Natalia López Castro es docente investigadora del Instituto sobre Economía y Sociedad de la Argentina Contemporánea (IESAC) de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) e investigadora asistente del Conicet. Hace años que se dedica a estudiar la situación de la denominada agricultura familiar. “Mi trabajo ha sido reconstruir las historias de vida de productores familiares y cómo fue el derrotero que les siguió en los últimos 30 a 40 años, especialmente en el sudoeste de Buenos Aires”, contó a Bichos de Campo.
Para López Castro, a este tipo de productores hace 60 años se los viene expulsando del medio rural. “Es un proceso que inició lento en la década del ´60 y desde entonces nunca se detuvo. No tuvo la misma dinámica a lo largo de todo el tiempo pero entre 1988 y 2002 se aceleró el proceso, cuando desaparecieron del 25% de las explotaciones”, describió.
“Ahora, comparando datos de los censos agropecuarios de 2002 y de 2018, hay 83 mil unidades productivas menos, lo que da cuenta de un proceso de concentración” que continuó en las últimas dos décadas, describió la investigadora.
Pero eso no es todo. López Castro remarcó que en el último tramo analizado, que coincide con una fuerte sojización en la región pampeana, “además de que la concentración de la actividad es un hecho, es decir de que hay menos empresas o menos unidades manejando la producción, se evidencia una concentración de la tierra. O sea, hay menos explotaciones y la superficie media aumentó”.
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Según López Castro, y de acuerdo a datos del último CNA 2018, el rango de productores familiares que quedan en pie en Argentina es todavía muy amplio a pesar del proceso de concentración que los ha expulsado. “Recién a mediados de este año tendremos las cifras definitivas (del censo), y con esos datos podremos inferir cuántos quedan, pero en principio (los agricultores familiares) van del 25% al 50% del total”.
“Es un rango amplio, pero la realidad es que el proceso de concentración expulsó a estos sectores a lo largo de la historia. Si no encuentran una estrategia que les permita sostenerse, se vuelven fácilmente expulsados”, describió la estudiosa.
-¿Y por qué los expulsa el modelo?
-Hacer generalizaciones en esta cuestión es complejo. Pero claramente hay una tensión y una especie de resistencia que los obliga a buscar estrategias para sostenerse en un contexto muy expulsivo, de fuerte estrés económico, climático y aquejados por la lógica de los modelos de producción. Pero también por cuestiones familiares que tienen que ver con el recambio generacional y con la elaboración de proyectos a futuro a nivel familiar- respondió la docente de la UNQ.
Acerca del sudoeste bonaerense,que es el territorio que más ha estudiado, López Castro manifestó que “es una zona relativamente marginal para lo que es la zona Núcleo sojero. Allí he hecho estudios identificando a las grandes empresas como actores que están desanclados del territorio donde se instalan. Es decir que le dan poco al territorio, porque por ejemplo elijen comprar los insumos en otras partes, pero no donde están”.
-¿Hay modos de evitar esta expulsión de productores familiares?
-Un buen punto de partida es instalar esta pregunta en la esfera pública, porque hace años que no está instalada como una problemática social a debatir en términos generales. Hay que identificar también que el agro no es sólo exportación sino también producción de alimentos, y que está articulado con el sector urbano. Por eso creo que tampoco deberíamos pensar la ciudad por un lado y el campo por el otro. Hay que pensarlo de modo más integral. La idea es, al menos, poner esto en debate”, respondió.
-¿Es la reforma agraria una solución para acabar con la expulsión de productores familiares?
-Un proceso de estas características tiene mucha complejidad, por lo cual requiere de construir consensos. El acceso a la tierra es fundamental, y por eso debe estar cruzado por una mirada generacional, y las nuevas generaciones deben tener oportunidades de acceso para construir su propio camino. También es necesaria una mirada de genero, porque en Argentina, las mujeres tienen el mismo derecho de acceso a la tierra por ley, y sin embargo estuvieron históricamente relegadas incluso al manejo de las unidades productivas.
-¿La expropiación es una buena fórmula para disrtibuir tierras?
-La expropiación es una forma de acceso a la tierra, pero no es la única. Existen, por ejemplo, políticas de bancos de tierra, y de hecho, hay provincias que ya tienen bancos de tierra en base al reparto de tierras fiscales. La ley de Agricultura Familiar también incluye esa opción. Por eso creo que hay que hacer un paneo bien profundo y complejo de todos los elementos que entran en juego, y a partir de ahí poder proyectar una forma de organización del agro más democrática, justa y que genere mayor bienestar colectivo.