Federico Alonso es un empresario dedicado a la importación y desarrollo de equipos robóticos para tambos en Argentina, principalmente representando a la reconocida marca holandesa Lely, especializada en automatización de tareas en la lechería.
La tecnología de robótica aplicada al tambo se ha convertido en un factor clave para transformar el sector, mejorar la eficiencia, reducir costos y, en definitiva, hacer que la actividad sea más rentable, sustentable y atractiva para quienes trabajan en ella.
Federico Alonso explicó que la oferta de equipos robóticos para el sector lechero es cada vez más amplia y diversificada, con diferentes funcionalidades diseñadas para adaptarse a distintas necesidades y tipos de tambos.

Entre los equipos disponibles en el mercado, se encuentran robots de ordeñe, que automatizan toda la tarea de la extracción de leche; empujadores automáticos de alimento, que distribuyen la ración de forma periódica y eficiente; sistemas de alimentación robotizados, que generan mezclas específicas y controladas para los animales; y robots de limpieza como los aspiradores de bosta, que recorren las instalaciones y mantienen la higiene del área en forma autónoma.
La variedad de estos equipos permite a los productores elegir soluciones que se ajusten a su tamaño de tambo, su sistema de producción -ya sea pastoril, estabulado o mixto- y sus objetivos productivos, siempre con la mira puesta en que el tambo sea rentable, sustentable y que las personas que trabajan allí tengan un ambiente agradable y seguro.
Federico resaltó: “Buscamos que el tambo sea rentable, sustentable y agradable para que la gente no deje la actividad. Esto implica, por ejemplo, que las tareas menos amigables y repetitivas, como la limpieza de los galpones o la manipulación de los desechos, sean automatizadas mediante tecnología de punta. De esta forma, se mejora la calidad del trabajo, se optimizan los recursos y se mantiene un ambiente propicio para la continuidad en la actividad lechera”.

Además, afirma el especialista que la automatización también ayuda a reducir el uso de insumos y maximizar la producción, logrando un equilibrio que permita afrontar los crecientes costos de producción. Según datos recientes, en Argentina estos aumentan entre un 2% y un 3% en litros de leche cada año. Esto obliga a los productores a producir más para mantener la rentabilidad, sin perder eficiencia y sin que los costos se coman los márgenes.
Alonso es ingeniero naval y mecánico, se formó en Holanda y vino al país para desarrollar la empresa dedicada a importar los robots de la firma holandesa Lely. Hace siete años que su firma Nordem importa estos equipos.
Como vio que los resultados fueron buenos, con otros socios se lanzaron a armar desde cero un tambo en el que trabajan con vacas de terceros.
Así nació el tambo La Colorada, en Tandil, “un lugar pensado desde cero con un sistema integral que combina tecnología y un manejo eficiente del recurso”, afirma Federico.

El proyecto comenzó con una inversión muy cuidada, adaptando infraestructura en un campo de 100 hectáreas y realizando las obras mínimas necesarias para empezar a producir. La superficie se distribuye en diferentes ambientes, incluyendo caminos, cercas, un sistema de agua, un galpón de robots y una base de energía solar que abastece toda la operación sin conexión a la red eléctrica, lo que demuestra una visión innovadora y sustentable.
Desde el inicio, el objetivo fue que el sistema fuera escalable y que la inversión se recuperara en un período de entre 6 y 7 años, incluso en un contexto de precios de leche que, en promedio, rondan los valores que permiten hacer rentable el negocio si se gestionan bien los costos y la producción.
El sistema productivo en La Colorada combina la vía pastoril, con alta suplementación, y ordeñe voluntario mediante robots de ordeñe. Con una cantidad de vacas en ordeñe que oscila entre 240 y 280 animales, el tambo alcanza una producción promedio al año de 29,5 litros por vaca día, que en picos de primavera puede superar los 30.

En la actualidad, en La Colorada tienen un rodeo de aproximadamente 280 vacas en las 100 hectáreas que poseen. Sin embargo, en el día a día, el sistema está diseñado para ordeñar unas 240 vacas de manera voluntaria, gracias a la tecnología robótica que utilizan.
Este esquema permite que las vacas se acerquen solas al robot cuando sienten la necesidad de ser ordeñadas, lo que además de mejorar su confort y reducir el estrés, favorece la eficiencia productiva y la calidad de la leche.
La alimentación del rodeo es también parte fundamental del sistema: aproximadamente el 45% de la dieta de las vacas se basa en pasto, que se obtiene en el campo de 100 hectáreas a través de una producción pastoril intensiva.
El resto de la alimentación se complementa con silo de maíz y otros suplementos balanceados, garantizando una nutrición adecuada para maximizar la producción.
La integración de estos aspectos hace de La Colorada un ejemplo claro de cómo la inversión en tecnología y manejo sustentable puede transformar un tambo tradicional en un emprendimiento eficiente, rentable y respetuoso con el bienestar animal y del ambiente.




