Fernando Bazán es productor en Hernando, en Córdoba, donde la cosecha de trigo apunta a rindes altísimos y eso en parte es gracias al clima, a la inversión de los productores y también al trabajo del diferentes consorcios. De hecho, gracias a ellos la región “no se inunda más”, como dijo alguna vez el expresidente Maurcio Macri.
La buena noticia es que los consorcios de la región lograron un trabajo articulado para manejar el agua y tener en buen estado a los caminos rurales. “Este año rescatamos 130 hectáreas. Parece poco, pero hay que contar no sólo esas sino todo lo que no se llenó de agua”, destacó Bazán.

El productor explicó que la política de gestión de cuencas integradas en Córdoba empezó en los años 50 con los consorcios camineros, canaleros y de conservación de suelos. “Ahora funciona como un sistema coordinado y planificado, cuyo lema es ‘la Cuenca manda’. Este trabajo abarca a 1,3 millones de hectáreas solamente en la Cuenca Tegua Chazón”, indicó.
En esa área “conformamos un tejido de cuenca integrada en la cual los consorcios trabajan coordinadamente: los camineros, canaleros y de conservación de suelo, todos juntos, formando un solo consorcio integrado”.
Este trabajo conjunto ha tenido resultados concretos: en 2022, lograron impedir inundaciones en unas 100.000 hectáreas y recuperar aproximadamente 150 hectáreas que antes se inundaban constantemente. “Esas hectáreas antes se inundaban; hoy están secas y productivas”, contó Fernando.
La clave está en la sistematización del agua y en la conservación del suelo, priorizando la limpieza y mantenimiento de caminos rurales y canales, y evitando abrir canales clandestinos que aceleran el escurrimiento y generan problemas mayores.

En cuanto a la inversión, indicó lo siguiente. “El fondo de desarrollo agrícola, gestionado por la provincia surge del Inmobiliario Rural que pagamos los productores, y este fondo en particular, que utilizamos para obras, se administra con mucha transparencia. Por ejemplo, una obra que en licitación pública cuesta 10 pesos, nosotros la hacemos por solo 2 pesos, porque no recibimos sueldo y lo hacemos con maquinaria propia. Nos encargamos de la gestión, del proyecto y del control del gasto”.
La eficiencia en los recursos permite que la inversión del Estado rinda mucho más, incluso a veces la ejecución de obras en los consorcios implica utilizar maquinaria pesada propia que, además, se alquila a pequeños productores para trabajos de nivelación o arreglos, que luego se facture y reinvierta en nuevos equipos.
El rol del Estado en este esquema es central, pero en su gestión, los productores tienen un control riguroso, debiendo rendir cada peso invertido, con inspecciones y auditorías. “Gestionamos fondos todos los años y contamos con personería jurídica”, indicó.

Además, las obras incluyen tareas de mantenimiento en caminos y canales que, de no hacerse, generarían roturas y mayores gastos. “Nuestro objetivo es que no haya caminos rotos, ni canales obstruidos, ni inundaciones en las ciudades, como Hernando, donde hace más de 10 años que no hay grandes inundaciones gracias a este trabajo coordinado”.
Bazán resaltó también la importancia de la planificación: “Nos sentamos con ingenieros, presentamos proyectos, y mostramos la realidad del campo y de la cuenca. Cuando llovieron 200 milímetros en provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba en marzo pasado, nosotros pudimos mover los granos y mantener la producción en tiempo y forma, porque teníamos caminos y canales limpios”.
El trabajo en conjunto no solo prevente inundaciones, sino que también ayuda a cuidar la tierra: “El escurrimiento sin control se come suelo útil, se pierde materia orgánica, y eso afecta la rentabilidad. Por eso priorizamos curvas de nivel y la limpieza de canales existentes, sin abrir más canales”.

A pesar del avance, Fernando señala que aún hay dificultades, como la superposición de obras sin permisos adecuados, por ejemplo, en alcantarillas nacionales o de ferrocarriles. “No podemos entrar con maquinaria para limpiar las alcantarillas si no tenemos permiso federal, pero si las dejamos sin limpiar, el pueblo se inunda. La política todavía no ha resuelto esa contradicción”, explica.
Fernando Bazán concluye que este modelo, nacido de la necesidad de los propios productores y gestionado con respaldo estatal, puede ser ejemplo para replicar en otras regiones.




