El canciller Felipe Solá debe haber recordado sus días como secretario de Agricultura en los años 90, cuando implementó programas de promoción de exportaciones como el viejo Promex. En las últimas horas un extenso informe con las oportunidades comerciales para los productores de alimentos que los equipos de la Cancillería detectó en 93 países de todo el mundo.
Bichos de Campo solicitó el documento completo para compartirlo con sus lectores:
Descargar el informe de Cancillería sobre los Mercados Agroalimentarios
Para presentar el trabajo, que recomienda diversos productos alimenticios para vender país por país, Solá reunió a representantes de 64 cámaras empresariales.
El ministro de Relaciones Exteriores explicó que el trabajo fue producto de un relevamiento realizado por las distintas representaciones diplomáticas de la Cancillería argentina, buscando oportunidades comerciales para las exportaciones en el marco de la pandemia de Covid-19.
La mayoría de las oportunidades a explorar corresponden a cereales y oleaginosas, aceites vegetales (soja, girasol, oliva), carnes (bovina, aviar, porcina), frutas frescas, frutos secos, productos de la pesca, lácteos (leche, leche en polvo, quesos), harinas, vinos, yerba mate, golosinas y preparaciones alimenticias.
En una primera etapa, la Cancillería marcó como prioritarios 62 mercados en 10 regiones. Para cada mercado destacado en esta primera etapa se anexó una priorización de hasta cinco productos que tienen potencial exportable. Para cada mercado se ha destacado en esta primera etapa una priorización de hasta 5 productos que tienen potencial exportable. Este es el ejemplo de Angola:
“Esta crisis sanitaria afectó la producción y el consumo de alimentos, y eso conlleva problemas y oportunidades, acá estamos destacando las oportunidades ”, expresó el ministro. Solá detalló que podría tratarse de “los productos básicos, agrícolas, anuales o cultivos perennes, agroindustria, etcétera, unido a todo lo que tenemos nosotros como inteligencia para exportar, que es muy grande”.
Como agrónomo que finalmente es, Solá pidió dejar de lado la discusión sobre si hay que exportar materias primas o productos elaborados. “Los productos primarios tienen enorme valor agregado; tienen genética, inteligencia, agrónomos, industria química”, enfatizó.
“El problema no es si tienen o no valor agregado, si son industria o no. El problema es que son los de más bajo valor. Hay mucho valor agregado pero un valor bajo. Entonces tenemos que avanzar hacia productos de mayor valor. Hay que partir de un cambio de mentalidad para que las exportaciones argentinas de origen agroindustrial exploten”, señaló el Canciller.
La mayoría de las oportunidades a explorar corresponden a cereales y oleaginosas, aceites vegetales (soja, girasol, oliva), carnes (bovina, aviar, porcina), frutas frescas, frutos secos, productos de la pesca, lácteos (leche, leche en polvo, quesos), harinas, vinos, yerba mate, golosinas y preparaciones alimenticias.
El secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme, coincidió que los retos consisten en buscar el modo de “agregar mayor valor, conseguir mayores precios del producto, diversificar nuestra oferta exportadora, que es un gran tema, porque nosotros no tenemos una nave insignia de las exportaciones”.