Días atrás contamos en Bichos de Campo los avances de un proyecto del Conicet que apunta a fortificar las semillas de cebada cervecera, con el objetivo de obtener una bebida más saludable.
En paralelo a ese estudio, otro equipo multidisciplinario de ese organismo trabaja en el mejoramiento genético de la variedad de cebada Andreia, una de las más cultivadas del país, con el propósito de incrementar no solo su calidad sino su productividad a nivel industrial.
Lo curioso es que este avance, que daría a ese cultivo un mayor contenido de almidón degradable, facilitando la fermentación y aumentando la eficiencia del malteado, se lograría gracias a la transferencia de un gen proveniente del alga Ostreococcus tauri. Y aunque a priori se enfocaría en la cebada destinada a elaborar cerveza, eventualmente podría tener implicancias también en la que se destina a la producción de forraje.
Según dieron cuenta desde el Conicet, la novedad del proyecto radica en que, si bien existen desarrollos de cebada transgénica, es la primera vez que se modifica este cultivo con enzimas de algas.
El puntapié inicial de esta investigación fue un ensayo buscó trasladar el mencionado gen a otra planta, la Arabidopsis thaliana, que suele usarse como modelo en experimentos genéticos vegetales.
Eso derivó en la obtención de ejemplares de Arabidopsis genéticamente modificados con mayor contenido de almidón, más unidades de glucosa fermentables y menor tamaño del gránulo de almidón.
Aquello resultó sumamente prometedor, ya que el contenido de almidón es fundamental para la producción cervecera. “El almidón está compuesto por cadenas de glucosa ensambladas, con una morfología compleja. Si puedo hacerlas más flexibles, tendría esas unidades de glucosa disponibles para que una levadura las fermente y se produzca el alcohol. Es decir, modificamos la estructura para que el sustrato importante para la fabricación de la bebida alcohólica esté accesible”, explicó la investigadora y líder del proyecto, María Victoria Busi, del Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos.
“Este es un aporte fundamental de este desarrollo ya que puede asegurar tiempos de malteado, de sacarificación y permite regular el gusto para obtener una mejor cerveza”, resumió a continuación.
Para avanzar con este proyecto se escogió la Plataforma Agrobiotec de la Facultad de Ciencias Agrarias y de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Allí se realizaron los ensayos con Arabidopsis, ya que cuenta con un laboratorio de biología celular y molecular, donde las plantas pueden crecer en condiciones controladas.
Para avanzar con el proyecto fue necesario poner a punto un sistema de cultivo in vitro de cebada, y utilizar una pistola genética para introducir el gen del alga en el genoma de la planta.
“Previamente se modificó el gen del alga de modo que se exprese solamente en el endosperma del grano de la cebada, y no en la planta completa. Una vez que las plántulas alcanzaron un tamaño adecuado, se trasplantaron en macetas y se llevaron a las cámaras, con el objetivo de conducirlas a la madurez para cosechar sus semillas y analizar la siguiente generación”, informaron desde el organismo.
Si bien el equipo reconoce que para tener éxito hay que hacer un esfuerzo grande en la cantidad de experimentos, actualmente ya se han logrado ocho eventos transgénicos independientes, de los cuales cinco ya muestran un mayor contenido de almidón.
“Es importante desarrollar eventos independientes y generar distintas líneas, porque en cada evento el transgén se puede alojar en un lugar diferente del genoma, y esto puede condicionar su expresión y, en consecuencia, el resultado final del proyecto. Por eso se necesitan varios eventos que no se vinculen unos con otros”, aclaró Hugo Permingeat, del Instituto de Investigaciones en Ciencias Agrarias de Rosario.
“Estamos convencidos de que el avance del proyecto nos está llevando a confirmar las hipótesis planteadas y que cada pasito que vamos dando, nos da veracidad de lo que habíamos postulado inicialmente. El verdadero éxito de esta investigación es que llegue al campo argentino. Para que ocurra, es necesario que surja un socio estratégico que pueda adoptar esta tecnología”, sostuvo a continuación.