Nació en Benidorm, una ciudad balnearia de las costas del mediterráneo (1 hora y media al sur de Valencia). Se crió hablando mitad español y mitad francés (por su padre, francés nacido en Marruecos) y mamó las culturas anglosajonas y latinas en temporadas viviendo a uno y otro lado del Atlántico. Entre los deportes practicó el tenis y el fútbol, se define (entre risas) como “un habilidoso número 9”, le gustan los autos antiguos y dice que le atrae tanto la cocina que, antes de economía, pensó en meterse en hotelería. Cada año disfruta de viajes en moto con amigos y es otro de sus cables a tierra.
Georges Breitschmitt, protagonista del capítulo 120 de El podcast de tu vida, es el flamante (2025-2027) presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), tiene 53 años, estudió economía, hizo un master en finanzas y es productor agropecuario en la localidad de Carabelas, partido de Rojas, junto a su madre y su hermano.
En 2011 ingresó al consejo de administración de la Cooperativa de Carabelas y, a través de ella, al Consejo de Coninagro por ACA. Entre 2015 y 2021 se desempeñó como secretario de Producción del Municipio de Rojas.
“Soy re feliz trabajando en el campo, es calidad de vida, se reniega, se putea, se protesta, pero no lo cambio por nada en el mundo, a veces no se entiende que cuando luchamos lo hacemos defendiendo eso, lo afectivo, lo familiar”, reconoce consultado sobre por qué, hace unos años, dejó la comodidad social y laboral de Barcelona para venir al campo familiar en Carabelas.
Para Georges, el campo es toda la “primada” (23) juntándose dos meses de verano a andar a caballo, tirar la caña “mojarrera” en algún arroyo, jugar al fútbol, embarrarse, andar en bicicleta, ir al montecito, incluso, cuando ya adolescente se ganaba sus primeros mangos para salir ayudando en lo que haga falta.
-Contame de tu infancia, Naciste en España, ¿Cómo era ese pueblo-ciudad? ¿qué te acordás haciendo esos años de niñez?
-Año 1971, en la ciudad de Benidorm, un poco más abajo que Alicante, sobre la costa del Mediterráneo. Nací ahí y al poco tiempo pegaron la vuelta para Argentina. Pero luego, a los 5 años nos fuimos a vivir ahí de vuelta, año 1976. Y ahí sí tengo recuerdos, de hecho he vuelto de más grande y es un lugar divino. Encima en aquella época no estaba tan explotado con el turismo europeo como hoy, sobre todo con los ingleses. Está sobre el mediterráneo, aguas cristalinas. El lugar lo recuerdo y visualizo bien. El edificio donde vivíamos se llamaba “Las Algas”, en la playa del poniente, porque está también la playa del saliente.
-¿Y cómo fue vivir a ambos lados del Atlántico?
-Fue surgiendo cada vez que mi padre intentaba volverse y han sido varios capítulos.
-¿Y te acordás haciendo qué en España? Porque cuando uno habla de un chico, de aquellos años imagina jugando a la pelota en la calle, canicas, figuritas…
-Viajábamos mucho. Mi padre francés nació en Marruecos, tenía algunos amigos ahí y el recuerdo era que tenían un bar que se llamaba “El Corral”, el logo era una vaca con una margarita en la boca, y tenía otro amigo con un bar sobre la playa que tenía un cachorro de león, asique imagínate aquellos recuerdos. Y mucha playa, porque bajábamos del departamento y teníamos el mar. Pero una vida media nómade.
-¿Y en tu casa se hablaba francés y español?
-Depende la situación, porque cuando mi padre se enojaba te retaba en francés y yo le contestaba en castellano. Era bilingüe todo… él siempre nos habló en francés y gracias a eso hoy hablo francés.
-¿Y qué creés que te has ido quedando de las dos culturas, las dos orillas, en la conformación de tu personalidad?
-Hay una parte más racional que viene de aquel lado francés. Tal vez el espíritu analítico. Me tocó hacer mi educación hasta la secundaria en el liceo francés, o sea que va por las dos vías todo el tiempo. Para darte un ejemplo, tanto la historia argentina como la francesa, clases de matemática en francés… La parte histórica pesó bastante también. El aspecto organizativo, el respeto, sentirse propio en donde está. Y del lado latino la parte jovial, la familia, amigos, la contemplación de los paisajes.
-¿Cómo viviste la final Argentina-Francia de 2022? Tu padre ya había fallecido.
-Si, mi papá había fallecido ya. Pero hemos vivido varios partidos en mi casa Argentina Francia. Y es algo raro. Pero no somos futboleros-futboleros, eso aliviana las pasiones. Pero en casa primero era que gane Argentina y si quedó eliminada que gane Francia. Pero el fútbol en Francia no se vive como acá.
-¿Allá son más del rugby?
-Si, sobre todo la zona sur, de hecho hay muchos argentinos que juegan o jugaron en Bordeaux, Toulouse, Bayonne.
-¿Y qué hay de campo en esa infancia?
-Como te decía, mi mamá es argentina, por ese lado somos una familia grande, de 23 primos, con unos cuantos de edades parecidas. Los veranos eran prácticamente dos meses enteros en los que estábamos en el campo familiar. Con lo bueno que entonces no existía el celular, por lo que siempre había cosas para hacer: andar en bicicleta, a caballo, ir a un arroyito a tirar una caña “mojarrera”, partidos de fútbol, tenis, pileta. Cuando llovía ir a jugar al barro. La famosa casita en el montecito. Muy buenos recuerdos de aquella época. Y después, de más grande, tratando de buscar el mango, ayudando en lo que se pueda. Ya sea manejando el tractor para llevar o traer algo, cortar el pasto, se sacaban los yuyos de la soja a mano, nos hacíamos unos mangos para las vacaciones. Excelentes recuerdos, siempre aprendiendo. Eso me permitió, después de hacer experiencia por otros rubros, volver al campo con mucha facilidad.
-Llegó el momento de estudiar. Elegiste economía y luego un master en finanzas. ¿Por qué adoptaste ese camino? ¿Qué querías ser o hacer a los 18? ¿Era tu plan A? ¿Había un plan B? Otra carrera o profesión que te gustara…
-Era un camino que salió por descarte porque en el colegio que iba los últimos años hay que elegir orientación. Había letras, ciencias o economía. Letras no era muy bueno. Ciencias, la física y la biología no se me daba mucho. Y quedó por descarte economía, y bueno. Ese camino me llevó después a estudiar economía. No llegué a recibirme, no tengo título de economista, sin embargo después cuando viví en Barcelona, por la trayectoria me permitieron hacer un master y ahí validé la trayectoria laboral.
-¿Y cómo llegan al campo en Carabelas?
-Eso es un campo que viene de la familia. Somos como mi hermano la 4ta o 5ta generación que estamos ahí. Siempre trabajándolo nosotros, de hecho mi madre que tiene 81 años, pero no digas nada que lo dije (se ríe), sigue viviendo ahí. Todos los días estamos ahí trabajando. Es un campo que después de tantas generaciones se fue subdividiendo. Está en Carabelas, un pueblito de 2000 habitantes, provincia de Buenos Aires, cerca de Rojas.
-¿Qué producen ahí?
-Es una zona preponderantemente agrícola, cerca de Pergamino, Junín, Ferré. Y nosotros hacemos ganadería. Rojas es un partido que tiene 70.000 cabezas. Es una producción mixta. De granos, de forrajes y angus negro en ciclo completo. Siempre uno se cuestiona de cómo no vendió el ternero por un lado y el maíz por otro. Pero como conducta, decidimos hacer pastoreos racionales, encierres y hacer todo de punta a punta.
-¿Qué es lo que más te gusta hoy de lo que hacés, de tu laburo en el campo?
-Cuando me volví de Barcelona me preguntaron por qué me volvía, si estaba fenómeno. Sacrifiqué la parte laboral económica por ganar en lo afectivo familiar y calidad de vida. Porque uno cuando está en el campo defiende, entre muchas cosas, es una calidad de vida. Lo que más disfruto es eso, arriba de un tractor, sembrando, o arriba de la cosechadora, vas pensando, se te ocurren ideas. Y después eso de estar en lugares abiertos, un asado al mediodía, una siesta a la tarde, y a seguir trabajando. Pero se vive menos acelerado que en la ciudad, eso seguro.
-¿Qué estabas haciendo en Barcelona cuando tomaste la decisión de volverte a Argentina y a laburar en el campo familiar?
-Yo me fui a fines de 2001, principios de 2002, en ese momento donde todo estaba convulsionado. Arranqué en Francia, donde tenía la familia paterna, después me fui a Bruselas un corte período y terminamos en Barcelona. Donde estuve hasta 2010, cuando fallece mi padre. El coctel fue que la situación laboral no era excelente, los amigos se empezaron a ir, nació mi primer hijo, estábamos un poco solo y con todo eso en la licuadora decidimos volver.
-¿Y de qué laburabas ahí?
-Trabajaba para una empresa americana que fabrica máquinas de soldar en la parte de control de gestión y auditorías de la filial europea. Está focalizada en la industria petrolera, de construcción de barcos.
-O sea que hasta ahí no habías laburado como sí lo hacés ahora, en el campo… ¿Cómo fue la llegada a Argentina y al campo familiar? ¿Cómo fue el ensamblaje? Porque estaba tu madre y tu hermano, pero no es lo mismo ser hermano e hijo que socio.
-Por suerte funciona perfecto, y lo que son las ironías de la vida, yo me ocupo de las partes operativas y ganaderas y mi hermano que es ingeniero se ocupa más de los números. Se dio vuelta la tortilla. ¿Y cómo fue? Para mí como andar en bicicleta. Poque si bien yo no estuve en el día a día durante tantos años sí conocía del asunto. Si tuve que familiarizarme con cosas puntuales de la comercialización, de la siembra… tratar de aplicar nuevas ideas, pero no fue traumático.
-Te hago una de tu nueva función como presidente del IPCVA. ¿Por dónde creés que pasan los desafíos de lo que viene para la ganadería argentina?
-Creo que el Instituto si bien existe hace muchos años y viene haciendo un trabajo fenomenal promocionando la carne tanto afuera como adentro. Yo me estoy planteando dos objetivos ambiciosos. Uno es plantar la semilla para revertir el estancamiento en el stock ganadero del país, que venimos en 50 millones de cabezas. Y creo que en el Instituto están sentados todos los actores que pueden hacer que esto ocurra: producción, industria y gobierno. Y hay que agregarlo como si fuese una política pública para que en el largo plazo veamos esa curva ascendente concretarse. Pensemos que en algún momento dado, entre Brasil y Argentina teníamos la misma cantidad de cabezas y ellos hoy tienen 200 millones de cabezas y nosotros seguimos con 50. Está bien que ellos son 200 millones de habitantes y nosotros 48. Pero pensá que en algún momento teníamos 3 cabezas por persona y hoy escasamente llegamos a 1 por persona. Tenemos oportunidad de crecer en volumen y en calidad.
-¿Y el otro objetivo?
-Tratar de llegar a todos aquellos que son los aportantes del IPCVA, los productores, los frigoríficos, de transmitir con lujo de detalles qué hacemos, que entiendan cuando van a pagar un DTE, una guía, a faena, y sepan todas las acciones que hacemos. Tengamos en cuenta que Uruguay, Brasil, Estados Unidos, Australia, tienen sus agencias de promoción. Tenemos la mejor carne del mundo pero los competidores nos muerden los talones. Brasil está trabajando en genética para lograr claridad. Y no tenemos que dormirnos en los laureles.
-¿Tenés mascotas? ¿Qué vínculo te une con ellos?
-Por casa pasó de todo. Gatos, perros y lo último que tuvimos fue un conejito de india. Y ahora tenemos dos perras, “Candy” y “Kira”, las dos marca perro, recuperadas del pueblo. Y Candy que es la que ya tiene varios años pobre me acompaña siempre atrás en la camioneta. Es más, apenas me despierto se quiere subir. Después, caballos también tenemos, aunque lo vamos reemplazando por la moto.
-Llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida, y la primer pregunta tiene que ver con otra de tus pasiones mas allá del campo que tiene que ver con los autos antiguos. Tuviste un Chevrolet Apache 1960, tu viejo un Ford. Contame de ese lindo mundo.
-La anécdota que tengo es que cuando mi madre estaba en trabajo de parto estaban el médico y mi papá hablando de autos… no sé si vendrá de ahí. Me encantan los fierros, soy el que mete mano en reparaciones hasta cierto punto y si, mi viejo tuvo un Ford Mustang en los años 70s que son ruidos que uno no se olvida. Lo fui mamando. Siempre lo acompañé. También tuvo una Chevy Super Sport que la pintó de negro. Soy fanático de los programas donde restauran autos viejos. En un programa de una hora te restauran un auto que no das dos pesos a un auto que vale una fortuna. Lo que sueño y siempre me encantó es poder asimilar la tecnología de hoy en día con los autos de antes.
-Te pregunto por otro de tus hobbies o cables a tierra, los viajes en moto.
-Somos un grupo de motoqueros de Carabelas y todos los años tratamos de hacer una salida de moto de varios días recorriendo el país. Los dos últimos años fuimos al norte, un periplo de más o menos 5500km. Es un viaje entre amigos de desconecte de toda la actividad del año. Generalmente se hacen en el mes de agosto, que es cuando ya está sembrada la fina y antes de encarar la gruesa y en la parte ganadería el groso de las pariciones ya está y se viene la inseminación más tarde. El grupo se llama “Es lo que hay”, o sea se viaja con lo que se tiene, y como dice el nombre, con lo que hay. Premia la buena onda y el compañerismo y sobre todo pasarla bien. Por ejemplo, las paradas a la vera de la ruta entre Cafayate y Salta probando las empanadas salteñas cocinadas en algún garage de una casa, ¡esas son las mas ricas!
-¿Y por qué lugares anduviste o te han gustado?
-Los paisajes del norte son fenomenales, y las rutas te van llevando y te permiten conocer más que ciudades. Recuerdo mucho la ruta que hicimos de Humahuaca hasta Salvador San Martin, 200 kil+ometros por entre las montañas conociendo pueblos como Santa Ana. Un viaje en el tiempo.
-¿Cómo te va con la cocina? Con cocinar en general, olla, horno, parrilla…
-Me gusta la cocina, tal es así que antes de empezar economía quería hacer hotelería. Pero en aquel entonces la familia no podía pagarlo y quedó de lado. Últimamente la he dejado un poco de lado, y la hago muy de vez en cuando.
-¿Tenés alguna especialidad?
-Unos bifes a la pimienta tal vez es un buen plato que me sale.
-¿Algún lugar que conozcas que te haya encantado?
-Uff… qué pregunta difícil. Hay muchos. Creo que de cada lugar en el que estuve me quedó algo. Obviamente mi lugar en el mundo es en Carabelas, donde estoy cómodo. Me gustó mucho un viaje a República Checa, que se estaba modernizando, saliendo de la Rusia comunista, los campos muy lindos.
-¿Qué te gusta escuchar de música? ¿Qué tema elegís?
-Ahí tengo la discusión con mi hijo que me dicen anticuado. Soy de la mejor época del mundo, los 70s, 80s y 90s también. Si tengo que elegir, “The Wall”, de Pink Floyd.
-¿Cuándo mirás series y películas por donde vas?
-Soy poco de series. La última que me enganché fue “Yellowstone”.
-¿Te gustó?
-Sí, trata la problemática bastante bien. Todo muy organizado, llegaba el asfalto hasta la casa… algo de envidia… y después, en algún momento miraba los capítulos de “Friends”.
-Si pudieses tener un superpoder. ¿Cuál te gustaría tener?
-Ser invisible.
-¿Un deporte que hayas hecho o que te guste ver?
-Jugaba al fútbol en las canchitas de Marangoni en Plaza Las Heras. Y jugaba al tenis hasta que me ganaron los kilos y se me rompían los tobillos.
-¿Y al fútbol como quien jugabas?
-Un habilidoso número 9.
-Si tuvieras el auto de Volver al Futuro, el Delorean. ¿Qué fecha pondrías? ¿A qué momento viajarías en tu propia historia y en la historia de la humanidad?
-Iría a algún verano de 1983/84 con todos mis primos en el campo.
-¿Sos feliz laburando en el campo?
-Re feliz. Es calidad de vida. Se reniega, se putea, se protesta, pero no lo cambio por nada en el mundo.
Noooo! de donde sacaron a este fantasma ???? el IPCVA es un barril sin fondos. una caja negra de todos los productores adonde llegan millones de dolares sin control. y ponen de presidente a este gordo paracaidista chanta ??? le estamos pagando las vacaciones, el retiro y la jubilacion !!! es una verguenza !! a quien e gano este ??? cierre urgente del IPCVA