La noticia de que Norton, una de las grandes bodegas argentinas, se presentó en concurso preventivo sorprendió a muchos amantes del vino. Pero los integrantes de la comunidad vitivinícola saben que se trata de un síntoma propio de un problema sistémico generalizado.
Llegó el último día del año 2025 y existen pocas razones para brindar en un sector que está atravesando un crisis profunda tanto en el ámbito productivo como industrial.
Los productores de vides y propietarios de bodegas están haciendo esfuerzos gigantescos para mantener en pie lo que costó tantas décadas construir. Los vinos argentinos alcanzaron en muchos casos una calidad equivalente a los logrados en países con gran tradición vitivinícola.
Sin embargo, existen crecientes indicios de que los esfuerzos en algunos casos no llegan a ser suficientes para poder atravesar una coyuntura tan compleja como complicada.
Bodega Atamisque, ubicada en el Valle de Uco, Mendoza, y elaboradora de los vinos homónimos, Catalpa y Serbal, entre mayo y agosto pasado emitió 517 cheques sin fondos por 764,9 millones de pesos, de los cuales a la fecha –según registros del Banco Central (BCRA)– abonó 280 por un valor de 343,6 millones de pesos.
La bodega mendocina Staphyle, elaboradora de los vinos homónimos, Dragón de Vino, Familia Porreta, Vástago de Gea e Iris –entre otros– tiene, según registros del BCRA, 92 cheques rechazados sin fondos por un valor de 45,5 millones de pesos, de los cuales hasta el momento abonó 53 por 26,6 millones de pesos. Además tiene una deuda bancaria con Banco Nación y Credicoop por 408 millones de pesos en categoría 2 (“con seguimiento especial”).
Casarena Bodegas y Viñedos, localizada en Luján de Cuyo, Mendoza, registra 14 cheques rechazados sin fondos por un valor de 15,9 millones de pesos, de los cuales a la fecha –según los registros del BCRA– abonó ocho por 10 millones de pesos.
La mendocina Finca Ferrer registra dos cheques sin fondos impagos por 10,4 millones de pesos, mientras que Bodega Antucura (Vista Flores, Mendoza) tiene uno por 5,8 millones de pesos. En tanto, la pampeana Bodega del Desierto cuenta con un cheque rechazado por 52,0 millones de pesos e instrumentó ya un recorte de personal.
Algunas bodegas, si bien no registran cheques rechazados, cuentan con un nivel de endeudamiento bancario sobredimensionado para el volumen de facturación presente en la actividad, lo que contribuye a incrementar los interrogantes sobre el futuro de un rubro emblemático para el país. El vino –vale recordar– es la bebida nacional de la Argentina.
En el sector bodeguero se comenta que el stock de vino es tan grande que deberían dejar de comprar una cosecha entera para poder encontrar un cierto equilibrio. Pero eso, claramente, generaría una catástrofe productiva.
En tanto, en la producción algunos ya optaron por abandonar las vides o bien reemplazarlas por otras producciones más prometedoras. Muchos se preguntan si le único “remedio” posible es que desaparezca la mitad de la superficie nacional para que el mercado encuentre, con los años, un nuevo equilibrio entre oferta y demanda.
Pero al tratarse de una actividad que, como los buenos vinos, madura con los años y requiere una gran inversión de tiempo, dinero y esfuerzo, gran parte de los integrantes de la misma está buscando la manera de sobrevivir. Aunque a veces eso no es viable cuando el capital disponible y el acceso al crédito se acaba.




