Haber sido pioneros en la producción de nuez pecán en la provincia de Tucumán no es algo que los Bleckwedel celebren particularmente. Por el contrario, ese título los remonta una serie de tropiezos que los obligaron barajar y dar de nuevo para poder subsistir en el negocio.
Animados por las plantaciones de este fruto seco que veían de camino a la costa, y con la intensión de tener un proyecto que sirva para los ahorros, los tucumanos decidieron sumar este cultivo a su esquema productivo, que por el año 2008 se limitaba únicamente a la producción de granos en forma extensiva.
“Mi viejo siempre soñó con hacer algo para su jubilación. En 2009 compra un campo en el norte de Tucumán, en Trancas, y en 2012 plantó sus primeras cinco hectáreas. En 2013 sumó otras cinco y en 2015 cinco más. Fueron 15 en total”, recordó el agrónomo Juan Martín Bleckwedel en conversación con Bichos de Campo.
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“Ser pioneros en el NOA nos llevó a muchos problemas de desconocimiento, en especial por comprar variedades que no eran adecuadas para la zona. Nos hizo tener plantas que no florecían, que no producían, y al sexto o séptimo año debimos tomar la decisión de pasar la motosierra”, contó a continuación.
Lejos de rendirse, aquello sirvió para iniciar con un cambio varietal escalonado, a partir del cual lograron darle un giro de 180 grados a su emprendimiento.
“Fue una decisión difícil pero hoy veo que fue de las más certeras. Aplicamos una técnica de cambio de copa que nos permitió poner en producción plantas que quizás en 10 o 12 años seguirían sin dar fruta, porque no se daban las condiciones agroclimáticas. Lo que hicimos fue cortar al metro, esperar un rebrote y hacer un injerto de parche para poner una variedad nueva sobre la planta vieja”, explicó Juan Martín.
La lógica detrás de esto es la de conservar el sistema radicular que ya se encuentra desarrollado –en aquel caso se trataba de plantas de 7 años de edad-, lo que permite un crecimiento más rápido del injerto. Y el éxito fue claro: en tan solo dos años, las plantas dieron sus primeros frutos.
En esto también fue clave la inversión en un sistema de riego, ya que este cultivo demanda unos 1.200 milímetros en plena época productiva. Por el contrario, en esa zona llueven entre 300 y 400 milímetros al año.
Durante la última campaña, los Bleckwedel obtuvieron unas 15 toneladas de pecán, que distribuyeron entre el mercado interno y la exportación, tanto para la venta directa como para la industrialización y agregado de valor.
Pero además de la pata agronómica, en este derrotero fue clave la educación financiera alcanzada por los tucumanos, que incluso llamó la atención de la propia Cámara de Productores de Pecán (Cappecan).
Sucede que aunque el sector muestra una vitalidad y un crecimiento continuo desde hace varios años, son muy pocos los productores que tienen sus cuentas claras y siguen de cerca su flujo de fondos.
“La Cámara me llamó porque desde el Instituto Brasilero de Pecanicultura (IBPecan) nos brindaron una herramienta para determinar los costos y hacer flujo de fondos de distintos proyectos. El objetivo es que hagamos un modelo de costos aquí en Argentina. Es una herramienta muy buena, muy rica, que podría facilitarle al productor estimar los costos que está teniendo”, señaló Juan Martín.
Si bien los tucumanos ya contaban con una herramienta propia de estimación, esta resultó ser más práctica y permite llevar un mejor registro con los datos de los colegas.
“Ya hace cuatro años que venimos con un grupo de productores del norte haciendo costos. De hecho, es como una obligación a fin de año que todas las empresas tengan los costos hechos para poder compararnos. Y ya son dos años que todas han tenido los costos y nos pudimos comparar. La verdad que salen cosas muy enriquecedoras”, destacó Bleckwedel.
“La idea de la Cámara es poner a disposición esta herramienta para que sea más fácil para el productor saber realmente cuánto le costó producir un kilo de pecán y a cuánto la debería vender, y de esa forma pelear por el precio”, concluyó.





