Si a esta altura muchos en el gobierno estarán pensando que la intempestiva intervención de la aceitera Vicentín fue “una metida de pata”, ya que se acumulan las reacciones adversas y las cosas podrían complicarse en el Congreso o la Justicia, bien vale detenerse unos segundos en otro pifie cometido por Alberto Fernández en los últimos días. Fue durante su visita a la provincia de La Pampa, donde visitó un frigorífico.
Un periodista local, con habilidad, le preguntó a Alberto si finalmente su gobierno iba a permitir el reclamado acceso de carne con hueso de ese origen (el famoso “asado pampeano”) hacia las provincias patagónicas. El presidente pisó el palito y dijo que sí, pero evidentemente confundió la Barrera Sanitaria Patagónica que implementó desde los años 90 el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) con una aduana interna montada por la provincia de Río Negro, en el marco de la pandemia por el coronavirus.
Ni el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, ni ninguno de los funcionarios provinciales presentes en esa conferencia de prensa corrigieron en el momento al primer mandatario, que nunca se dio cuenta del gafe. Tan confundido estaba Alberto que incluso confundió la Barrera Sanitaria del Río Colorado que busca preservar a la Patagonia como región libre de fiebre aftosa sin vacunación con una suerte de aduana interna entre dos provincias: La Pampa y Río Negro.
-¿Hay chances de que su gobierno pueda revisar esta situación?- le preguntó un periodista local al Presidente de la Nación, luego de recordar que La Pampa reclama hace años poder enviar carne con hueso hacia las provincias más sureñas, donde el asado (precisó el cronista), llega a valer 500 pesos por kilo, contra los 300 pesos que se cobran por ese corte vacuno en La Pampa.
-Es un tema que me excede, evidentemente la barrera la ha puesto la provincia. No la ponemos nosotros. Lo que me comprometo es a hablar con la gobernadora…-contestó Alberto en referencia a la rionegrina Arabela Carreras. En realidad, la Barrera Patagónica sí es una decisión de la órbita nacional, y corresponde al Senasa.
Pero luego de la confusión inicial, el Presidente miró hacia sus costados pidiendo ayuda, y el gobernador de la Pampa le confirmó lo que piensan ellos sobre esta decisión de política veterinaria: “Es una barrera comercial”. Esta validación envalentonó a Alberto, que prolongó su respuesta criticando la existencia de aduanas internas y enmarcando estos frenos al ingreso de asado pampeano a la Patagonia dentro de las restricciones que han impuesto diferentes provincias durante la cuarentena por el coronavirus.
Carne “patagónica” en Japón: La noticia no es a dónde llegó sino desde dónde viene
El presidente venía de recorrer junto con el gobernador Zillioto, la sede del frigorífico Carnes Pampeanas, perteneciente a la empresa Cresud, para luego brindar esta conferencia de prensa.
Por supuesto, como cada vez que los pampeanos insisten en poder penetrar con sus costillares bovinos la barrera antiaftósica, los productores de Río Negro, Chubut y Santa Cruz saltaron como leche hervida. Y es que esa barrera sanitaria no solo les permite tener el mercado cautivo de la carne con hueso (lo que efectivamente suele redundar en un precio más elevado para ese corte que en el norte), sino que les permite exportar carne ovina y vacuna a mercados muy exigentes en materia sanitaria. Por ejemplo, el año pasado se concretó la primera exportación de la historia de carne desde la Patagonia a Japón.
“La reciente visita del Presidente de la Nación a un frigorífico pampeano y sus posteriores declaraciones planteando dudas sobre la circulación de carne entre provincias, y ha generado una enorme preocupación en los productores patagónicos, que con gran esfuerzo han mantenido sanitariamente la región patagónica fuera del flagelo de la fiebre aftosa”, afirmó un comunicado de los ruralistas patagónicos, que exageraron la reacción.
Los dirigentes agropecuarios sureños recordaron que “desde hace tiempo y sin razones técnicas que la acompañen, se intenta la introducción de carne con hueso (en cualquiera de sus formas) desde el norte del país hacia el sur, comprometiendo así la seguridad sanitaria y el riesgo del cierre inmediato de los mercados que solo reconocen a la Patagonia como libre de fiebre aftosa y sin vacunación”.
“Es probable que al Presidente le faltara información precisa y de allí fundara sus dudas. Sin embargo, lo que nos preocupa es el silencio de los organismos técnicos (Senasa) y el propio Ministerio de Agricultura, que debieron a nuestro entender brindar las explicaciones que sustentan esta situación, y que permite que más de un tercio del territorio argentino no tenga fiebre aftosa”, añadió el pronunciamiento de loa patagónicos.
Reiteró este sector que: “No se trata de la existencia de aduanas interiores ni fronteras, se trata de estados sanitarios diferentes, que deben ser celosamente sostenidos hasta tanto el resto del país alcance la condición de libre de aftosa sin vacunación”.