En los engordes a corral comenzó el proceso de vaciado. Los datos que publica la Cámara de Feedlot dan cuenta de eso. Si a inicios del mes de agosto la ocupación de los corrales era de 69%, ahora es de casi 67%. La baja es mayor al 2% y se refleja también en el índice de reposición, que es menor a 1, lo que indica que salen más animales de los que ingresan al proceso.
El otro dato importante que surge del informe tiene que ver con la incidencia de la cuestión financiera en los resultados de la actividad. De acuerdo con la cámara, el margen bruto por animal que sale para la faena, y tomando como referencia los precios actuales de compra-venta, es de casi 30.000 pesos. Pero cuando se le agrega el costo del capital inmovilizado, es decir la tasa de interés que está por las nubes, las pérdidas llegan a 151.000 pesos por cabeza.
Conclusión: una vez más conviene poner la guita en el sistema financiero y dejar de romperse el coco tratando de producir algo que nunca se sabe a qué valor se venderá, ni en qué condiciones macroeconómicas. Más aún, en un contexto de elecciones y con perspectivas de devaluación.
En algún momento de su historia contemporánea, algunos dicen que fue durante la última dictadura y cuando José Martínez de Hoz era ministro de Economía, Argentina decidió dejar de ser un país productivo para pasar a depender de las deudas y del sector financiero. Y parece empecinada en cumplir ese designio.
Pero desde el arranque del nuevo gobierno se dijo que el esquema macroeconómico había cambiado gracias a la caída notable del nivel de inflación. En el último año de la gestión de Alberto Fernández, aquel número llegó al 280%, mientras que para 2025 se calcula una suba de precios en torno al 35%.
Ese aplacamiento del ritmo de aumentos de los precios de la economía, según decían los empresarios, obligó a volver a hacer foco en los costos y en la eficiencia de las diferentes actividades, porque el negocio había vuelto a ser productivo.
Ojalá se siga por ese camino. Por el bien de las empresas y de todos, nadie puede ni quiere vivir con inflación alta, tampoco endeudado y menos en dólares. Por lo pronto, lo que se ve es que otra vez la macro complica a los que confiaron y pusieron la plata a producir bienes. En este caso nada menos que al alimento más preciado por los argentinos: la carne vacuna.