Francisco Pili forma parte de un grupo de productores que en la provincia de Río Negro traccionan el crecimiento productivo. Las tres empresas que nuclea su familia, dieron sustento a los cuatro hijos en sus profesiones: arquitecto, ingeniero civil, agrónomo y un periodista que no vive en el país.
De raíces de campo, sus padres tuvieron chacra y comenzaron diversificando los proyectos, que ahora dirige su descendencia. “Somos una empresa familiar, mis padres son socios y gerentes de las tres empresas. Hay una empresa líder que es del rubro hormigonero, luego otra de construcción y esta del rubro agrícola en la que estoy yo”, cuenta Francisco.
Cuando Pili se recibió de ingeniero agrónomo, diversificar y ampliar la parte productiva ya era un ambicioso proyecto de la familia. Por eso llegó para hacerse cargo de la nueva unidad de negocios, para la que se decidió comprar tierras en las localidades de Cervantes y Mainqué, en la provincia de Río Negro.
Desde la última vez que fue entrevistado por Bichos de Campo, Pili duplicó su espacio productivo. “Hoy tenemos cerca de 300 hectáreas de las cuales, el 80% aproximadamente están en producción”, detalla. Los inicios estuvieron marcados en tierras productivas de las localidades de Regina y General Roca, lugares donde sus padres adquirieron espacios para explotar.
“La idea era poder trabajar sobre un modelo que no esté tan cerca de la fruticultura”, apunta Francisco en una zona justamente marcada por esa producción. “Si bien hacemos, porque tenemos unas 15 hectáreas de pera, fuimos reduciendo esas hectáreas y empezamos a trabajar sobre sistemas agrícolas extensivos como el maíz, alfalfa, cultivos de invierno, vicia y soja -que ya es su segunda temporada- y poroto”, continúa.

“Muy cerca tenemos los corrales, se compran las recrías en la zona tanto de Neuquén como de Río Negro, y los animales llegan a un peso de faena de 340 hasta 440 kilos aproximadamente”, indica.
Pili cuenta que “se usa bastante mejorar un macho joven” y que “esos animales se faenan en el matadero de acá”; a los que agrega que ese producto “tiene distribución local”.
Repasando un poco sus números, cuenta que en la chara de Roca tienen manzanas con un buen valor de mercado. Sacan unos 400 kilos y “esa manzana nos permite posicionarnos en el mercado en distintos momentos: la podemos vender por ejemplo en cosecha o la podemos guardar en cámara de frío para venderla luego y diferir el momento de venta”.
Además, sacan unos 600 kilos de pera Williams y cuentan con uvas para vinificar Malbec y Pinot Noir, ya con marca propia.
“En maíces sembramos entre 100 y 120 hectáreas anuales y el último año fuimos corrigiendo los rendimientos, trabajando no tanto sobre los máximos, sino corriéndonos de los mínimos para poder levantarlos y llegar a promedios de 12.500 kilos, con techos de casi 17.000 kilos”.
“También tenemos 50 hectáreas de alfalfa con los promedios de 12 y 14 toneladas, y tenemos producciones de verdeo de invierno. Este año estuvimos cerca de los 6000 kilos de materia seca por hectárea”, detalla.
En cuanto al cultivo de soja, Francisco ha sido uno de los pioneros en la zona, aunque asegura que ya se venia haciendo en la zona y que el compartir saberes es un agregado valioso en el comienzo de cualquier iniciativa. “Hoy con la información que hay, los desarrollos de la zona te permiten que cuando arrancas un cultivo ya contás con la información y podes hacerlo para triunfar de alguna forma y no probar o ver qué pasa”, remarca.

“En la soja, la primera vez que inició fue un éxito, la verdad que tuvimos rendimientos excepcionales. También tenemos nuestro maíz, usamos maíz partido húmedo, nuestros rollos de alfalfa o verdeos de invierno. En la soja incluimos un 3% de concentrado proteico, que es lo que compramos antes. Usábamos un concentrado proteico que era el 10-15%. Ahora con inclusión de soja, cambiamos y usamos un producto con un concentrado con menor proporción”, detalla.
“El grano húmedo partido de maíz lo que nos permite es liberar los lotes tempranos y llegar a hacer otro cultivo en el mismo ciclo, tener cobertura verde todo el año”, remarca sin dejar de destacar el rol fundamental del riego.
“A los cuadros tuvimos que ir adaptándolos, ir preparando cuadros de riego desde hasta 280 a 300 metros de largo tratando de reestructurar el sistema de cortinas de alameda, y tratando de dejar la mayor cantidad posible de cortinas, somos conscientes de eso. Utilizamos tanto el riego de consorcio como el riego por bombas”, puntualiza el agrónomo.
Francisco destaca el avance de la tecnología en el agro en los últimos 10 años. Está convencido de que hay que aprovecharla. “Hay herramientas para todo tipo de situaciones tanto para la ganadería-que hoy está sufriendo el contexto de sequía-, como para la agricultura”, sostiene.
“El desafío que tenemos es primero tratar de tener una producción sustentable y responsable y tratar de llegar a la máxima producción posible con los recursos que tenemos. Gracias al agua y el clima, contamos con una estabilidad todos los años Podemos tener la eventualidad de un helada, un granizo, pero nosotros con el agua logramos estabilidad de la producción. Hoy a un productor le puede haber caído granizo pero puede arreglar y volver a sembrar”, asegura.

Compara: “En cambio otro productor en otro lugar del país, no sabe si le va a volver a llover para sembrar. Entonces no es un comodín sino que es una de nuestras herramientas principales el agua y por eso es lo que tenemos que aprender a usar y cuidar. La tecnología tiene que avanzar sobre eso y creo que está avanzando”.
En su caso, celebra haber incorporado una sembradora y los tractores con piloto automático. “Las sembradoras están hechas con placas eléctricas, o sea que se puede sembrar con prescripción, es una tecnología que hay en La Pampa y en los mejores lugares, y la tenemos hoy acá”, cuenta el productor, que abre sus puertas para que sus pares puedan venir a ver esas innovaciones e intercambiar experiencias.

Francisco no observa mucho recambio generacional en el campo, pero se esperanza de que a través de la tecnología, el rubro se vaya haciendo más interesante. “Ojala los próximos años sea más atractivo el tema de la tecnología, los drones para hacer ciertas actividades. Capaz que a los chicos los atraiga más o que el campo de alguna forma se vuelva más atractivo para la sociedad. Ojalá se pueda revertir y los sueldos de las chacras sean lo suficientemente competitivos como para que la gente pueda elegirla como fuente de trabajo”, refexiona Pili.





