Con la llegada de los primeros fríos, el jardín entra en una etapa de descanso. Pero eso no significa que no haya trabajo: al contrario, el invierno es tiempo de poda, sobre todo para quienes cultivan rosales. Es una tarea clave para mantener las plantas sanas, productivas y en forma, y que requiere conocer bien las características de cada variedad.
Una de las actividades más esperadas en este sentido es la apertura del Rosedal de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. Cada año, durante julio, el equipo de jardinería realiza la poda de invierno y, como parte de esta acción, se invita al público a retirar esquejes —los restos vegetales de la poda— que pueden ser utilizados para propagar nuevas plantas en casa. Este año, la cita es el próximo 8 de julio, con entrada libre.
Ya se mostró en otras oportunidades cómo trabaja el equipo del Rosedal y qué criterios utiliza para mantener uno de los jardines de rosas más emblemáticos del país. Esta vez, De Raíz se enfoca en investigar la técnica de poda de los rosales ingleses, una de las variedades más populares en viveros y jardines particulares.
Para explicar cómo se realiza esta tarea, se consulta a Luján Armagno, especialista en jardinería y responsable del vivero Santa Deolinda, quien compartió consejos clave para realizar la poda invernal correctamente.
Cada tipo de rosa requiere un manejo distinto. No se poda igual un rosal trepador que uno arbustivo. Y dentro de los arbustivos, hay grandes diferencias en el tamaño que pueden alcanzar, explica Armagno.
Los rosales ingleses, conocidos también como David Austin, se caracterizan por su porte arbustivo, su resistencia, su floración generosa y su perfume. Algunas de estas plantas pueden llegar a más de dos metros de altura y desarrollar una copa de hasta dos metros de ancho. Por eso, una poda inadecuada puede comprometer tanto la estructura como la salud de la planta.
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Durante una demostración que compartió en redes sociales, Armagno trabaja sobre un ejemplar de gran desarrollo. Este rosal me supera en altura, tranquilamente está en un metro ochenta, señala, para ilustrar la necesidad de ajustar la poda a su porte.
El primer paso consiste en reducir la altura general, sin irse a los extremos. No vamos a hacer una poda muy severa, porque perdería su forma natural. Vamos a dejarlo por lo menos a 80 centímetros o un metro, siempre eligiendo ramas con yemas que miren hacia afuera, indica.
Luego, se comienza a limpiar el interior de la planta. Se eliminan las ramas que se cruzan entre sí, las que van hacia adentro o las que están envejecidas. Lo que se busca es despejar el centro, que tenga aire y luz, y conservar una estructura sólida, explica.
En su caso, decidió dejar cinco ejes principales, distribuidos de manera equilibrada y con buen grosor, que sostendrán el desarrollo vegetativo de la próxima temporada. Así, la planta puede expresarse tal como es, sin forzarla ni debilitarla, agrega.
Estos criterios se pueden aplicar a la poda de muchos rosales de porte arbustivo, aunque siempre conviene observar cómo crece cada ejemplar y ajustar la técnica a su realidad.
Para quienes quieran ver en detalle el paso a paso, la poda completa está disponible en este video;
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