La dinámica del procesamiento de soja en la Argentina en lo que va del presente ciclo comercial atravesó una variabilidad enorme de situaciones de la mano de factores impositivos, empresariales y geopolíticos.
En noviembre pasado la molienda de soja en la Argentina –según datos oficiales– fue de 3,49 millones de toneladas, una cifra 1,6% superior a la registrada en el mismo mes de 2024.
De todas maneras, en los primeros ocho meses del ciclo comercial 2024/25 la molienda de soja en la Argentina fue de 30,7 millones de toneladas, una cifra 1,2% menor a la registrada entre abril y noviembre de 2024. Eso a pesar de que la cosecha 2024/25 fue 6,0% superior a la registrada en 2023/24.
La menor participación relativa de la industria aceitera en la demanda de soja obedece al hecho de que, por factores geopolíticos, el negocio de exportación de soja sin procesar se tornó muy lucrativo.
Con la interrupción de compras de soja estadounidense por parte de China, la nación asiática concentró entre septiembre y noviembre de este año la originación de poroto en Sudamérica, lo que promovió un diferencial de precios FOB de ese origen respecto de EE.UU.
Si bien la mayor parte de las compras chinas se originaron en Brasil, país socio de China en los BRICS, la Argentina –y también Uruguay– salieron beneficiadas de ese proceso.
El último informe mensual oficial publicado por la Secretaría de Agricultura de la Argentina estimó exportación de poroto de soja 2024/25 en 12,2 millones de toneladas versus 4,5 millones en 2023/24.
Luego de que en abril y mayo de este año se registrara una caída del procesamiento de soja como resultado de la salida de producción de las fábricas aceiteras controladas por la concursada Vicentin (ahora en manos del grupo Grassi), a partir de junio, con el reingreso de esa empresa a la actividad, la molienda de poroto se reactivó. Ese fenómeno coincidió con el último mes de vigencia del régimen de rebaja temporaria de derechos de exportación, lo que llevó a muchos productores a acelerar ventas de poroto para poder aprovechar el beneficio.
Sin embargo, desde julio el nivel de actividad en las fábricas oleaginosas empezó a declinar ante una “sequía comercial” promovida por el aumento de las retenciones agrícolas. Sin el aporte de la soja importada, el nivel de actividad en las industrias aceiteras argentinas habría caído a niveles críticos.
El gobierno de Javier Milei finalmente reintrodujo en el mes de agosto la rebaja de retenciones vigente hasta fines de junio, lo que impulsó mayores ventas de poroto por parte de los productores, mientras que la suspensión temporaria de derechos de exportación aplicada a fines de septiembre permitió normalizar el flujo de ventas ante una importante mejora relativa del precio del poroto en el mercado argentino.
En noviembre pasado la Argentina importó 268.174 toneladas de poroto de soja, que provinieron mayormente de Paraguay. En los ocho primeros meses del ciclo comercial 2024/25 la participación de la soja importada en la molienda argentina fue del 13,2% versus 18,1% en el mismo período del año pasado.
El ingreso de soja al mercado argentino se realiza en el marco del régimen de “importación temporaria de mercaderías destinadas a recibir perfeccionamiento industrial”, el cual –implementado por el decreto 1330/2004– facilita el ingreso de insumos con la obligación de que los mismos, una vez procesados en territorio argentino, sean exportados como harina, aceite y biodiésel para generar divisas.








