El sector productor de huevos en la Argentina es víctima de su propio éxito: el auge de consumo de ese alimento barato, versátil y rendidor provocó un crecimiento de la oferta que se transformó ahora en un dolor de cabeza.
Este martes, en la sede porteña de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, los socios de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia) se reunieron para despedir el 2025 y los comentarios navegaban en torno a una sensación agridulce.
Por un lado, el consumo de huevo en el segundo semestre de 2025 va camino a ser de 390 unidades per cápita, un record histórico en la Argentina.
La posibilidad de acceder a una fuente proteica rendidora y con un valor accesible para bolsillos flacos, junto con el auge de las dietas proteicas –de la mano de la puesta en valor del entrenamiento físico sistemático–, vienen impulsado un crecimiento sostenido de la demanda.
Sin embargo, el mercado argentino tiene un capacidad limitada, la cual fue sobrepasada por el ímpetu de las inversiones realizadas en el primer tramo del año por empresarios avícolas experimentados y por nuevos participantes del negocio tentados por lo que creyeron que representaba una gran oportunidad.
Mientras que a comienzos del presente año las gallinas ponedoras sumaban 57,7 millones, se estima que a la fecha la cifra ronda los 62 millones de aves.
El resultado de ese desajuste es una progresiva caída del valor del huevo en los últimos meses, algo que, si bien torna muy competitivo a ese alimento con respecto a otros fuentes proteicas, representa una problemas para empresas que deben hacer frente a costos crecientes.
Más del 80% de los costos de una granja avícola están dolarizados (maíz, soja, genética, productos veterinarios, etcétera) y las tarifas energéticas fueron desreguladas, al igual que el combustible. La posibilidad de realizar ajustes es muy limitada.
En la jornada realizada en la Bolsa de Cereales de Aires muchos de los empresarios del sector aseguraron que están perdiendo dinero luego de haber registrado elevadas rentabilidades en el segundo trimestre de este año.
La apuesta sectorial es aprovechar el empuje productivo para salir a buscar nuevos mercados externos en 2026, algo que, con el actual tipo de cambio real, si bien no es sencillo, tampoco es imposible.
Este año las exportaciones de huevos y derivados crecieron en términos de volumen, pero cayeron en cuanto a divisas por menores precios de venta.
Así, en cuestión de meses, una fase de auge se transformó en otra de crisis, lo que evidencia que la avicultura no es para cualquiera, sino para aquellos que puedan aguantar movimientos cíclicos en fases de tiempo muy corto.
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