La palabra “carambola” significa mucha cosas. Puede indicar algo que se hace por casualidad, o indirectamente, y también es una jugada del billar. Pero lo que quizás muchos no saben es que en botánica también tiene su uso, ya que refiere a una fruta poco conocida, al menos en Argentina. La carambola en el norte es una novedosa fruta que va ganando cada vez más adeptos entre los productores.
“Es originaria de Indonesia, las Filipinas y Malasia, y a la Argentina llegó de la mano de la comunidad taiwanesa. En Formosa ya tenemos varios productores que cuentan con esta especie dentro de su sistema productivo y, de hecho, de uno de ellos adquirimos las plantas para hacer nuestros ensayos”, explicó a Bichos de Campo el ingeniero agrónomo Elías López, que trabaja como técnico en el Centro de Validación de Tecnologías Agropecuarias (Cedeva) de la localidad formoseña de Misión Tacaagle, que se encarga de investigar y adaptar cultivos frutales, tropicales y subtropicales.
López, que trabaja en el desarrollo de esta fruta, comentó que “los primeros ensayos en Argentina se hicieron en el 2012, y hoy, esas plantas que ya atraviesan un estado de adultez, están produciendo algo más de 15 toneladas por hectárea”.
Más allá de que en el Cedeva se hace a modo experimental, hay productores que incorporaron la carambola en sus planteos y de hecho lograron armar un circuito comercial en donde esta fruta es de a poco conocida y aceptada. Se la puede encontrar, por ejemplo, en el barrio chino de Capital Federal.
“En Formosa ya se armó un circuito comercial interesante de parte de productores inmigrantes taiwaneses que apostaron a la carambola”, destacó el ingeniero.
La carambola, muy difundida también en América, y puntualmente en países como Brasil, es conocida como la ´fruta estrella´, ya que, si la vemos en un corte transversal, las 5 aristas que posee se asemejan a una estrella. Pero no sólo llama la atención por su forma, sino también por su color vibrante amarillo.
Su gusto es similar al de una manzana o pera. “No es muy dulce, debido a la gran cantidad de agua que tiene su pulpa”, explicó López, y agregó que “existen muchas variedades de carambola, que se clasifican en dos grupos: uno de variedades dulces que contienen menor contenido de ácidos, y otro de variedades ácidas que contienen mayor contenido de ácidos málicos y oxálicos”.
La fruta es utilizada no solo para consumo en fresco, sino también para uso industrial, como elaboración de jugos y mermeladas, y entre sus múltiples propiedades, se destaca que es una fruta muy rica en vitaminas, y de muy bajo poder calórico. “Es muy famosa por ser consumida entre diabéticos, ya que su concentración de azúcares es muy baja, debido a que más del 90% de la fruta es agua”, remarcó el técnico del Cedeva.
El Cedeva avanzó hacia su manejo en viveros, en producción de pie e injertos, podas de formación y conocimientos fenológicos (época en que brota o florece) y también estudió los rendimientos potenciales que puede tener la carambola en el norte argentino.
En cuanto a aspectos productivos, López declaró que “la fruta tiene dos etapas: una floración que va de noviembre a diciembre y se cosecha entre febrero y marzo, y otra etapa de floración en marzo que se cosecha entre junio y julio. Así, un 40% de la producción se reparte en la cosecha de febrero, mientras que el 60% restante se hace en la cosecha de junio”.
Lo que tarda una planta en dar frutos, desde que es llevada del vivero al campo, es de 3 a 4 años, llegando su pico de producción en el séptimo u octavo año. En su manejo, requiere de una poda de formación, en la que se arma la planta tratando de lograr una arquitectura bien distribuida, y luego requiere de una poda o limpieza sanitaria en donde se eliminan ramas rotas, secas, enfermas e improductivas.
“También se hace una poda de mantenimiento o altura con el fin de limitar el crecimiento de la planta, para que eso no dificulte las labores de cosecha. De ese modo los frutos pueden estar al alcance del operario”, enunció el técnico.
En cuanto a plagas y enfermedades, la carambola no presenta mayores problemas, aunque López aclaró: “tenemos sí, algunos ataques de pulgones o trips, y cercano al período de la madurez del fruto, suele atacar la mosca de la fruta. Pero en el Cedeva no hemos tenido mayores problemas de hongos, bacterias o virus”.
Otra característica de la carambola, es que, sus frutos se desarrollan por racimos, dando aproximadamente entre 10 y 15 frutos por racimos. El problema de este desarrollo, según López, es que, “al haber gran competencia entre ellos es que se pueden generar diversos tamaños, lo que no es aconsejable para un mercado en fresco, porque algunos son muy pequeños. Aunque no ocurre lo mismo si se destina el fruto para industria, ya que ahí no importa el tamaño o la calidad externa”.
Para un mercado de consumo en fresco, se prefieren frutas de mayor tamaño, y así, esos racimos de 10 o 15 frutos, se reducen a una selección de sólo 2, ya que se deben elegir los mejores. “Así se logra una buena calidad en cuanto a tamaño y se evita el roce entre frutos para no agredir la piel de los mismos”, afirmó el técnico.
Al igual que la pitaya, la carambola fue validada como cultivo, y lo que sigue ahora es la entrega de las plantas de parte del municipio, a todos aquellos productores que estén interesados en incursionar en este cultivo, de modo tal de poder realizar un relevamiento de todos ellos, y desde el Cedeva, producir los plantines y entregárlos de forma gratuita, ofreciéndo seguimiento a esas plantas y un asesoramiento técnico correcto. Porque con conocimiento, se puede avanzar, siempre.