Las inundaciones del centro oeste de Buenos Aires son una verdadera catástrofe productiva. Según un estudio reciente de Carbap, ya hay entre 2 millones de hectáreas bajo agua, y otro millón improductivo por la falta de caminos o de piso.
Según la entidad ruralista, el saldo que dejaron las precipitaciones de las últimas semanas de agosto y primeros días de octubre alcanza, por lo menos, a unos 17 partidos del centro de la provincia. En total, estiman que allí hay casi 500.000 hectáreas anegadas, 463.777 muy anegadas y 441.540 inundadas. Si se contempla el grueso de la Cuenca del Salado, los números totales superan los 2 millones de hectáreas. Si se toman las áreas improductivas, probablemente se supere las 3 millones de hectáreas.
Además de los fríos números de la productividad –o improductividad en este caso- hay historias de vida dentro de las zonas anegadas. Por estos días no resulta raro que haya trabajadores rurales aislados en las estancias, productores que debieron abandonar su casa y mudarse al pueblo. También trabajadores que ante la imposibilidad de trabajar y la necesidad de ganarse el mango, deben migrar a otras regiones con mejor presente para poder mantenerse.
La vida, la ruralidad y lo cotidiano en ese territorio de dos millones de hectáreas está en pausa. Las familias de los aislados prenden velas para no tener que sufrir desgracias si llega a haber un accidente, o algún problema de salud. Hay zonas donde no se puede llegar ni en 4×4 ni en tractor, pero si a caballo. Hay otras que ni a caballo porque el agua supera el metro y medio.
Estela vive en 9 de Julio, una de las zonas más afectadas por las inundaciones. Su esposo es un trabajador rural de la zona, y recién ahora está pudiendo volver a reencontrarse la familia, no sin obstáculos. Pasó mucho tiempo sin verlo, y no sabe cuándo volverá a hacerlo, si es que vuelve a llover.
Mirá la entrevista con Estela: