La palabra “abandono” no forma parte del vocabulario personal del productor correntino Marcelo Cabonell, ya que él mismo es un gran ejemplo de lucha para superar una grave adversidad: en un accidente perdió las dos piernas y sin embargo no se dio por vencido, continuó con su actividad.
Pero la palabra “abandono”, tristemente, si forma parte de su gestión cotidiana como dirigente rural. Se tropieza con ella cuando ve que muchos de los problemas del agro correntino son ignorados por la política. También porque muchos productores de su distrito son presas del delito rural y terminan “abandonando” sus propios campos.
Muchas veces, la política representa un obstáculo para la producción, no tanto por acción como por omisión. Por ejemplo, en la provincia de Corrientes, que es la cuarta más importante a nivel ganadero, denuncian los ruralistas que hay cientos de hectáreas abandonadas debido al auge del delito de abigeato que se ha apoderado últimamente de muchos departamentos que dan a la costa del Río Uruguay, en la zona de frontera con Brasil.
De todos modos, las autoridades nacionales y provinciales parecen ignorar este problema. Nadie aún se ha propuesto enfrentar seriamente este creciente delito, que puede representar la quiebra de un productor cuando el robo es grande en cantidad, o continuo en pequeñas cantidades.
Carbonell, que es presidente de la Sociedad Rural de Paso de los Libres, puede enumerar varios ejemplos donde la política parece “abandonar” de su objetivo primordial, que debería ser trabajar por el bien común.
Además de la ganadería, la provincia de Corrientes de destaca por su producción arrocera, en la que lidera a nivel nacional, y por el potencial que tiene en los sectores cítrico y maderero. Pero si aún mucho de ese potencial no está expresado es porque, según opina Carbonell, no hay dirigentes a la altura que tomen las decisiones políticas adecuadas.
La prácticamente inexistente lucha contra el delito de abigeato es una clara muestra de ello, a pesar de que ya son muchos los campos abandonados, en especial sobre la costa del Uruguay, quizás -como sugieren algunos- para “liberar” así la zona a la acción de las bandas del narcotráfico.
El abandono de la política es notable. Por caso, la Ley Provincial 5691, sancionada en 2006, ordena la creación de una estructura judicial específica para investigar el robo de ganado, mediante una red de Fiscalías de Investigaciones Rurales y Ambientales. Pero, casi 20 años más tarde, en Paso de Los Libres aún reclaman que esa dependencia se ponga en funcionamiento en el plano local.
“Reclamamos que haya una fiscalía rural porque las fiscalías generales minimizan el delito de abigeato”, explicó el ruralista, que asegura que eso es muestra de que “faltan ganas y voluntad política” para erradicar ese tipo de delitos.
En cierta medida, el robo de animales, la inseguridad rural o la invasión de jabalíes parecieran ser resquicios de épocas pasadas o señales de atraso en un sector que tendría mucho más para dar. Desde ya que esos signos de involución se conjugan con cambios que a nivel productivo son relevantes, como la incorporación de tecnología y la adopción de nuevas tendencias de trabajo, pero eso suele ser opacado por esas barreras forzosas que se imponen a la actividad.
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Sin ir más lejos, asegura Carbonell, en su región “se han abandonado campos porque ni los propietarios ni los arrendatarios quieren quedarse”. Eso significa desinversión, menos producción y menos puestos de trabajo para la región, pero aún así no hay respuestas convincentes por parte de quienes tienen que darlas.
“Nosotros manifestamos lo que pasa, y cuando vamos a hablar con los funcionarios nos damos cuenta que lo saben al detalle. Entonces, ¿qué falta?”, pregunta retóricamente el ruralista. La respuesta implícita es “decisión política”.
Mirá la entrevista completa con Marcelo Carbonell:
En lo personal, el gremialismo representa para Marcelo un aspecto fundamental de su vida. De hecho, relata, trabajar para representar a sus pares productores fue lo que lo impulsó a “salir a la calle y enfrentar la situación” tras haber sufrido un accidente automovilístico que le hizo perder sus dos piernas.
Por eso es que también confía en que el problema productivo de su provincia, y de su zona en particular puede ser solucionado desde la gestión, con dirigentes que lleven las demandas de los productores a los escritorios de los funcionarios.
“En el fondo, hay una sola línea a trazar. El político habla mucho del desarrollo social, pero eso no existe si no hay crecimiento económico”, asegura Carbonell, que insiste en que primero se asegure la infraestructura, la estabilidad y las herramientas productivas para que el sector privado pueda crecer y, con el lo pueda hacer luego el resto de la sociedad, incluyendo al propio Estado.
“Nos quedamos con las chiquiteces y no pensamos en el país”, lamenta el ruralista que no dispone de la palabra “abandono” en su vocabulario.
Hace poquito tiempo atrás, estabamos en la tapera de una amigo cortando leña, y pasa la camioneta la polícia rural, y claro! con el ruido de las motosierras no la vimos que se detuvo y entró al campo donde estábamos. A los pocos minutos la teníamos a metros nuestro, y mi viejo y yo paramos las motosierras, y el oficial se bajó y nos consultó si eramos los dueños de ese campo, a lo que dijimos que no!. Acto seguido nos pidió datos personales, referencias y llamó a la central(mientras…pasaba el dueño del campo y se cagaba de risa, y tocaba bocinas y nos gritaba) luego de consultar nuestros datos, observó que no eramos prófugo, y menos teníamos ordenes activas de delitos. Y entonces, mi padre le pregunta:”¡Y digamé oficial…porqué no se lo ve cuando llueve por acá…porque nuestra chacrá es esa que se ve de acá!”(estabamos a 3 propiedades de la nuestra). ¿Qué nos dijo?…que no hay plata para el combustible…o sea!!!!…está a la buena de dios en el campo…y obvio: armate y cuidate vos solo nomás! eso sucede en todas las pcias.