Hubo un Julio Ferrarotti que se erigió como el primer fitomejorador de soja que tuvo el país. Y otro Julio Ferrarotti que vio desde muy joven los hitos de su padre y siguió su camino.
“Comencé a trabajar en mejoramiento genético de soja cuando todavía iba al colegio secundario, a mis 16 años”, recordó Julio, que heredó esa misma pasión familiar y hace 50 años que se dedica ininterrumpidamente a la actividad.
Con tanta experiencia -e historia- bajo el brazo, el agrónomo evaluó junto a Bichos de Campo por qué, si el fitomejoramiento “no tiene techo”, la producción, al menos durante la última década, sí lo ha encontrado.

Las 60 millones de toneladas de soja producidas en la campaña 2025/16 se convirtieron en una barrera infranqueable ya que, desde entonces, el sector no pudo superar ese récord. Lo curioso es que, en paralelo, la tecnificación en el agro ha aumentado considerablemente, y nuevas maquinarias, conocimientos y técnicas se ponen en juego todo el tiempo.
Si no mejoran los rendimientos, ¿falla la genética, entonces? En absoluto, asegura Julio, que asegura que en el país es por demás de favorable gracias al nivel de investigación que hay, pero que en última instancia “requiere de un contexto adecuado, de prácticas agronómicas indicadas y de un acompañamiento agrometeorológico”.
Si tiene que optar, el agrónomo apunta contra un condicionamiento primordial: la situación económica. Eso es lo que no ha permitido que el potencial de rendimiento se exprese en cifras concretas, y lo que ha condenado a Argentina a perder terreno con sus principales competidores.
“La tasa de adopción de variedades nuevas en Argentina es muy inferior si la comparamos con países como Brasil, Estados Unidos o Paraguay, que han sido mucho más propensos a la siembra de tecnología con mayor potencial de rendimiento, la utilización de reguladores de crecimiento y la fertilización”, aseguró el fitomejorador.
Estructuralmente, eso explica por qué, las últimas décadas nuestros competidores directos dieron el salto que nuestro sector agropecuario no pudo dar. Y eso, más allá de la soja, es transversal a todos los cultivos.
Si Ferrarotti opta por hablar de limitantes estructurales es porque asegura que “en buena parte de la cadena, la conciencia de la importancia del mejoramiento genético está”. Lo que falta es espalda para sembrar nuevas variedades e invertir en el suelo pero, además, mecanismos que alienten a la investigación y desarrollo privados.
Sin ir más lejos, el agrónomo lamenta que, a comparación de Estados Unidos, Europa o China, “Argentina tiene una muy baja utilización de semilla fiscalizada” por la falta de instrumentos legales pero, una vez más, por los números en rojo en el sector.
“Hay una expresa voluntad del productor de reconocer económicamente los nuevos logros que se ve imposibilitada por una cuestión económica”, aseguró Ferrarotti.
Mirá la entrevista completa con Julio Ferrarotti:
Para alguien que se dedica hace más de 5 décadas a la actividad, que vio a su padre abrirse camino en el sector y marcar un hito para el país, y que aún aguarda el tan ansiado despegue del agro argentino, el escenario actual está lejos de ser el ideal. “Del lado del fitomejorador, la situación es un poco frustrante”, lamentó el especialista, que considera que “hay muy pocos profesionales abocados al desarrollo de nuevos cultivares de soja y se requiere de mayor cantidad de materia gris”.
El problema es que el diagnóstico que él mismo trazó demuestra que el negocio no atraviesa su mejor momento, entre las dificultades económicas en los productores, la baja adopción de nuevas variedades y la desprotección jurídica.
A diferencia de otros países, en donde suelen especializarse en rangos muy específicos de madurez, aquí, con recursos escasos y fuga de talentos, los profesionales deben oficiar de “generalistas”, y trabajar en todo el proceso.
“Para trabajar en una variedad hay que recorrer todo el rango de actitudinal argentino porque no existen recursos suficientes para que una compañía tenga la cantidad de trabajadores necesarios. El esfuerzo que hace el fitomejorador en Argentina es enorme”, señaló Ferrarotti.





