La técnica de la destilación, que da lugar a gran parte de las bebidas alcohólicas que hoy consumimos, se remonta a las antiguas civilizaciones chinas, egipcias y árabes. En la Edad Media se popularizó en Europa, y recién con la llegada de los españoles a América, con su aguardiente de caña de azúcar, se hizo conocida en estas latitudes.
El surgimiento de la empresa Pequeña Destilería Argentina S.A (PDA), abocada a producción de aguardiente de peras Williams en Río Negro, remite a esa historia de larga data: Fue fundada con capitales alemanes, atraída por la calidad de la fruta del Alto Valle, y hoy exporta prácticamente toda su producción a Europa, donde esta bebida es muy popular.
La historia, que reconstruyó Diario Río Negro en una nota, comienza en 1991, a partir de la alianza entre la empresa alemana Bimmerle KG, de amplia trayectoria en la producción de bebidas alcohólicas, y la firma argentina Expofrut, abocada a la exportación de fruta fresca.
La motivación de los inversores del Viejo Continente estaba en la calidad de la pera Williams, una variedad del norte patagónico muy destacada por su contenido de azúcares y su calidad, prometedora para la producción de destilados.
Y nada de eso ha cambiado, porque pasaron 34 años desde su fundación, con crisis, transformaciones y cambios de propiedad en el medio, pero el producto es el mismo. Hoy cuentan con una producción anual de alrededor de 400.000 litros de aguardiente de pera, de la cual exportan un 99% a los mercados más exigentes de Europa.
Pero lo particular de Pequeña Destilería Argentina -que ya no es tan pequeña- no es sólo la bebida que produce, sino el circuito productivo que elige para hacerlo. Desde que Expofrut salió del negocio, la firma alemana instalada en Allen compra cientos de toneladas de pera a pequeños y medianos productores de la zona, lo que activa el circuito productivo y deviene en un importante incentivo para este sector en crisis.
¿Podría hacerlo de otro modo? Probablemente no. O, al menos, no con otras variedades. “Ningún lugar de Europa tiene el aroma y el sabor de la pera Williams del Alto Valle. Es único”, explicó el presidente de la compañía, Juan Bruner, en la entrevista con Diario Río Negro.
En ese sentido, entre enero y marzo unos 120 productores a abastecen a la empresa con alrededor de 10 millones de kilos de peras. Todas ellas son aptas para el consumo humano pero no pueden exportarse en fresco porque su cáscara no es óptima, ya sea por algún daño ocasionado por granizo u otra causa.
Con esa fruta, que se produce desde Villa Regina hasta Barda del Medio, primero se hace una molienda. Ese puré de pera, que es fermentado por varios días, luego es destilado y así se separa el alcohol que da lugar a este particular aguardiente.
Para su comercialización, una vez en Alemania, se lo embotella bajo la etiqueta Lorch. Esa exportación representa un ingreso de 2,5 millones de dólares anuales y, cabe destacar, es la única producción de aguardiente de pera Williams con la que cuenta el grupo Bimmerle en el mundo. Eso explica la importancia que le dan a su planta rionegrina.
Su inserción en el mercado local es mucho menor. El 1% de la producción que queda dentro del país lleva la marca Christallino, y se comercializa en la zona de Allen.
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La visión, a futuro, no es la de crecer en escala. Desde la compañía, remarcan que, más que aumentar la producción, su propósito es seguir abasteciendo al mercado de nicho europeo con un producto de calidad y muy anclado en la producción local.
“Nos gusta trabajar con productores genuinos, porque eso asegura trazabilidad y calidad. Hoy todos los que nos abastecen son pequeños chacareros”, afirmó el presidente de la empresa, que adelanta que las futuras inversiones serán para incrementar la eficiencia y mantener el vínculo con uno de los circuitos frutícolas más importantes del mundo.