Cuando a principios de esta semana, Bichos de Campo alertó sobre los pésimos resultados de una exigente auditoría realizada por el servicio veterinario de México a los frigoríficos argentinos habilitados para vender carne a ese país, muchos referentes ganaderos y voceros del gobierno trataron de descalificar nuestra información y defender la pobre gestión en este rubro del Senasa, el organismo del Estado Nacional que debe dar garantías a los países que compran nuestros alimentos.
Lamentamos contarles a aquellos que desprecian el trabajo periodístico que teníamos razón, pues las autoridades mexicanas acaban de dar de baja los permisos a unas 13 plantas de faena, cerca de la mitad de las 27 que tiene habilitadas la Argentina para vender carne a México.
El Senasica, como se llama el servicio sanitario de ese país, informó en una carta dirigida al Senasa local que como fruto de la inspección realizada entre el 8 y el 22 de marzo a 23 de esos frigoríficos, “ha decidido suspender la autorización de exportación, a partir de la fecha de emisión del presente oficio, a las 10 plantas que actualmente se encuentran autorizadas”, así como negarle la habilitación a otros tres frigoríficos que aspiraban a poder vender en dicho mercado.
En el listado de plantas suspendidas figuran varios pesos pesados de la exportación de carne en la Argentina, que habían logrado acceder al mercado mexicano, uno de los que históricamente más costó abrir por el alto nivel de exigencias, especialmente en materia de fiebre aftosa. Figuran por ejemplo el Rioplatense, Azul Beef, Arrebeef, La Anónima, Carnes Pampeanas, Alberdi, etcétera.
Este es el listado:
Además el servicio veterinario mexicano descartó conceder la habilitación que esperaban otras tres plantas frigoríficas locales: Frigolar, Quickfood y Rafaela Alimentos.
El listado de deficiencias que mostraron las plantas inspeccionadas por los mexicanos es extenso y ya fue anticipado por este medio. Ahora, en la nueva comunicación, se explica que la suspensión de los permisos de exportación se decidió debido a que “el equipo auditor detectó que 13 de las 23 plantas auditadas con actividad de matanza, no pudieron demostrar mediante registros que la carne que se exporta a nuestro país se obtiene de canales con un pH menos a 6.0”.
Este es un requisito zoosanitario clave para ese mercado, que históricamente perteneció a los países que exigen “riesgo cero en materia de aftosa”. Su no cumplimiento, según dice la comunicación oficial, “se traduce en un riesgo del estatus sanitario con el que actualmente cuenta México ante la fiebre aftosa, ya que ese requisito constituye una medida de mitigación para la entrada de dicha enfermedad, y fue un condicionante para abrir el mercado en la auditoría realizada en el año 2022”
México fue uno de los últimos países que se abrieron para la carne argentina, recién hace tres años. Apenas representó 1,2% de las exportaciones de carne argentina en 2024, pero viene creciendo fuerte. Pasó de solo 715 toneladas en 2023 a más de 9.200 toneladas el año pasado.
La suspensión de las trece plantas argentinas no corresponde solo a culpas de los privados sino que marca la clara deficiencia en el Senasa local, que debe actuar de garante de los acuerdos sanitarios logrados con ese país norteamericano. De hecho, el Senasica informó que estas empresas “no podrán obtener su autorización para exportar a México en tanto el Senasa no desarrollo e implementa un plan de acción dirigido al personal oficial, para garantizar que éste verifique el cumplimiento de la hoja de requisitos antes mencionada”
En la comunicación oficial se pide ahora al organismo sanitario a cargo de Pablo Cortese que haga saber a los frigoríficos involucrados que “a partir de la fecha no sean embarcados productos con destino a México toda vez que corren el riesgo de ser rechazados”.
Para los entendidos, el resultado de esta auditoría obligará a la Argentina a realizar un profundo cambio en sus propios sistemas de control de los frigoríficos, pues esta auditoría de México se suma a otra con resultados igualmente críticos realizada un par de años atrás por Israel. “Los principales responsables son los industriales y después Cortese, el presidente de Senasa, por no hacer los cambios que se necesitaban desde el informe de Israel”, destacó un conocedor de la situación.
Como informó Bichos de Campo, esta parálisis en el Senasa se inscribe en el marco de una dura interna entre sectores del gobierno libertario. En esa pelea Cortese, un agrónomo que tiene una larga carrera dentro del Senasa, se apoya en el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, para poder sobrevivir al serrucho que sobre su puesto esgrime la actual gerenta ejecutiva del organismo, María Eugenia Barbieri. Esta joven funcionaria fue colocada en Senasa como virtual interventora por el ex secretario de Coordinación Productiva, Juan Pazo, ahora al mando del ARCA. Y desde entonces intenta desplazar a Cortese para colocar en la presidencia a Jorge Raúl Grant, un veterinario que justamente está a cargo ahora de la Dirección Nacional de Calidad e Inocuidad Alimentaria.
“La interna con Barbieri hace del servicio una anarquía total. El servicio está paralizado y solo reinan los negocios. Es muy raro además que este gobierno no haya hecho ninguna denuncia para investigar corrupción en Senasa”, dijo un observador externo de este desaguisado, para quien está claro que finalmente sobrevive la “casta” del Senasa heredada de otras gestiones.
Que beneficio nos trae el IPCVA si los mismo frigorificos que la integran nos hacen perder mercados. Para eso que se ocupen ellos de ganar mercado con sus propios ingrsos y la ayuda de Cansilleria