Por esas cosas de la vida, y por la decidida influencia de la cultura norteamericana sobre los festejos navideños en los países del Hemisferio Sur, los frutos secos son parte de la celebración y del encuentro familiar. Así que vamos a hablar de frutos secos en Bichos de Campo.
La actividad productora de frutos secos en la Argentina tiene bastante tradición, pero además se está desenvolviendo de modo más que expansivo, incorporando nuevas especies y variedades.
Lamentablemente hay muy poca estadística sobre estos productores. La última encuesta nacional sobre estas actividades está a punto de cumplir diez años, pues se llevó a cabo en 2016 por iniciativa de los propios productores. La idea surgió de la Asociación de Frutos Secos de de Mendoza, y luego recién la tomaron la Universidad Nacional del Cuyo, la Secretaría de Agricultura y la Fundación ArgenINTA. Para tener una idea del tiempo que ha pasado, el ministro nacional entonces era Luis Miguel Etchevehere.

En aquel momento se relevaron las plantaciones de Almendra (Prunus dulcis), Avellana (Corylus avellana L.), Castaña (Castanea sativa Mill.), Castaña de Cajú (Anacardium occidentale L., Nuez de Pará (Bertholletia excelsa Humb & Bonpl.), Nuez (Juglans regia L.), Pecán (Carya illinoensis) y Pistacho (Pistacia vera L.).
“Según los resultados de este Relevamiento Nacional de Frutos Secos, en Argentina se cultiva una superficie de 23.144 hectáeas con este tipo de frutos, siendo las especies principales el nogal con 14.090,50 ha, seguido por el pecán, con 4.781,50 ha y luego por el almendro, con 2.734,30 ha. Siguen en importancia el cultivo de pistacho con 1008,4 ha y el avellano, con 518,30. Finalmente, el cultivo de castaño es muy reducido, con apenas 10,8 ha cultivadas”, decía aquel informe de una década atrás.

Manuel Viera es actualmente el coordinador de la Asociación de Frutos Secos de Mendoza y también trabajó activamente en dicho relevamiento nacional. “Había muy poca información específica, entonces, se decidió encarar el relevamiento nacional”, rememoró en una entrevista con el programa Nuestra Tierra, en Radio Perfil. En aquel momento, 2016, el sector ya estaba en franca expansión y era necesario mensurarlo.
Diez años después, el dilema vuelve a producirse, porque la superficie destinada a frutos secos ha seguido en expansión. Por eso Viera anticipó un nuevo pedido, presentado al Consejo Federal de Inversiones (CFI) por todas las asociaciones regionales y clúster del país dedicados a estos cultivos, para poder llevar a cabo una actualización de los datos,

-¿Cómo era la la fotografía que les surgió a ustedes en 2016?
-Bueno, lo que encontramos en ese relevamiento fueron varias cuestiones interesantes. Una de ellas, el gran crecimiento del nogal en aquel momento. Los últimos relevamientos que teníamos nosotros en Mendoza, era de 2010. En ese relevamiento de 2016 la superficie había aumentado de 3.000 hectáreas a 5.200. Eso indicaba un crecimiento exponencial. No así las almendras, que estaban estancadas, y el pistacho que era muy incipiente.
-Si se actualizarán las cifras el año que viene, en 2026, ¿con qué escenario nos encontraríamos? ¿Cómo siguió la película?
-El pecán ha pasado de ser un cultivo poco atendido y poco conocido, a tener mucha difusión en las zonas donde se está implantando. Hoy por hoy, en hectáreas, yo creo que nos vamos a encontrar con que es el segundo fruto seco en el país. Otra de las sorpresas va a ser el pistacho. Y ahora las hectáreas de nogal europeo, de nuez de Castilla, en el país, son 16.500 aproximadamente. La nuez de Pecam va a estar alrededor de las 10.000 hectáreas muy probablemente y un poquito más. Y el pistacho, creo que estamos en 8.500. Nos vamos a encontrar con eso y con un avellano estanco. El sector de avellanas no ha podido evolucionar y y convertirse en un sector competitivo con proyección, sobre todo después del cierre de la planta de Ferrero Roché y la necesidad de llevarse esas avellanas a industrializar a otro lugar. Bueno, y la castaña es prácticamente inexistente, no tenemos un sector productor de castaña, como sí lo tiene el Chile.

La nave insignia, como se ve, sigue siendo la nuez más tradicional. Pero Manuel define que “ahora se ha estancado en en cuanto a superficie implantada anualmente, no ha seguido creciendo a ese ritmo”.
Y otro fruto seco que aparece en el horizonte es el almendro. “Tiene algunos desafíos técnicos que dificultan para su adaptación”. Sin embargo, hay prometedoras experiencias en el sudoeste de Buenos Aires, que podrían hacer crecer el área a mediano plazo.

Manuel prosigue: “El pistacho sí ha hecho una explosión en nuestra provincia particularmente, de esas 30 hectáreas (implantadas en 2016) hoy estamos superando las 1.000”.
.¿Y cuáles son las las tendencias que guían estos movimientos?
-Uno diría que hay una nueva demanda, ha aparecido demanda adicional hacia los frutos secos. Es una tendencia en el consumo a nivel global y a nivel nacional estamos en el mismo proceso. A mí me gusta graficar esta idea con cómo ha aumentado el producto per cápita en los distintos países a través de las décadas, y claramente la gente está ganando más dinero, viviendo mejor, levantando su nivel de vida de la extrema pobreza a situaciones más intermedias, y eso hace que la gente se alimente mejor. Y los frutos secos tienen el podio ahí. Así que eso a nivel mundial es una tendencia, y nosotros los argentinos también estamos buscando mejores dietas, lo que se refleja en un aumento del consumo.

-¿Alcanzaría nuestra producción si los argentinos comieran tanto fruto seco como en otros países?
-De nueces, nosotros en Argentina estamos consumiendo entre 250 y 300 gramos por habitante por año. De almendras 120 gramos. Y de pistachos alrededor de unos 50 gramos por habitante y por año. Comparado con otras dietas, el consumo en mínimo. Estados Unidos o España consumen hasta 2 kilos de almendra por año. Claramente el consumo a nivel volumen es mayor en los países de altos ingresos.
-¿Podemos crecer?
{La Argentina tiene un hábito arraigado de consumo de nueces, un hábito arraigado también en almendras. Si bien consumimos poco, pero tenemos un mercado interno que demanda. En las nueces ya hemos superado esa demanda interna, es decir que nos hemos convertido forzadamente en exportadores. No podemos no exportar. Porque nuestra producción nacional supera ampliamente, y casi es el doble de lo que podemos consumir. En las almendras nuestro consumo supera ampliamente lo que podemos producir, es decir, somos deficitarios. Y en el pistacho, la verdad, todavía no podemos sacar una una conclusión, pero está claro que la demanda ha aumentado muchísimo en el último tiempo, y nos sorprende.
-¿Por qué sucedió este boom?
-El pistacho es el que tiene más uso industrial. ¿Cuántos productos de pistachos nuevos han surgido en el mercado últimamente? En pistacho todavía estamos balanceando porque apenas el 10% de la superficie implantada está en producción, y es una especie que demora muchísimo, ocho años, para entrar en plena producción.

-Evidentemente están creciendo y hay margen para seguir haciéndolo ¿Están acompañados? ¿Hay un proyecto?
-Una de las inquietudes del plan que presentó el sector es que este nuevo relevamiento forme parte de un proceso de planificación sectorial. Si bien es un sector que solo va traccionado por la demanda y es pujante, necesitamos planificar y visualizar a futuro cuáles van a ser los desafíos. Hay que empezar a trabajar hoy, para que ese futuro sea lo lo mejor posible para el sector. Hay un montón de de variedades de frutos secos, y la verdad que es un rubro con muchos productos no tan parecidos, pero con algunas cuestiones en común. Lo que tienen en común es que la cadena comercial es similar para todos, y tienen hacia atrás un proceso productivo medianamente parecido, apuntan a un perfil de cliente que es el mismo, el del canal de las dietéticas, de los productos saludables, de los snacks.
-¿Entonces pueden trabajar juntos pese a la diversidad?
-Hay un montón de desafíos en lo técnico y en lo comercial. Hoy por hoy, lo que viene funcionando muy bien es el exportador integrado, es decir el que tiene su propia producción primaria. Pero tenemos que integrar al productor primario, que no tiene su galpón, para aumentar el volumen que se exporta. Porque si tenemos nuevas hectáreas y producimos más kilos, no se alcanza a consumir todo lo que aumenta la producción año tras año. Así que el desafío es el encadenamiento productivo comercial. Y ahí trabaja mucho la confianza, es decir que el productor primario empieza a conocer cómo es el negocio de exportación.




