue él quien promocionó este encuentro con Alberto, y me comentó que ellos están trabajando en una ley de promoción de la actividad agroindustrial.
-Es un poco el doble juego. Por un lado Massa desde la política y por el otro el Consejo Agroindustrial tratando de hablar de lo mismo, de cómo promovemos las exportaciones y el valor agregado.
– Viste que yo soy un apasionado del tema de la propiedad intelectual, de la ley de Semillas y de la cantidad de inversiones que no vienen. Hay 3 mil multiplicadores en todo el país, que producen un 20% de lo que podrían producir en semillas de soja y trigo, y sin un tratamiento profesional adecuado, porque no existe ese mercado. En la medida en que exista una compra de semillas fiscalizada más abarcativa en los cultivos de soja y de trigo, esa industrialización en el mercado se multiplicaría generando puestos de trabajo e inversiones en maquinaria. Que, en lugar de incursionar en toda una lógica punitiva, se pongan sobre la mesa incentivos fiscales para los que compren semillas fiscalizadas. Hoy esto se ve en la educación, los pibes funcionan mucho más en base a zanahorias que a castigos.
-Ahora, ¿Vos decís que hay marco para establecer una agenda así? Porque muchas veces es el propio sector el que no abre espacio a estas discusiones proactivas, impugnando la posibilidad de diálogo…
-Yo siempre digo que el diálogo se empantana con los fundamentalistas de un lado y del otro. Hay que comprender que esos lados son minoritarios, y quienes tenemos responsabilidad dirigencial, desde las empresas, desde lo productivo y lo gubernamental, tenemos que hacer caso omiso a esos extremos y sentarnos a pensar en cómo salir adelante promoviendo cosas que nos sirvan a todos.
-Recuerdo que Syngenta fue adquirida por una empresa china. Hay intereses y por eso me pregunto: ¿Qué sabrá Aracre de los chanchos chinos?
-No es mi especialidad, pero tocamos el tema con el presidente. Yo soy el CEO local de una empresa china, país que hace 4 meses pasó a ser el socio comercial número 1 de la Argentina, desplazando a Brasil, y esto va a ir creciendo, porque hay una complementariedad estratégica, lógica y casi inevitable. Tenemos una población relativamente chica con un enorme excedente exportable, mientras que China tiene una producción muy chica para la cantidad de población que tiene. Hay que acelerar ese aprovechamiento, porque en la pandemia económica argentina, el denominador común es la escasez de dólares, y los argentinos los sobrevolaramos como una moneda de resguardo por la historia inflacionaria. Argentina necesita sí o sí un sobrante de dólares que tranquilice a los operadores y a la población. La única forma es exportando más. Importar menos no es la solución.
-Y ahora viene el ataque de pánico frente a la posibilidad de crecimiento…
-Es que no puede ser que ahora entremos en otro debate del cuidado del ambiente y del sufrimiento de los cerdos. Busquemos el modo de hacer una producción segura y sustentable, y de que los cerdos no sufran, pero no matemos cada oportunidad de crecimiento y de generación de empleo, porque así como tengo empatía por el sufrimiento animal, más empatía tengo por los millones de pibes que están por debajo de la línea de indigencia.