Una vez por año, la Cervecería y Maltería Quilmes celebra el “Día de Campo” en su Centro de Investigación y Desarrollo ubicado en Tres Arroyos. Es una cita que reúne a productores, agrónomos, empresas subsidiarias y miembros de la firma para celebrar el inicio de la cosecha de cebada y dar a conocer los últimos avances.
En esta edición, de la que participó Bichos de Campo, todas las miradas apuntaron al lanzamiento de dos nuevas variedades de cebada cervecera que fueron desarrolladas en ese mismo establecimiento luego de 12 años de investigación y una inversión de 6 millones de dólares.
Es una noticia de impacto para Argentina y la región, pues la firma, que tiene ya 135 años de antigüedad, trabaja con 1200 productores y obtiene 1,2 millones de toneladas de cebada al año, de lo que exporta más de la mitad a Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Chile. Con la cebada se hace la malta. Y la malta es la base de la cerveza.

En la presentación, el gerente de Agronegocios de la cervecería y maltería aseguró que “una de cada cuatro cervezas que vende la compañía en todo el mundo está hecha con cebada y malta de la Provincia de Buenos Aires”. De hecho, el 65% de la superficie que ocupa este cultivo en territorio bonaerense está “copada” por variedades de Quilmes.
Malkia y Florence, los nuevos lanzamientos, se suman a los más de 20 desarrollos que surgieron de ese centro de investigación durante los últimos 51 años. Actualmente ya no es dirigido por el histórico mejorador de la firma, Antonio Aguinaga, pero sí por su sucesora Alejandra Gribaldo, quien explicó qué tienen de particular esas variedades y por qué su proceso de desarrollo demandó más de una década de investigación.

“No solo tenemos objetivos agronómicos, sino también de calidad, porque vamos de la semilla a la botella. Ninguno de los dos se negocia”, señaló la especialista.
Eso explica por qué los tiempos de trabajo son tan extensos, pues son muchas las etapas que atraviesa una línea, desde el cruzamiento en el campo hasta que un sommelier aprueba su sabor dentro de la fábrica. Como bien lo indica el nombre, el mejoramiento genético debe obtener una opción superadora -en cualquiera de los aspectos clave- pero, además, lo que se busca es que cada nueva variedad “jubile” naturalmente a las anteriores.
“La idea es que una reemplace a la otra. No podemos tener 10 o 15 variedades dentro del blend por una cuestión logística, porque cada una se comporta de distinta manera tanto en la maltería como en la cervecería”, observó Gribaldo. En este caso, Malkia y Florence se suponen complementarias y destinadas a ambientes y necesidades distintas, y por eso se lanzan en conjunto.
Probablemente, la cerveza que llegue a las heladeras el año próximo esté hecha a base de malta obtenida con cebada Malkia, pues es la variedad desarrollada para suelos y ambientes menos exigentes y que, confirmaron desde la firma, empezará a distribuirse a los productores desde la próxima campaña 2026/27. La campaña 2025/26 ya está jugada, con la cebada en plena cosecha.
“La idea de Malkia es que tenga una regionalización más amplia por su estabilidad de calibre, ya que se mantiene aún en malas condiciones ambientales”, explicó la directora del centro de investigación.
Por sus características -ciclo intermedio, estabilidad y rendimiento moderado-, será el reemplazo natural de Andreia, una variedad de cebada que ya acumula 14 años en los campos bonaerenses y que ha empezado a padecer mayores complicaciones sanitarias durante las últimas campañas.
En condiciones similares, como la falta de agua o altas temperaturas, los ensayos de Malkia arrojaron un rendimiento potencial de 10.000 kilos por hectárea -contra 9.500 de Andreia-, y una sanidad y calidad maltera mucho mejor que su predecesora.
La variedad Florence, por su parte, es propuesta como reemplazo a Montoya -otra variedad desarrollada por Quilmes hace ya 8 años- por su alto potencial de rendimiento -de alrededor de 12.000 kilos- en ambientes mucho menos extremos y con ciclos mucho más extensos.
“Buscamos que Florence vaya a los ambientes de alto potencial, donde pueda expresar su rendimiento y calibre, y Malkia a los ambientes más restrictivos, como puede ser la zona de Tres Arroyos, en donde va a tener un menor rendimiento pero mayor estabilidad de calibre y eso es importante”, agregó Nicolás Pascual, que es también investigador de ese mismo centro.

La clave, entonces, es atender a la regionalización. En campos con riego y mejores condiciones climáticas, como los de Coronel Suárez y alrededores del sudeste bonaerense, puede aprovecharse el alto rendimiento de Florence. En cambio, en zonas más secas o calurosas -como Tres Arroyos, pero también el oeste y el norte provincial- Malkia ofrece mayor estabilidad, menores problemas sanitarios y un rendimiento por encima de la media.
Sin embargo, además de esas diferencias agronómicas, y volviendo a los objetivos que tiene todo proceso de mejoramiento, se diferencian también en sus cualidades cerveceras. “No todas las variedades son iguales, sino que tienen un comportamiento distinto en el campo, en la maltería y en la cervecería. Por eso tenemos que cuidar la pureza”, afirmó Gribaldo.
Como cada nuevo lanzamiento, estas variedades se inscriben en el Instituto Nacional de Semillas y su Registro de Cultivares y, una vez terminada la multiplicación, se las vende a quienes tengan convenio con la firma.
Hace ya varios años que Quilmes establece contratos con sus 1200 productores proveedores, o en su defecto, con asociaciones que oficien de intermediarias, a través de los cuales les vende su cebada -asegurándose así que no se trastoque la calidad y que no se usen granos guardados de otras cosechas-. A cambio se compromete a comprarles su producción.
Junto con las semillas, que próximamente serán de estas variedades, se les entrega una suerte de “manual de estilo agronómico”, con una serie de recomendaciones de manejo -como fechas de siembra, fertilización y densidad- para que esas variedades efectivamente expresen un alto potencial.

Ese sistema es el que le permite acaparar unas 300.000 hectáreas con su genética, y así producir, anualmente, 1.200.000 toneladas, de lo que luego mucho se exporta, sobre todo en forma de malta, a sus firmas asociadas fuera del país. El complejo agro cervecero ocupa el décimo lugar a nivel país y es el segundo que más ha crecido los últimos años.
“Siempre lo que viene es mejor que lo que tenemos. Por eso a veces tardamos más tiempo, porque esperamos a que llegue algo mejor”, señaló Gribaldo, que celebró todo el trabajo, conocimiento e inversión que hay detrás de estos lanzamientos.





