Según estimaciones privadas, este año se podría alcanzar una superficie récord en la siembra de trigo. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires calculó que la implantación del cereal podría alcanzar las 6,7 millones de hectáreas, lo que supone un crecimiento del 6%. En tanto, se mantendría en 1,3 millones de hectáreas el área con cebada. Pero en agricultura, más siembra no significa necesariamente más producción y, mucho menos, rentabilidad para los productores.
Además de la ayuda del clima, el aumento en los rindes requiere de una buena aplicación de tecnología. De acuerdo con lo que contó Guillermo Pailhe, productor del sudeste bonaerense, a Bichos de Campo, “este es una ciclo de tecnología intermedia tanto en trigo como en cebada, principalmente por los costos de producción entre los que pesan fuerte los alquileres y los fertilizantes”.
El productor de Tres Arroyos contó que en la zona triguera núcleo el “70% a 80% de las producciones se realizan en campo alquilado, y el valor de los fertilizantes, principalmente fosfatados y nitrogenados, no tienen el mejor valor promedio”.
“Están 20% por encima de lo que se venía el productor pagando en campañas anteriores. Entonces se está haciendo fertilizaciones principalmente de base y no de reposición. Creo que es un año de tecnologías intermedias”, detalló Pailhe.
El punto es que si no se hacen las inversiones adecuadas, se afectan los rindes y eso impacta en el resultado económico en un año en el cual los precios tampoco acompañan. La producción esperada en la zona, según explicó el bonaerense, ronda los 45 a 55 quintales, lo que varía mucho según el nivel es de lluvias y de fertilización que se haga.
“Eso es lo que el productor tiene que esperar para que el número tenga rentabilidad positiva. Si uno por ahí baja mucho la tecnología, esos rendimientos no se logran y la rentabilidad no va a acompañar el proceso productivo”, señaló.
En cuanto a los alquileres, indicó que en esa región rondan los 7 a 10 quintales de soja, y que el 80% del costo se carga al trigo que es el cultivo cabecera. Las sojas de segunda o maíces tardíos ayudan a mejorar la ecuación pero tienen “un resultado más bien errático de acuerdo a las precipitaciones estivales”.
Otro factor que complica el resultado del trigo, contó Pailhe, es el incremento del costo de las labores: “Su valor se ha incrementado en las últimas campañas en dólares. Eso también estamos esperando que, de acuerdo a este sinceramiento de precios, pueda volver a valores normales. Están entre un 10% y un 15% por encima del promedio, tanto en la siembra o en la cosecha”.
Las perspectivas no son las mejores para el trigo. Los números macro dan cuenta de un aumento de área que puede confundir, porque eso no significa que haya rentabilidad en el cultivo. En medio de este escenario, el gobierno decidió bajar las retenciones de 12% a 9,5%, medida que fue celebrada pero que no es suficiente.
“Creo que lo que se puede pedir es que liberen los sistemas de producción de retenciones. Tampoco pidamos que sea una producción modificada, pero que sea totalmente libre, que el precio surja de oferta y demanda. El productor tiene a veces rentabilidad escasa o negativa, y el fisco ni se entera. El riesgo climático que asume el productor, el Estado no lo tiene, así que es el negocio excelente”, finalizó Pailhe.