Alguna vez se dijo que Cristina Fernández de Kirchner, luego de dejar la presidencia, había querido ocupar la máxima butaca de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), con sede en Roma. Si existió, la diplomacia internacional puso rápido freno a esa pretensión. Quizás haya ahora algunos lamentándose, porque si CFK hubiera ocupado esa silla, seguro que la FAO se hubiera ahorrado la mala noticia que tuvo que dar hoy: luego de una década de progresos, el hambre vuelve a crecer en el mundo.
En efecto, la FAO informó que “tras haber disminuido de forma constante durante más de una década, vuelve a aumentar el hambre en el mundo, que afectó a 815 millones de personas en 2016, el 11% de la población mundial”.
Con Cristina al mando de la FAO seguro que el hambre mundial disminuía. Y si eso no sucedía al menos se hubiera alterado esa estadística.
Lo cierto es que Cristina sigue jodiendo por acá y que la nueva edición del informe anual de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición, presentada este viernes en Roma, ofreció un resultado francamente negativo, pues pasan hambre 38 millones de personas más que el año anterior.
“Este incremento se debe en gran medida a la proliferación de conflictos violentos y de perturbaciones relacionadas con el clima”, señaló la FAO.
Entre los 815 millones de hambrientos del planeta hay unos 155 millones de niños menores de cinco años que padecen desnutrición crónica (estatura demasiado baja para su edad), mientras que 52 millones sufren de desnutrición aguda, lo que significa que su peso es demasiado bajo para su estatura. Se estima además que 41 millones de niños tienen sobrepeso.
El informe es la primera evaluación global de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición que se publica tras la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo era acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición en 2030. Ahora se dice: “No acabaremos con el hambre y todas las formas de malnutrición para 2030 a menos que abordemos todos los factores que socavan la seguridad alimentaria y la nutrición. Garantizar sociedades pacíficas e inclusivas es condición necesaria para ese objetivo”.
El África sigue siendo el continente por lejos más injusto. Allí la hambruna golpeó diversas zonas de Sudán del Sur durante varios meses a principios de 2017, y existe un grave riesgo de que vuelva a producirse en ese mismo país y en otros lugares afectados por conflictos, en especial el noreste de Nigeria, Somalia y Yemen. Algunos datos:
- De los 815 millones de hambrientos del planeta, 489 millones viven en países afectados por conflictos
- La prevalencia del hambre en los países afectados por conflictos es entre un 1,4 y un 4,4 por ciento más alta que en otros países
- En contextos de conflicto agravados por condiciones de fragilidad institucional y ambiental, esa prevalencia es entre 11 y 18 puntos porcentuales más elevada
- Las personas que viven en países afectados por crisis prolongadas tienen casi 2,5 veces más probabilidades de padecer subalimentación que las que viven en otros lugares.
En Latinoamérica y el Caribe hay 42 millones de personas que pasan hambre. Esto es el 6,6% de la población total. Es poco respecto de África, donde casi 34% de la gente no tiene para llenar la olla; pero el porcentaje sigue siendo alto respecto de los países más desarrollados.