La cadena porcina dio un paso que venía reclamando desde hace años. El nuevo plan sanitario para controlar la enfermedad de Aujeszky, oficializado hoy por Senasa, fue recibido con satisfacción por parte de los productores y la industria, que tienen ahora finalmente una hoja de ruta concreta para sanear el rodeo y liberar el comercio de restricciones internas y externas.
Agustín Seijas, director ejecutivo de la Federación Porcina Argentina, destacó que el sector privado acompañará el proceso no solo desde lo técnico sino también desde lo económico.
En el contexto de un nuevo plan sanitario, los establecimientos que den positivo deberán hacerse cargo del costo que implique el control y erradicación del virus en su stock de cerdos.
En tanto, en aquellos planteos más chicos, que no cuentan con movimientos de hacienda registrados, el Senasa se encargará de hacer la fiscalización y el control de la enfermedad estará a cargo de un fondo que se creará para tal fin con dinero del sector privado, es decir con aportes de los criadores más grandes. Se estima que el dinero necesario no superará el millón de dólares.
El plan establece una primera etapa enfocada en la vigilancia y diagnóstico, con la identificación de predios positivos y la clasificación sanitaria de las granjas. A partir de ese mapa, cada establecimiento tendrá un protocolo definido para avanzar en el control, con vacunación obligatoria y monitoreos periódicos.
Se espera que “en esa primera etapa del plan la situación quede bastante controlada, ya que se trabajará con los productores de entre 60 y 99 reproductores que abastecen a los de más baja escala. El aporte económico que harían los privados se estima que no será superior al millón de dólares”, dijo Seijas.
La segunda fase prevé la reducción progresiva de la presencia del virus en las granjas comerciales que aún estén afectadas y que tengan además menos de 60 reproductores. Habrá seguimiento técnico, exigencias de manejo y verificación de cumplimiento, con plazos claros para asegurar avances medibles.
Finalmente, se apunta a una fase de erradicación, en la que se pueda certificar a la Argentina como libre de Aujeszky. Esa condición abriría nuevas puertas a la exportación de carne porcina y también de genética, un objetivo largamente perseguido por el sector.

La vacunación entonces se realizará en los establecimientos que den positivo de Aujesky y en los que la resolución del Senasa denomina Establecimiento Invernador Porcino con Protección a Aujeszky (IPPA).
Se trata de acopiadores que compran capones de diferentes orígenes, los engordan y mandan a faena o los venden a otro acopiador, según la conveniencia del negocio, antes de que alcancen el peso de faena. En esos casos hay que vacunar dentro de los 14 días posteriores al ingreso.
Según explican desde el sector privado, la vacuna a aplicar hay que importarla, “pero por ahora hay stock”.
Seijas remarcó que el avance sanitario genera previsibilidad en la producción y pone al país en un camino similar al de los principales jugadores internacionales. Los productores de porcinos consideran que este es el momento de empujar fuerte para que el trabajo conjunto entre Estado y privados marque una diferencia concreta en la competitividad de la actividad.





