En la zona patagónica de la provincia de Buenos Aires, abarcada por los municipios de Villarino y Patagones, y donde llueven menos de 400 milímetros, la producción agrícola y el tejido social en varios pueblos (Mayor Buratovich, Hilario Ascasubi, Pedro Luro, Juana Pradere y Villalonga) depende fundamentalmente del agua de riego. El Valle Bonaerense del Río Colorado abarca 140 mil hectáreas bajo regadío en donde se produce fundamentalmente cebolla de gran calidad para abastecer a todo el país y exportar.
El agua para alimentar ese sistema de riego proviene del Río Colorado, el cual se forma con la confluencia del Río Barrancas y el Grande en la provincia de Mendoza y su caudal depende del deshielo que ocurra en la Cordillera. Pero en 2019 se registró la segunda menor nevada en 100 años y se cree que es producto del calentamiento global. Esto ocasionó que el nivel del Colorado baje a la mitad de su valor histórico y los productores tengan que consumir las reservas contenidas en el dique Casa de Piedra.
Bajo este panorama, en la actual campaña solo se pudieron regar 70 mil hectáreas en la provincia de Buenos Aires, la mitad del área sistematizada. Y además habrá que cortar el suministro de agua a los regantes dos meses antes de mayo, mes históricamente de cierre. Pero todos allí esperan que la campaña próxima -a menos que se den grandes nevadas en el invierno- sea mucho peor, porque arrancan sin reservas.
Luciano Príncipe es el actual presidente del Consorcio Hidráulico del Valle Bonaerense del Río Colorado, que ejerce la representación de los denominados “regantes”, que son 1.350 productores dueños de lotes de 100 hectáreas con derecho a riesgo. En Consorcio nació en 2007, para ocuparse de hacer las obras de mantenimiento de la red porque la crisis se veía venir. Y es que los productores son los que ponen la mayor parte del dinero necesario para que esto funcione.
El aporte de fondos públicos, por el contrario, ha ido disminuyendo a lo largo de los años. Pasó de ser del 70% en los orígenes de Corfo Río Colorado a solo 30% en los últimos años. Y en 2019 cayó a un mínimo histórico de 18%. Por eso Príncipe pone el grito en el cielo: “La solución (de la crisis) hoy pasa por el financiamiento, ya que no podemos hacer nevar”, señaló.
Aquí la entrevista completa con el titular del consorcio de productores de la zona:
Príncipe destacó que enfrentar esta crisis hídrica que mantiene en vilo a varios pueblos del sur bonaerense dependerá de decisiones políticas de envergadura por parte de la nueva gestión provincial encabezada por el gobernador Axel Kicillof. La semana pasada , luego de concurridas asambleas de productores, hubo una reunión con el ministro de Desarrollo Agrario, Javier Rodríguez, y se conformó una mesa técnica para estudiar la situación. Pero no hace falta ser sabio para darse cuenta de cuál será el disgnóstico: hace faltan obras de envergadura.
Príncipe lo dice con todas las letras: los productores no pueden poner más dinero e incluso dudan de seguir pagando el canon porque están sufriendo las restricciones en el servicio. Por eso se requiere que el Estado vuelva a ser protagonista. Las obras que se pueden realizar en la zona son relevantes porque permitirían reducir a la mitad las pérdidas de agua que se producen porque casi toda la canalización no está revestida y el sistema sigue funcionando con canales de tierra.
“Hoy se pierde entre 20 a 25 % en la red primaria, más el mismo porcentaje en la red secundaria que llega a los campos y ni hablar en el campo”, informó el presidente del Consorcio.
Según Príncipe, “si realizamos buenas impermeabilizaciones con nylon y geomembranas, lograríamos cambiar el panorama de acá a 30 años”. Suena lógico: ante el menor caudal de agua la prioridad pasa por cuidar mejor el vital fluído.
Pero estas obras son costosas y por eso necesitan llamar la atención de los gobernantes. El dirigente sugirió para costear esta movida la creación de un fondo rotatorio. “Necesitamos que nos den una mano para que no desaparezcan los productores”, rogó. En los canales principales, sugirió, “Podemos impermeabilizar una intendencia de las tres que hay por año, o sea 200 kilómetros al año, cambiándole la historia a la zona”, propuso.
Una historia que parece predestinada a terminar mal si nadie hace nada.