La semana pasada, un decreto del presidente Javier Milei introdujo fuertes cambios en el sistema histórico de conducción del INTA. A partir de ahora sus presidentes, Nicolás Bronzovich y los que lo sucedan, tendrán poder total y el organismo ya no tendrá poder de decisión autónomo sobre su rumbo. Esto da por tierra con una de las pocas políticas agropecuarias que trascendieron a los gobiernos.
Ariel Pereda, quien todavía es director nacional de este organismo -cargo al que accedió por concurso en 2023- aunque se transformó en los últimos meses en un fuerte cuestionador de la avanzada oficial, charló sobre esto con Bichos de Campo.
-¿Qué cambios introdujo el decreto en el INTA?
-Hay un cambio muy importante en su gobernanza, que era colegiada y en la cual el Consejo Directivo daba órdenes, lo dirigía y estaba conformado por diferentes instituciones. Así funcionó durante casi 70 años. Había un balance en la conducción que era muy beneficioso. La mitad de los representantes eran privados y la otra del sector público. Había cuatro representantes de las entidades de productores, uno de Crea, y otros cinco del sector público, pero en realidad solo su presidente, vice y un vocal eran nombrados por el gobierno, los otros dos eran de las facultades de Agronomía y Veterinaria.
-¿Servía eso?
-Eso le permitió al INTA, durante 69 años de vida, poder entender y negociar los diferentes gobiernos y siempre pudo tener una línea de conducción. Hoy cambia eso. La conducción es ahora unipersonal, en el cargo de un presidente que tiene rango de secretario de Estado, y que tiene al costado un consejo técnico conformado por siete personas, que van a ser tres del gobierno y cuatro del sector productivo, pero no sabemos quiénes van a ser esos cuatro. El decreto también dice que de los integrantes de ese consejo, al menos cuatro tengan título universitario por lo que podría participar gente sin la formación necesaria. Y eso lo va a definir el presidente, como definirá todo el resto.
-¿Esto significa que de ahora en mas todo el poder queda en manos del funcionario de turno y se acaba la visión de largo plazo?
-Salimos de una gobernanza colectiva, con el sector productivo y la academia presentes, a una gobernanza unipersonal, en una sola persona, con los riesgos que trae esto, no necesariamente para el actual, sino para lo que viene hacia adelante. Seremos un INTA para este gobierno y otro para el siguiente. El gran peligro que tiene esto es la falta de continuidad en políticas de mediano y largo plazo, que debe tener un organismo de ciencia y tecnología como el INTA.
-¿Eso implica la posibilidad de que se transforme en un organismo completamente politizado también?
-Bueno, siempre decimos, uno va hacia atrás y mira, que hubiese sido este tipo de organización que va a tener ahora el INTA, en gobiernos anteriores, gobiernos kirchneristas, gobiernos radicales, gobiernos de facto, ¿qué hubiese sido del INTA? Si hay gente que todavía dice que el INTA se ha politizado en algún momento, bueno, para adelante lo que viene no necesariamente va a ser mejor. Se dijo muchas veces que el INTA estaba politizado, pero no fue así. Con estos cambios hay mucho más riesgo de que eso suceda.
-¿Se le abren las puertas a la posibilidad de que futuras gestiones decidan incluso vaciarlo y cerrarlo? ¿Queda librado a la buena de Dios?
-Es correcto, para adelante puede suceder cualquier cosa, básicamente porque ya no hay control social. No solo se termina la gobernanza a nivel nacional. El INTA también tiene sus consejos en cada uno de los centros regionales y centros de investigación, y eso genera a su vez un control social. De hecho, también las experimentales e institutos y agencias tenían sus consejos de asesores. Con esta decisión lo que viene para adelante no necesariamente va a ser mejor. Un gobierno va a decidir que se dedique solo a los pueblos que siembran, el siguiente va a cambiar el rumbo y va a decir que apunte a la agricultura familiar, el otro a las economías regionales. Y así vamos a estar yendo de un lado para el otro, sin construir lo que siempre decimos de la virtuosidad del INTA, que construye capacidades. Para construir capacidades, para responder, necesitás tiempo para que eso pueda generarlo.
-¿Esto atentaría contra el federalismo que tiene el INTA y su llegada a las economías regionales?
-En esas actividades, el INTA tiene un rol clave. Si vamos a las cadenas olivícolas, a la cadena vitivinícola, frutales o a distintas otras producciones que puede haber en Patagonia o en la media luna productiva, que va desde Misiones en el NEA, al NOA, a Cuyo y a Patagonia, ahí el INTA tiene un rol clave en el desarrollo y en que la gente pueda quedarse en su sitio donde nace y se cría. Esto es arraigo en un país que está concentrado en las ciudades. Estamos perdiendo también una herramienta del desarrollo rural que el INTA tenía. En Argentina el INTA no cubre solamente de Ushuaia a La Quiaca… Cubrimos desde Santa Victoria Este hasta la Antártida, donde producimos vegetales de hoja verde que le cambian la calidad de vida a quienes hacen patria en la Antártida. Tenemos módulos de hidropónicos antárticos distribuidos en distintas bases. Somo el país que produce vegetales en la Antártida con todo un sistema que nosotros diseñamos.
-¿Qué opinión te merece el accionar a las entidades técnicas y de las gremiales del campo en todo este debate?
-Desconozco si ha habido negociaciones entre las gremiales y el gobierno para que esto suceda o no. No lo sé, no he tenido ese diálogo con los consejeros. Pero yo hubiese esperado una defensa un poco bastante más enfática respecto de esto, porque incluso ellos pierden representatividad que antes la tenían asignada por derecho, por ley, en el consejo directivo. Hoy no la tienen, tendrán que salir a negociarla. Tal vez es la situación en la que querían estar, no lo sé. Por eso no salgo necesariamente a decir que esto es inconveniente para ellos. Ellos sabrán qué rol van a jugar o quieren jugar. Entiendo también que las gremiales tienen también otros intereses con el gobierno para negociar y entiendo que el INTA ha sido una de las tantas cuestiones que han negociado. Yo lamento que no se haya entendido que el INTA es ciencia y tecnología pensada para los productores, pensada para ellos básicamente.
-¿Entonces el INTA dejó de existir tal como se lo conoció?
-Este nos es el INTA que queremos. No queremos un INTA autocrático, no queremos un INTA pensado para un gobierno de turno, no queremos un INTA que no pueda tener políticas de mediano y largo plazo, no queremos un INTA que no pueda seguir teniendo el valor desde el control social y la participación colectiva para el desarrollo de un país. Yo también me permito dudar si hay un plan de desarrollo para el país. El INTA es un instituto que se creó desde un concepto desarrollista, para un modelo de país que salga de la primarización de su producción, para la tecnificación y el agregado de valor. Está para eso el INTA. Yo no veo un modelo de desarrollo claro, no lo he visto ni siquiera escrito, no lo he visto argumentado. Entiendo que la búsqueda es sobre un excel y números, para que dé el equilibrio fiscal. Eso es necesario pero no es suficiente y creo que se puede gobernar sin ser prepotente, que es lo que hemos sufrido nosotros en este proceso. Gobernar un país tiene que ver con tomar decisiones que sean beneficiosas y dudo que esto sea en beneficio.