Parece una diferencia semántica, pero es más que eso. El analista ganadero Víctor Tonelli prefiere hablar de “nueva era” antes que de “boom” de la ganadería, porque opina -y fundamenta con datos muy concretos- que, en vez de estar en la cresta de la ola el sector recién se abre paso a parámetros, números y precios sin precedentes.
“Esto que parece un boom, recién está empezando. Queda mucho por recorrer y mucho por disfrutar aún”, expresó, durante su presentación en el cuarto Congreso del Mercado Ganadero de Rosario (Rosgan), celebrado hoy en la sede de la Bolsa de Comercio.
Con un comercio mundial en franca expansión, y factores locales de los cuales echar mano, los últimos meses han sido muy positivos para el sector. Tanto, que los altos precios motivaron un incremento en la faena y generaron que los stocks cayeran a mínimos históricos.
Pero, en lo que fue una intervención muy alentadora, Tonelli le aseguró a la cadena que quedan, al menos, dos años por delante de precios “recontra firmes” motivados por una demanda que aumenta exponencialmente y una oferta que seguirá en retracción y lejos de alcanzarla.
“Todavía no tocamos techo, en realidad no sabemos cuál es el techo”, expresó el consultor ganadero. En los últimos 20 meses, de hecho, los precios se incrementaron de forma permanente hasta alcanzar, en octubre del 2025, el máximo histórico en moneda constante de los últimos 35 años.
“A veces te pellizcas y preguntas ´¿No se habrán equivocado?´”, comentó con un franco tono humorístico, a sabiendas que en absoluto eso corresponde a una equivocación.
Aunque se trata de un fenómeno multicausal, lo que inclina la balanza, asegura Tonelli, son dos factores clave. Por un lado, el ingreso al mercado de países que habitualmente no importaban carne vacuna en cantidad, como los que pertenecen al sudeste asiático, Medio Oriente y el norte de África.
Esa enorme región, que concentra a unos 3500 millones de habitantes ha cuadruplicado su consumo en los últimos 20 años y hoy acapara el 64% del mercado mundial. “Si el volumen global del negocio se duplicó, el 90% del crecimiento se debe a esa región”, explicó el especialista, que considera que, para Argentina, eso es “enorme oportunidad para crecer en mercados donde prácticamente no se envían exportaciones”. 
Para que “pronto pasemos de canillita a campeón”, Tonelli considera que, además de ese factor comercial, es también importante el cambio en los hábitos de consumo a nivel global.
En particular, se refiere al movimiento “fitness” y a la recuperación que ha habido de la proteína animal -tanto de carne como huevos- como elemento clave para mejorar la salud y la buena forma física. Ello, tras una etapa que fue en el sentido contrario, de la mano de tendencias vegetarianas o veganas que el consultor describe como “la década a la sombra de los multiprocesados vegetales”.
Pero, si hoy las generaciones más jóvenes se vuelcan a consumir mayor proteína animal, lo cierto es que, en líneas generales, demuestran un creciente interés por la “responsabilidad social”. Es decir, aquello que refiere al cuidado del medioambiente, la sanidad y el bienestar animal, que exige, como contracara, fortalecer la trazabilidad y los mecanismos de registro para acreditar eso.
“No es un boom, es un cambio absoluto de las tendencias de consumo en el mundo combinado con la incapacidad de la producción de atender a esa oferta que crece de forma geométrica”, evaluó el consultor.
Que la oferta crece por debajo de la demanda lo expresan ciertos casos concretos. Estados Unidos, el mayor productor de carne a nivel mundial, tiene hoy el stock más bajo de los últimos 74 años, y se transformó en el segundo mayor importador. Por su parte, Brasil, que es también otro importante jugador, proyecta que el año próximo verá su producción disminuirse para iniciar un proceso de recomposición de cabezas.
“Esperen precios internacionales recontra firmes para el 2026 y 2027, van a ser para alquilar balcones”, vaticinó Tonelli.

Lo cierto es que el sector local no está exento de la tendencia global. Luego de 3 años de faena por encima del punto de equilibrio, el stock bovino perforó el piso de las 50 millones de cabezas y obliga a iniciar un proceso de recuperación similar al de otros países.
El consultor celebró la eliminación de trabas burocráticas, la apertura de mercados y la estabilidad cambiaria, y aplaudió particularmente la política de “prohibido prohibir exportaciones” de la secretaría de Agricultura. Pero aseguró que aún falta que todo ello “baje a la micro” en forma de créditos a tasas acordes y disminución de la carga impositiva.
“Para crecer se necesita plata, porque a fin de mes hay que pagar las cuentas”, apuntó Tonelli, que estima que, una vez iniciado el ciclo de retención, el año que viene el sector “podría faenar 1 millón de cabezas menos que, mitigadas por el aumento de peso, serían alrededor de 200.000 toneladas”. Esa caída de la oferta, por consiguiente, será otro aporte al aumento de precios.
A sabiendas que el consumo interno de carne vacuna se retrajo en unos 30 kilos por habitante durante los últimos 60 años, y que, además, seguirá haciéndolo, el consultor remarcó que la premisa debe ser “exportación o nada”. Para ello, cerró su intervención con una serie de cuentas pendientes o proyectos en los que trabajar para aprovechar la “nueva era de la ganadería mundial” de la que habla.
Además de fortalecer la sanidad y bajar el costo arancelario -que calificó como “un cáncer en la competitividad argentina”-, remarcó que hay que trabajar para que nuestra carne pase de “commodity a speciality”. No sólo para aprovechar los nuevos hábitos de consumo, sino para cumplir con las demandas de los mercados más exigentes y en franca expansión, como lo es el de rito musulmán.





