No es noticia el hecho de que la producción frutícola de Río Negro atraviesa una crisis crónica hace varios años. Al igual que muchas otras economías regionales, en el Alto Valle se vislumbra el quebranto de los pequeños y medianos productores, la descapitalización y los descalabros en la estructura de costos; condiciones que ahora además se profundizan con la apertura a la importación.
La pregunta insidiosa para hacerle al secretario de Fruticultura de esa provincia, Facundo Fernández, es, precisamente, qué hacer con ese diagnóstico. Y fue lo que respondió, en una extensa entrevista con Bichos de Campo.
Antes de entrar al meollo del asunto, merece la mención una cuestión más “anecdótica”. El funcionario estuvo repartiendo peras y manzanas, que trajo directamente desde el Alto Valle, en la Exposición Rural de Palermo.
-¿Por qué?-, le preguntamos.
-Porque llevamos dos agendas paralelas. Una es la de la coyuntura y otra es la de los objetivos que no queremos perder de vista, y en eso está que la gente aprenda a consumir nuestra fruta- explicó Fernández, que se ha propuesto gestionar en esa doble línea: Las demandas urgentes y las políticas a largo plazo.
Si vamos a lo coyuntural, su diagnóstico es certero. “La situación es compleja”, afirma el secretario, que al igual que muchos otros funcionarios de su cartera le toca estar en ambos lados del mostrador, y conoce, en primera persona, cómo es producir fruta con costos muy elevados, precios que no alcanzan siquiera a cubrirlos y, encima, con la competencia de los importados.
En ese escenario hay productores que, cansados de no recibir las respuestas esperadas, amenazan con impulsar medidas de fuerza, como lo es el tractorazo del que ya hablaron algunos autoconvocados.
“Nosotros creemos que el método es otro, es trabajar codo a codo de manera productiva”, afirmó Fernández, que asegura que su cartera hoy atiende a todos los productores y mantiene un vínculo estrecho con la Federación, que nuclea a 17 cámaras.
“Nosotros tenemos claro que como funcionarios públicos nos debemos a todos, y por eso atendemos incluso al productor independiente que no se identifica con nadie”, agregó.
La cuestión parece estar unos escalafones más arriba en la pirámide estatal, porque lo cierto es que, así como están las cosas, parece que la fruticultura no es prioridad para nadie en el gobierno nacional.
En concreto, lo que preocupa al sector es que, con una alta presión tributaria y un tipo de cambio desfavorable, se les hace difícil competir. Tanto puertas adentro, donde destinan el 80% de sus manzanas e ingresa fruta de China y Chile a menor precio, como puertas afuera, a donde envían el 90% de sus peras.
Esa es la coyuntura que se impone y amenaza continuamente con barrer planes a largo plazo. “Si nosotros no le damos al productor eficiencia, por más política que apliquemos, está fuera de juego”, lamentó Fernández, que igualmente insiste en que el pedido hacia el Ejecutivo nacional no es fin de la importación o un dólar especial, sino una cancha equilibrada.
Es el mismo pedido que hacen hoy desde otros sectores y economías frente a la apertura de fronteras.
“No pedimos que cierre la importación, pero sí queremos las mismas reglas de juego”, expresó el funcionario. ¿Cuáles son, a su criterio? Menor presión impositiva y financiamiento a largo plazo para invertir.
Si se pone la lupa sobre la estructura de costos, esto no parece descabellado. A comparación de Chile, por ejemplo, el sueldo en dólares de un trabajador frutícola es más del doble, lo cual no sería un problema per sé si no se le sumara lo que debe pagar cada empresa al Estado en concepto de aportes.
Lo mismo sucede con la energía, que hoy ocupa el segundo puesto en el ranking de costos en la actividad. El pedido concreto desde la Secretaría de Fruticultura es que se reduzca el IVA -un impuesto de órbita nacional- a ese sector, que hoy tributa en un 27%. Sería un modo de reducir, de forma indirecta, el precio que paga el sector para vender en diciembre la manzana que cosecharon en marzo y que estuvo guardada en cámaras de frío.
Al día de hoy, el productor primario no paga Ingresos Brutos y sólo tributa el 10,5% de IVA, pero no ha demostrado ser suficiente para aliviar la crisis en la actividad.
En paralelo, Fernández señaló que desde el estado provincial también impulsan líneas de crédito propias, en un intento de potenciar la inversión y el capital de trabajo, pero también de darle impulso a proyectos relegados por muchos años, como es la elaboración de subproductos o de bioenergía con los restos de la fruta.
Ese es el punto de encuentro entre la coyuntura y la política a largo plazo, y por eso no sólo se financia la compra de agroquímicos, o de maquinaria específica, sino también de infraestructura de riego y mallas antigranizo, en un intento de que el clima no sume más preocupaciones a las que ya tiene el sector.
“Todos los créditos que otorgamos son para establecimientos de menos de 50 hectáreas. Al productor grande, lo acompañamos al banco”, afirmó el funcionario, que insiste en que hoy su cartera no descuida a ningún eslabón de la cadena frutícola, pero que acepta que todavía falta trabajar mucho para recuperar los niveles productivos y de consumo que había décadas atrás, y de los que sólo les queda el recuerdo.