En 1989, en un puerto de Nigeria, un joven empresario de Singapur cargaba los primeros contenedores de castañas de cajú rumbo a Asia. Nadie imaginaba que aquel envío marcaría el nacimiento de Olam, una de las multinacionales más influyentes, y discreta, del comercio mundial de alimentos.
Tres décadas después, el grupo mueve más de 43 millones de toneladas de productos agrícolas por año y opera 240 plantas industriales en 55 países. Con una red de 4,5 millones de productores y 92.000 empleados, Olam se volvió una pieza clave, aunque poco visible, de la cadena alimentaria global.

Fundada por Sunny Verghese, Olam creció de manera vertiginosa, expandiéndose desde África hacia Asia, América y Europa. Hoy compra, procesa y distribuye granos, aceites, cacao, café, arroz, algodón y nueces a unas 22.000 empresas, incluidas las principales marcas globales de alimentos y bebidas. Su modelo integra toda la cadena, desde el campo hasta la góndola, apoyado en centros de innovación y una red logística que cruza océanos.
En 2020, la compañía decidió reorganizar su estructura para simplificar operaciones y mejorar la rentabilidad. De ese proceso surgieron tres grandes divisiones: ofi (Olam Food Ingredients), enfocada en ingredientes de alto valor como cacao, café, lácteos, especias y frutos secos; Olam Agri, que reúne los negocios de granos, aceites, arroz y alimentos balanceados; y el Remaining Olam Group, donde quedaron las startups tecnológicas, los proyectos agrícolas en desarrollo y algunos activos en venta. La idea fue concentrarse en los negocios más estables y liberar capital de los segmentos más volátiles.

El ejercicio 2024 reflejó las tensiones de esa transformación. Olam registró ingresos por cerca de 38.600 millones de dólares, un 16% más que el año anterior, aunque su ganancia neta se redujo a 64,8 millones de dólares, afectada por mayores costos financieros y revalorizaciones contables. La deuda total rondó los 17.000 millones de dólares, lo que encendió señales de alerta dentro del grupo. Aun así, el negocio operativo mantuvo una buena performance, con un resultado de explotación de 1.100 millones de dólares, sostenido por la división de ingredientes y soluciones.
La actividad está repartida de manera desigual: Asia y Medio Oriente generan el 47% de los ingresos, África el 28%, América el 16% y Europa el 9%, una distribución que refleja la fortaleza del grupo en los mercados emergentes. África Occidental, especialmente Nigeria, Costa de Marfil y Ghana, sigue siendo su base productiva más importante.
El golpe de timón llegó en 2025, cuando Olam anunció la venta del 64,57% restante de su división Olam Agri a la Saudi Agricultural and Livestock Investment Company (SALIC), con la que ya compartía capital desde 2022. En esa primera operación, los saudíes habían adquirido un 35,43% por 1.300 millones de dólares. Con el nuevo acuerdo, cerrado en febrero de 2025, se estructuró una transacción en dos tramos: el primero, por el 44,58% de las acciones, valuado en 1.780 millones de dólares, eleva la participación de SALIC al 80,01%; el segundo, equivalente al 19,99% restante, se instrumentará mediante opciones de compra y venta (put y call) que podrán ejecutarse en los próximos tres años a una valoración base de 799,6 millones de dólares, más ajustes e intereses anuales del 6%. Si se completan ambos tramos, Olam obtendrá ingresos brutos estimados en 2.580 millones de dólares, basados en una valoración total de la unidad de 4.000 millones de dólares.

Los fondos obtenidos servirán para ejecutar el plan de reorganización del grupo: reducir deuda por unos 2.000 millones de dólares, inyectar 500 millones en Olam Food Ingredients (ofi) para fortalecer su estructura financiera y sostener su expansión global, y avanzar con una salida ordenada de los activos no estratégicos. En ese marco, Olam también anunció la venta de su participación del 32,4% en ARISE P&L, una empresa de infraestructura logística y portuaria en África Occidental, por 175 millones de dólares. Esta desinversión se inscribe en un programa más amplio de retorno de capital a los accionistas, que incluye dividendos especiales.

Mientras tanto, la estrategia global del grupo gira en torno a Olam Food Ingredients (ofi), el brazo de ingredientes alimentarios. Esta unidad concentra el valor agregado de Olam: provee cacao, café, lácteos, frutos secos y especias a fabricantes de alimentos y bebidas de todo el mundo, y desarrolla soluciones personalizadas en sabor, textura y nutrición. Es el segmento con mayor potencial de crecimiento, impulsado por la demanda de alimentos más saludables, sostenibles y trazables.
En tanto, Olam Agri, hoy bajo control mayoritario saudí, mantiene una fuerte presencia en los mercados de granos, arroz, aceites y proteínas animales, con foco en Asia y África, donde abastece tanto a industrias locales como a programas de seguridad alimentaria. Su desempeño operativo sigue siendo sólido pese al impacto de los aranceles estadounidenses y las tensiones geopolíticas.

Por su parte, el Remaining Olam Group funciona como una incubadora de negocios agrícolas y digitales. Allí conviven proyectos como Mindsprint, su brazo tecnológico que desarrolla soluciones de transformación digital y ciberseguridad para el agro, junto con operaciones agroindustriales en África, entre ellas Olam Palm Gabon, Rusmolco y Caraway, y nuevas plataformas de inversión como Nupo Ventures, orientada a startups de sostenibilidad y agricultura de precisión
Hacia adelante, el gran desafío para Olam será completar la venta a SALIC y reordenar su tablero sin perder el rumbo. Con menos deuda y los pies puestos en el negocio de ingredientes, el grupo entendió que ya no alcanza con mover granos; el negocio pasa por lo que se puede hacer con ellos.



