La producción de carne porcina crece a paso firme desde hace 20 años, pero podría hacerlo todavía más si se corrigieran algunas distorsiones fiscales que frenan inversiones. También si el sector tuviera mejor acceso a los mercados internacionales.
El diferencial de IVA entre el impuesto que se paga cunado se invierte, que es de 21%, y el que se retiene cuando se vende carne porcina, que es de 10,5%, es uno de los elementos más distorsivos que frena inversiones.
Un caso concreto es el del criadero de Adolfo Franke, llamado La Elvira, que está ubicado en el sur de Santa Fe.
Allí Adolfo además de producir capones se dedica al engorde y tiene lugar para terminar 8.000 lechones. Según su planteo, necesita sumar otras 3.200 plazas de engorde porcino, pero la inversión está frenada por esta sinrazón impositiva. ¿Por qué? Porque el empresario sabe que el crédito a favor que le quedaría por hacer esa inversión no lo va a recuperar y eso le encarece de forma notable el costo del desembolso.
El empresario indicó: “Tengo esa inversión frenada hace tres años. Necesito aumentar la capacidad de engorde de animales. Ya me pasó con otra inversión que se me fue acumulando dinero en la cuenta de saldos técnicos de IVA y que no lo pude usar”.
Su caso es sólo uno más de una larga lista: “Todos los productores acumulamos saldos de IVA a favor que no se recuperan. Habría muchas más inversiones si se resolviera eso, y creo que hasta el Estado ganaría más por la recaudación consecuente”.
Según explicó ese diferencial en la alícuota del IVA “encarece las inversiones en promedio en 20%”. Agregó que puede ser todavía peor, porque “por ejemplo el año pasado durante los primeros cuatro meses perdimos plata y cuando uno no tiene rentabilidad el componente de IVA se agranda”.
Franke además se refirió a lo que está pasando con las exportaciones del sector porcinos, que se concentran en los subproductos y siguen siendo muy bajas.
“Estamos fuera de competencia para exportar carne, pero tenemos una gran oportunidad en los subproductos”, indicó el empresario.
Contó que, por ejemplo, el frigorífico La Pompeya acaba de hacer una embarque de “grasa intestinal de 27 toneladas que los filipinos la comen frita. Si logramos ese tipo de comercio, colocar los subproductos en los mercados asiáticos, que lo pagan muy bien, tendríamos una mejor integración de la media res”.
El gran consumidor de los derivados de la faena porcina es China. Aunque hubo avances, su gobierno tiene frenada la firma del protocolo sanitario correspondiente.
“Nos serviría muchísimo la salida de esos subproductos. En Argentina casi no tienen valor. El kilo de la cabeza del cerdo vale 400 pesos, acá mientras que China la paga 1.400 dólares. Si pudiéramos valorar eso estaríamos mucho mejor, eso es lo que hace Brasil y nos permitiría bajar el precio de los cortes cárnicos como la bondiola”, indicó.
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