Juan Carlos Amar es un trabajador de campo mendocino que vive entre los viñedos desde hace varias décadas. Con 62 años sobre el lomo, cuenta que pasó por todos los trabajos de la cadena vitivinícola, desde las tareas a campo hasta como empleado de una bodega. Hace tres años se quedó en la misma finca realizando todas las labores tendientes al cuidado de la vid: poda, fertilización, riego, combate de malezas, plagas y enfermedades. Lo encontramos ayudando a la cuadrilla que cosechaba la uva a mitad de marzo.
Le preguntamos a Juan Carlos por sus sensaciones. El de la vendimia debería ser un momento de celebración, pues corresponde al fin de un ciclo productivo que tanto esfuerzo y sudor llevó durante meses. Pero el hombre nos confesó que hace años que la cosecha ya no es ninguna fiesta.
“Hace tres años, por lo menos, que nadie celebra porque los ingresos son bajísimos”, afirmó en una entrevista con Bichos de Campo.
“Se paga menos el quintal, se paga menos el tacho y también el vino, que el año pasado fue de tan solo 8 pesos el litro”, destacó Amar, mostrando que la cadena de desgracias no culmina ni en el bodeguero ni en el productor sino en el peón de campo y el trabajador golondrina. Mientras tanto, los costos de producción se incrementan sin contemplar esta situación. “Un bidón de herbicida sale 10 mil pesos y el gasoil como 60 pesos el litro”, mostró Juan Carlos.
Aquí la entrevista completa con el peón mendocino:
Los cosecheros migrantes que trabajan durante esas semanas en los viñedos suelen ser el ultimo orejón del tarro. Amar menciona que estaban recibiendo unos 12 pesos por tacho, un valor muy bajo. De todos modos, luego de estos días ese valor comenzó a subir, debido a las dificultades que existían en Mendoza para encontrar mano de obra.
Un cosechero joven y rápido puede llegar a llenar entre 60 a 70 tachos (de 18 kilos cada uno) por día, esforzándose mucho. “Nadie sabe lo que es llevar un tacho lleno en los hombros”, agregó Juan Carlos en referencia al sacrificio que implica hacer esa tarea.
“Antes un cosechero podía tirar varios meses con lo recaudado en la vendimia, además de comprarle zapatillas y los útiles escolares a los chicos. Hoy no viven ni una semana”, comparó Juan Carlos. Recordó que durante los años 90 la situación era distinta y la plata les rendía mucho más.
-¿Y cuál sería la solución, Juan Carlos?
Amar piensa que el Estado es quien debe hacerse presente e intervenir para apuntalar a los pequeños y medianos actores de la vid. “Hoy tenemos 4 o 5 grandes empresas que dominan todo el mercado, eso no puede pasar. Y si esto sigue así se verán cada vez más fincas abandonadas”, auguró.