“El año 2026 arranca con crecimiento importante de producción, a pesar de que vamos al ciclo estacional de mínima, la producción va a arrancar alto”.
Con esa definición, el experto en lechería Jorge Giraudo dejó en claro que el futuro inmediato de la lechería argentina aparece marcado por un escenario de expansión productiva y también por la profundización de cambios estructurales profundos y una fuerte apuesta a la eficiencia.
Según el especialista del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), las proyecciones preliminares indican que “puede haber un crecimiento a priori de 3 al 5% en la producción de Argentina el año que viene”, impulsado por un número significativo de tambos que ya realizaron inversiones y se prepararon para producir más. “Más de un tercio de los tambos se han preparado para producir mucho mejor, con lo cual necesitan diluir costos de estructura”, explicó.

En ese contexto, Giraudo remarcó que el eje central del negocio estará puesto en lograr una contribución marginal positiva al capital invertido, que permita diluir esos costos fijos, de estructura”.
Y agregó que hoy hay productores que proyectan crecimientos muy fuertes: “Estamos hablando de gente que habla de crecer 10, 15 o 20%, porque ha armado estructuras que van a meter más vacas y sacar mayor producción por vaca”.
El proceso de transformación de la lechería implica producirá más, ganar escala, y eso viene de la mano de la reducción de tambos chicos y el desarrollo de los más grandes: “Va a continuar el proceso inexorable que es la concentración que ocurre en Argentina y en cualquier parte del mundo”, afirmó Giraudo. Agregó que “el 2,5 o 3% de los tambos va a seguir saliendo de la actividad” cada año, mientras que quedarán “cada vez menos unidades productivas, más grandes, con mayores niveles de eficiencia y productividad”.
Ese cambio viene acompañado por una fuerte incorporación tecnológica. “Un proceso de automatización de la lechería muy grande”, describió, que incluye desde robots de ordeñe hasta sistemas tradicionales con mejoras sustanciales en bienestar animal. “Techo, sombra, camas donde echarse, disponibilidad de agua en cantidad y calidad, condiciones para soportar el estrés térmico de 40 grados”, enumeró, junto con la adopción de tecnología de procesos y manejo.
La nueva lechería también tiene impacto aguas abajo. Para Giraudo, la concentración productiva permitirá mejorar la eficiencia logística: “Ese fenómeno va a hacer que se diluya un costo que para Argentina es muy significativo”. Recordó que hoy el costo de recolección representa “el 6 o 7% del precio de la leche”, por lo que reducirlo “va a ser muy importante porque apunta en beneficio industrial y por ende para el sector primario”.
En cuanto al frente externo, el analista sostuvo que el mercado internacional podría empezar a mejorar durante 2026. “Este exceso de producción que hubo a nivel mundial, en algún momento se termina, posiblemente en el primer trimestre 2026, y ya en el segundo trimestre empiecen los precios a rebotar”, proyectó.
No obstante, advirtió que será clave hacer correcciones internas para que esos precios resulten atractivos, especialmente en materia de impuestos y costos que hoy no se devuelven a la cadena.
El consumo interno también aparece como una variable decisiva para consolidar el crecimiento. “La industria necesita de un consumidor que tenga plata”, señaló Giraudo, y explicó que la recuperación no pasa solo por vender más volumen, sino por mejorar el mix. “Que la gente pueda comprar el yogur en pote, el queso duro, productos de mayor valor agregado que le den un mayor ingreso al sector industrial y eso derrame en toda la cadena”





