Hace varias semanas ya que el problema de los incendios en el delta del Paraná se coló en una agenda copada por el coronavirus y la crisis económica. La cuestión fue perdiendo estado mediático, pero el fuego siguió haciendo daño y afectando recursos naturales y productivos. Lo que quedó claro es que son pocos los que entienden y pueden explicar lo que está pasando con el fenómeno del fuego. También que los funcionarios no estaban empapados de la cuestión o por lo menos así lo sienten los productores.
“El problema principal que vemos los productores es la carencia total de empatía que tiene el gobierno nacional respecto de la gente que vive en las islas, porque enseguida le echan la culpa a los productores diciendo de se trata de prácticas ancestrales que llevan a prender fuego, lo que es erróneo”. afirmó Eduardo Grimaux, el presidente de la sociedad Rural de Victoria. Esa ciudad de Entre Ríos queda en el otro margen del Paraná, enfrentada a una Rosario que muchas veces se vio inundada de humo.
Escuchá la entrevista al dirigente agropecuario entrerriano:
Grimaux explicó que estos persistentes focos de incendio no se originaron por la quema de pastizales, como se dijo desde diversos sectores, ya que no es época para esa práctica cultural que suele realizarse entre septiembre y noviembre de cada año, entrada la primavera.
Las quemas, explicó el ruralista, se realizan “cuando los días son más largos y llueve, y se apunta que el pasto se regenere y haya pasto nuevo y verde. Pero este año las quemas empezaron a aparecer en julio, en plena seca”, remarcó.
El dirigente rural agregó que hay más de 10 mil hectáreas afectadas por el fuego y dijo que “no es un fenómeno que se va a terminar” pronto, por diferentes cuestiones entre las que señaló:
- “A las escasas precipitaciones y las heladas de alta intensidad, ya que en julio hubo días de hasta menos 7 grados y todo lo que podía estar verde se secó”.
- “La bajante del río que generó resaca en la costa”. Se trata de basura que deja el río cuando se retira y que incentiva la intensidad del fuego.
- La falta de lluvias continúa, y “las lagunas internas y riachos se secaron y no están los cortafuegos naturales”.
- “La disminución de la cantidad de hacienda en las islas, entre otras cosas por la falta de control del abigeato”
- “El incremento del turismo en la zona, de gente que va a cazar y hace un asado que cree que apagó el fuego, cuando no es así”. En este punto Grimaux explicó que las plantas en la zona sueles tener hasta un metro de profundidad y que quienes hace fuego en la zona sólo pueden apagar la parte superficial.
El dirigente rural finalmente argumentó que ni el productor, más allá de que pueda haber algún irresponsable, ni los isleños prenderían fuego en la zona en estas condiciones climáticas y geográficas. “Es irracional pensar eso porque sabe que si prende fuego, en estas condiciones no se va a apagar”.