La sarna ovina, una enfermedad causada por un parásito externo (ácaro) que aparece con mayor frecuente durante el otoño y el invierno, es de una de las enfermedades que mayor preocupación genera entre los ganaderos de la Patagonia, por su impacto en los animales y su alta contagiosidad.
Se encuentra presente en Neuquén, Río Negro y en algunos departamentos de Chubut, y mantiene en alerta a Santa Cruz y Tierra del Fuego. Por tal motivo, Senasa, INTA y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación impulsan medidas preventivas y sanitarias para su control y erradicación.
“Los signos clínicos más frecuentes en animales infestados son la caída de lana, el desarrollo costras que pueden extenderse a todo el cuerpo y el prurito intenso, lo que induce a un comportamiento anormal, de molestia y rascado”, indicaron desde Senasa.
La principal vía de transmisión es por contacto directo entre animales, por lo que es clave realizar controles periodos que permitan detectar animales afectados a tiempo. Durante la revisación es clave identificar signos como rascado, patadas o mordidas.
En caso de infestación, podrían encontrarse vesículas producidas por esos ácaros, que generan una coloración verdosa azulada en la piel. De haber lesiones más avanzadas, el animal podría presentar zonas sin lana, con costras amarillentas y piel “acartonada” en fosas nasales, en la zona perianal y en espacios interdigitales.
Del mismo modo, ante el ingreso de animales nuevos, es fundamental implementar un periodo de cuarentena previo a su entrada al predio, por al menos 3 semanas. Esto acelerará la aplicación del tratamiento antiparasitario correspondiente.
“Otro punto clave es revisar al menos dos veces al año a la totalidad de la majada, aprovechando los períodos donde se reúnen, como la época de pre-servicio, la señalada o las vacunaciones. En caso de que se inspeccione a los animales durante el período de esquila, posteriormente se deberá desinfectar la maquinaria y los accesorios utilizados”, señalaron desde el servicio sanitario.
También es importante controlar los alambrados perimetrales del establecimiento, para evitar el ingreso de animales externos que puedan vehiculizar la enfermedad.
En caso de detectar animales infectados, se debe avisar a Senasa para coordinar un tratamiento en la totalidad de la majada.