“Nuestra producción agrícola va a dejar de existir como la conocemos en los próximos 20 años”. Esa frase sobrevoló toda la presentación del libro “Agro10x: La plataforma para potenciar Argentina” llevada a cabo el lunes en uno de los auditorios de La Rural.
Con ese diagnóstico, la obra lanzada por Federico Mayer bien podría ser una novela de suspenso o una crónica distópica que hable de una extraña pandemia que barre con el agro como lo conocemos. Nada más lejos de eso.
“Esta es una lectura indispensable para quienes quieran entender el papel de la tecnología en la agroindustria del futuro”, resume en el prólogo el productor, docente y ex funcionario Ricardo Negri, un viejo conocido del CEO y fundador del Club Agtech y ahora autor de un libro cuya presentación convocó a referentes de la bioeconomía y representantes de toda la cadena.

Y se admite aquí un “spoiler” porque el propio Mayer así lo señaló en su presentación: El actual modelo ya no es ni ecológica ni económicamente viable, pero no significa que no sea parte de la solución. “Lo que nos trajo hasta acá no es lo que nos vaya llevar hacia adelante, pero la agricultura no va a dejar de existir”, explicó el autor, que de seguro veía desde el escenario algunas caras de asombro en el público.
La cita fue dirigida desde el escenario por otros dos ingenieros en Producción Agropecuaria: uno de ellos, “Ricky” Negri, con un fuerte vínculo con la política, y el otro Ernesto van Peborgh, de trayectoria más bien financiera y mucho roce internacional. En lo que coincidieron fue que estamos ante un nuevo paradigma en el que poco sirven las categorías, los métodos y las estrategias antiguas, y en el que se necesitan nuevas “gafas” para leer y actuar en la realidad.
“Estamos todos de acuerdo en que estamos viviendo una época de enormes cambios, pero yo no estoy de acuerdo”, expresó Mayer, con el tono desafiante y lúdico que lo caracteriza. No, no son grandes cambios, sino un “cambio de época”, una distinción que va más allá del juego de palabras y que, asegura el autor, tiene un impacto muy concreto en el agro.
En un famoso artículo titulado “Bloom or bust” -”florecer o fracasar”- el banco suizo global de servicios financieros (UBS) advierte que el mundo está perdiendo de vista que el 60% del PBI a nivel mundial lo aporta la biodiversidad.
“Esto ya no es una cuestión de ONG´s, es una cuestión de negocios”, explica Mayer, que lee ese llamado de atención desde el epicentro financiero como una clara señal de que “el mundo está necesitando gestión de vida” más que sólo extractivismo. En otras palabras, el mundo exige más bioeconomía, más producción circular, más agregado de valor a los desechos y más desarrollo local.

Eso, de hecho, toca de cerca con la historia del autor de Agro10x, que es oriundo de Marcos Juárez y se obsesionó con la idea de que hay oportunidades que el interior productivo está dejando pasar.
Parte de esa angustia e incomodidad lo condujeron a una suerte de sana obsesión con Silicon Valley, el epicentro de la producción tecnológica global -donde se radican empresas como Google, Facebook o Apple-. Allí Mayer viajó unas 25 veces, primero sólo y luego con su Club Agtech, fundado en 2018 y orientado al ecosistema de emprendedores y empresarios del agro.
Muchas de las ideas que se trajo y que “masticó” por más de una década, las volcó en su libro. Y más que ideas sueltas, son para él un “mindset”, un “chip” mental que puede, sin problemas, trasladarse de la meca de la tecnología de punta a los campos argentinos.
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¿Qué tiene que ver Mark Zuckerberg con la soja argentina? A simple vista, nada. En el fondo, todo. Esa es la lectura de Mayer, que considera que hay que mirar a las puntas de lanza en innovación para entender este mundo productivo que cambió y que todavía leemos con categorías pasadas.
“Los mapas de colores y las fotos de las cosechadoras ya no sirven, porque cambió la forma en que generamos la información”, expresó, una vez más, con tono desafiante.
En un mundo que habla de inteligencias artificiales, Big Data y algoritmos, el agro todavía discute combustibles fósiles, fertilizantes químicos y extractivismo. “Florecer o fracasar”, la propuesta del UBS suizo, significa “hacer algo” con todo eso para no envejecer, para que el interior deje de sufrir la fuga de talentos y para que ciudades como Marcos Juárez, Daireaux, La Plata o cualquier otra sean puntas de lanza de innovación.
La solución, asegura Mayer, no es tecnológica sino cultural: es qué hacemos ante esa revolución tecnológica que iguala, incluso, a la invención de la imprenta hace 500 años.
La propuesta se completa explicando lo más básico de este libro, que es su título. Agro10x, explica su autor, hace referencia a que el agro argentino puede ser 10 veces mejor. Y no es una consigna vacía para Mayer, que lo pone en números: “Si producimos el doble, si cosechamos el 100% de la biomasa y no dejamos la mitad en el campo, y si a eso le sumamos la capa digital con sus servicios intangibles, llegamos a un ratio de 10”.
Es una idea que, así planteada, bien podría ser tildada de utópica y propia de un libro de ciencia ficción. Pero lo cierto es que tiene algunas señales de las que agarrarse, y son los muchos casos, aunque raquíticos, atomizados y aún a baja escala, que hay en el mundo Agtech, y que muestran otra forma de producir y agregar valor.
Hay un sector agropecuario, hay ciencia, hay un mundo empresario muy diverso, hay biomasa disponible y hay pasos ya iniciados en la bioeconomía, algunos de ellos -como Bio4, por ejemplo, muy exitosos-. Ahora, lo que falta, es darle escala y, así como hace Silicon Valley, empezar a dar “disparos a la luna” (“moonshots”) que hagan a ese salto.
“Nosotros somos más mesiánicos que optimistas. Creo que necesitamos dejar de hablar y empezar a hacerlo”, opinó Mayer, que cerró su presentación haciendo un llamado muy particular al sector en el que se especializa desde hace ya muchos años: “A Argentina le hacen falta más plataformas de sueños. Necesita cuadruplicar la cantidad de empresas que tiene el país por habitante para alcanzar los niveles de Uruguay o Chile”.

“Lo que plantea Federico es una mirada diferente, porque él ve cosas que el resto no ve. En su libro llama a hacer un cambio de conciencia y a ir hacia una bioeconomía alineada con la vida y no con el modelo extractivo”, resumió, en diálogo con Bichos de Campo, van Peborgh.
Tal vez, en ese sentido, su libro no deje de ser una suerte de propuesta distópica, o motivacional, o de autorreflexión.




