Los políticos de este país, en las últimas décadas, han cargado la agenda pública de expresiones de desprecio por el otro. Luego se quejan cuando un ciudadano común reacciona con iguales modos, que son malos pero están entre nosotros. Ellos, los políticos, nos enseñan cotidianamente a odiar y luego se victimizan cuando alguien llega a odiarlos a ellos.
Los jueces de este país, en las últimas décadas, han cargado la agenda pública de episodios de impunidad. Gastan enorme cantidad de horas y de dinero público en investigar boludeces inconducentes mientras que los verdaderos delincuentes gozan de una envidiable protección. Ellos, los jueces, luego se ofenden cuando alguien les dice que son parte central del problema.
Ambas caras de la misma moneda, la decadencia de la Argentina, se han cruzado en la historia que le tocó vivir al productor y dirigente autoconvocado de Pergamino, Román Gutiérrez.
Ya contamos esta historia en Bichos de Campo el 6 de septiembre de 2022, hace ya más de tres años.
En una visible estrategia de victimización de Cristina Kirchner tras el atentado que había sufrido días antes de esa fecha, y en una cacería de los fantasmas que sus propias políticas fomentando la grieta pudieron haber creado, el gobierno anterior presentó una denuncia penal contra Gutiérrez. Su supuesto delito había sido, el 30 de agosto de ese año (casualmente horas antes del ataque a Cristina) “publicar un mensaje y video incitando públicamente a ‘fusilar’ a la entonces vicepresidenta de la Nación”.
Román estaba claramente marcado por la inteligencia oficial, porque mensajes de ese tipo se comparten de a miles en todas las redes sociales, al calor de la grieta que proponen y prolongan nuestros propios políticos, empezando por Cristina. Pero Román había sido uno de los autoconvocados que conducía los destartalados tractores que ingresaron a Plaza de Mayo en abril de ese año, en la última gran protesta agropecuaria. Además había sido ex candidato a concejal opositor en Pergamino.
Sigamos sembrando para sacar el país adelante, vamos por un país mejor, sin Kirchnerismo pic.twitter.com/qA2eyzwVFw
— Roman Gutierrez (@gutierrezroman4) September 26, 2025
Dueño de unas pocas hectáreas en Pergamino, donde además realiza algunos negocios de venta de maquinaria agrícola, Gutiérrez se comió un verdadero garrón. Él nunca ocultó haber compartió en las redes sociales ese video, pero el mismo no era de su autoría y ni siquiera sabía quién era el autor, “Nunca pensé que iba a hacer tanto lío. Era un video que no sé quien hizo, seguro que algún ciudadano recontra caliente de esos que ponen tanto video en Twitter recontra puteando a todos . Lo subí y ya está hecha la cagada”, relató el denunciado.
El propio Gutiérrez borró el video ofensivo de su cuenta personal y pidió disculpas. Pero ya era tarde porque sectores del gobierno vieron en este caso la posibilidad de machacar con que la violencia política tiene origen en la oposición, victimizar la figura de Cristina y además echarle toda la responsabilidad del “odio” a otros sectores. Fue el ex pedorro secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, quien presentó “una denuncia penal por el delito de instigación a la violencia contra Román.
Una clara maniobra política que terminamos pagando todos nosotros, los inofensivos contribuyentes anónimos.
La justicia, en un país normal, debería haber desacreditado esta denuncia infantil en dos minutos, sin gastar ni una fotocopia. Pero en el reino de la impunidad, donde los políticos gozan de los favores visibles de los jueces, el de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo (sí, el mismo que desde hace años no resuelve la causa de fondo sobre los agroquímicos en Pergamino), prolongó las actuaciones durante largo tiempo, poniendo a un ciudadano simplemente enojado bajo la picota. Condicionándolo.
Cuando la justicia no llega a tiempo no es justicia. Una vez más el juez de San Nicolás nos brinda un ejemplo claro.
Recién después de mucho tiempo, Villafuerte Ruzo dispuso la suspensión del juicio a prueba para el productor agropecuario acusado del delito de incitación a la violencia pública y estableció un conjunto de medidas reparatorias para “restablecer el sentido de responsabilidad sin desproporción punitiva”.
La noticia ahora es que la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario confirmó esa resolución del Juzgado Federal de San Nicolás, que era obvia y se demoró demasiado tiempo en leguleyas reglas escritas desde la complicidad y la cobardía.
Lo valiente y realmente justo hubiera sido decirle a los políticos que no jodan, que no se hagan las víctimas, que siempre fueron ellos los que sembraron odio. Y que cada quien simplemente cosecha lo que siembra.
Le está sucediendo lo mismo ahora mismo a Javier Milei, el nuevo presidente, que también alimenta una grieta cargada de odios entre los argentinos. Pese a que no es muy diferente lo que hace el libertario de lo que hacía Cristina, el chacarero de Pergamino lo apoya bastante en las redes sociales. Está en su derecho.
Los importante ahora es que Román Gutiérrez pueda respirar tranquilo, sin todo un Estado y una justicia adicta amenazándolo por pensar lo que quiera pensar.
El odio no es culpa de Román. Más bien ha sido Román su víctima, como lo somos casi todos. Esperemos aprender de esta dolorosa lección y que el odio y la impunidad alguna vez nos dejen tranquilos.




