El registro de las Pequeñas Unidades Productoras de Alimentos Artesanales (PUPAAs), expedido por el Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA), sumó este año 284 nuevas habilitaciones y cierra el 2025 con un récord en altas.
De ese modo, en la provincia de Buenos Aires ya hay 867 emprendimientos habilitados para comercializar y distribuir alimentos producidos en sus casas o espacios comunitarios. Esa es la característica distintiva de este registro, que permite a aquellos proyectos que no cuentan con la infraestructura de los grandes establecimientos comerciales, pero sí con las normas básicas de seguridad e higiene, estar también en regla.

Desde su lanzamiento en 2020, este es el año en que mayor cantidad de altas ha tenido el registro. En total, ya se elaboran alimentos artesanales y de bajo riesgo sanitario en 755 cocinas domiciliarias y 59 comunitarias, distribuidas en 111 de 135 municipios bonaerenses.
La propuesta, aseguran desde la cartera que dirige Javier Rodríguez, tiene como objetivo favorecer la creación de empleo formal y el agregado de valor local, dotando de un marco reglamentario a los circuitos alimenticios de cercanía.
Aunque, a priori, este registro sólo habilita a la venta dentro de los límites provinciales, sea a través de redes sociales, en ferias o en comercios de cercanía, algunos de estos productores ya accedieron al Registro Nacional de Establecimientos (RNE) y, por ende, tienen habilitado el tránsito federal para comercializar en todo el país.
Sin dudas, el sector más popular es el de los panificados y confitería, en el que se inscriben 1 de cada 3 nuevos establecimientos. Una tendencia a tono con la popularización de la venta de tortas, budines, medialunas, panes o focaccias elaborados por particulares en sus casas.
Por su parte, el de las bebidas alcohólicas artesanales es el segundo rubro más popular, que abarca casi el 20% de las PUPAAs, y es seguido por el de las mermeladas, dulces y derivados, que alcanza a un 17% del registro.
Muy por debajo se ubican los frutos fraccionados y deshidratados, la miel y derivados apícolas, las conservas y encurtidos, y las harinas y semillas. El sector menos elegido es el de golosinas y snacks, con sólo el 3% de los establecimientos habilitados.
Hace algunos meses, Bichos de Campo describió el caso de Liberté, el espacio creado dentro de la cárcel de Batán donde, entre muchas otras actividades, también cuenta con su propia rotisería donde se elaboran y venden platos de todo tipo. En su caso, se trata de la primera habilitación PUPPA otorgada en un establecimiento penitenciario.
De hecho, el partido de General Pueyrredón, donde se encuentra Batán es, según los datos oficiales, el que lidera la cantidad de registros otorgados: 1 de cada 10 pertenecen a ese distrito. El podio lo completan La Plata, (con el 6,7% del total) y el partido de La Costa, con el 4,9%.

Las condiciones para acceder a este registro abarcan desde la presentación de documentos que acrediten aportes a ARCA y ARBA y la ocupación legal del inmueble, hasta un croquis detallado del lugar de elaboración, la tenencia de un carnet de manipulación de alimentos y la adhesión a los protocolos alimenticios específicos.
Todo el trámite es realizado de forma digital y requiere de la renovación anual, para lo que se exige cumplir con las condiciones edilicias, higiénico-sanitarias, de producción y comercialización iniciales, pero además acreditar la asistencia y aprobación del 80% de los talleres y cursos que brinda el MDA.




