Además de las deudas millonarias y una pila de cheques rechazados, el grupo venezolano Maralac, que administra desde 2012 la empresa láctea La Suipachense, también afronta un conflicto laboral que hasta ahora no tiene fecha de finalización.
La situación escaló cuando -hace 2 semanas- la dirección echó a 9 trabajadores administrativos, acusados de haber pagado sueldos sin su consentimiento. Ahora, confirmaron fuentes del gremio Atilra a Bichos de Campo, podrían despedir a otros 60 empleados más, en medio de los recortes masivos y la compleja situación financiera.
“No se vislumbra solución alguna”, dicen desde Atilra, que hace semanas advierten por el cierre inminente de la planta y apuntan que Maralac está llevando adelante un vaciamiento para declarar la quiebra y salir ilesos, tal como lo han hecho en otras ocasiones.
El conflicto en La Suipachense cobró notoriedad cuando los 140 trabajadores salieron a manifestarse por las calles de Suipacha, un pueblo de apenas 12.000 habitantes que hoy está en vilo por la difícil situación de su principal industria.
“El conflicto es total”, deslizó una fuente del gremio, que ayer se volvió a movilizar, pero esta vez en las calles de Chivilcoy. En paralelo, sin haber recibido hasta ahora una respuesta favorable por parte de los dueños de la empresa, se mantiene el acampe en las puertas de la planta.
La mayoría de los empleados de La Suipachense acumulan al menos 2 meses de sueldos atrasados. El pago parcial de algunos de ellos en agosto fue lo que motivó la salida de 9 administrativos, a los que la empresa acusó de haber actuado sin su consentimiento.
Así las cosas, los trabajadores mantienen la medida de fuerza, mientras reclaman por una salida viable al conflicto. Las negociaciones, dicen, están estancadas.
Algunos trascendidos que llegaban desde el pueblo del norte bonaerense indicaban que está la posibilidad de negociar un 50% del control de la firma en manos de los operarios, algo que fue desmentido a este medio por parte de Atilra.
Nacida como cooperativa hace ya 75 años, La Suipachense es controlada hace más de una década por Maralac, un grupo de capitales venezolanos que anteriormente había invertido en otras firmas del sector, como Lácteos Verónica, Sancor, La Lácteo y ARSA.
En rigor, no es tampoco la primera vez que atraviesa graves conflictos financieros, pues Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), que pertenece también al Grupo Vicentín y Maralac gerenció, tuvo que cerrar sus puertas hace más de un año, envuelta en una crisis financiera y judicial. Temen que la historia se repita en Suipacha.
Según trascendió las últimas semanas, la empresa afronta casi 600 cheques rechazados por más de 5000 millones de dólares y deudas muy importantes con sus proveedores y hasta los servicios de luz y gas. Hace días que se habla de un inminente cierre y, desde Atilra, señalan que esta es una más de las maniobras de Maralac para vaciar la empresa y declarar la quiebra.