Dentro del INTA Rafaela, en la provincia de Santa Fe, una línea de investigación que ha cobrado gran relevancia es la que apunta a entender las causas detrás de los altos índices de mortandad en terneros, dentro de la cuenca lechera central del país. Siendo la exposición a patógenos la razón base, los especialistas analizan qué grado de responsabilidad tiene en eso la actividad del personal de los tambos.
“Se mueren más terneros de los que deberían morirse. La primera causa de muerte es la diarrea neonatal, seguida por neumonía. Después podemos encontrar algunos descartes vinculados a infecciones en los ojos, como la queratoconjuntivitis. La exposición a los patógenos, que es una de las cosas que nosotros estamos estudiando desde INTA, ocurre desde el nacimiento”, señaló a Bichos de Campo Nicolás Welschen, veterinario especializado en epidemiologia del INTA Rafaela.
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Luego del parto, y frente a un ternero que nace sin defensas dirigidas hacia las infecciones, el calostro aparece como la herramienta principal (por no decir única) para mitigar el impacto de enfermedades durante los primeros días de vida. Su alta calidad microbiológica nutre el sistema inmunológico de los animales. Sin embargo, si este se contamina, no efecto podría ser el contrario.
“Tenemos estudios hechos donde se ve que la contaminación de los calostros es muy alta. Estamos vehiculizando con el calostro las bacterias que finalmente van a enfermar al ternero. Y no es lo mismo que se enferme uno, a que se enfermen varios. La forma en que se hace el calostrado es uno de los factores de riesgo más asociados a la mortalidad”, sostuvo el especialista, que alertó luego por los cambios que implica tener planteos productivos con rodeos cada vez más grandes.
“Hemos crecido en manejo reproductivo, en tecnologías de ordeñe, pero vemos que las vacas van a partir todas en un determinado momento y el personal no está preparado. Muchos tambos no están organizados, no tienen espacio, y no dimensionan la cantidad de tratamiento que se deben hacer cuando estas cosas ocurren. Ahí entra, a mi juicio, el punto más importante que es cómo se desempeña el recurso humano en el tambo”, afirmó Welschen.
En este sentido, los investigadores de INTA analizaron la composición del personal en estos establecimientos, prestando especial atención a los niveles de permanencia.
“Encontramos que la permanencia en los tambos de la cuenca lechera central de Santa Fe estaba asociada a la edad. Las personas con menos de 38 o 40 años rotan más, que los mayores de 40. Y lo que vemos es que hay un trabajo artesanal en la crianza del ternero, en la dinámica de entender cómo funciona el sistema, que requiere formación y capacitación. Los tambos que logran retener un equipo de trabajo son en los que, a la larga, la mortandad disminuye”, sostuvo el veterinario.
-¿Qué le aconsejarías a los productores? ¿Cómo empezás a hacer un diagnóstico de su situación?- le preguntamos.
-Lo que yo no haga ahora, la repercusión la voy a tener más adelante. Las prácticas de manejo, para que una crianza se lleve a cabo de manera exitosa, son buena inmunidad poblacional de los terneros, buen manejo del calostro, buena terapéutica, entiéndase por eso hidratación, y una organización en el espacio y en el tiempo. Es decir, ¿dónde vamos a poner los animales? Porque las vaquillonas, generalmente, se preñan en un intervalo de tiempo muy cortito. Eso implica que el parto va a ocurrir en un intervalo de tiempo también corto. Tenemos nueve meses para pensarlo. ¿Tenemos las cosas preparadas? ¿Tenemos los baldes, las estacas, las jaulas? Eso generalmente no ocurre.
Y no se puso a pensar que la faena de terneros y los feed lot no dejan de crear desidia en el stick ganadero? Xq no pelearon por incentivar al productor que hacia el animal a campo y no aquel que metia terneros a un feedlot. Bastante paiperrimo