El valor del contrato futuro de dólar en el mercado A3 contempla para el mes de diciembre de 2025, correspondiente a la cosecha de trigo argentino 2025/6, una devaluación del 22,5% que, anualizada, representa el 27,5%.
La cuestión es que, con la depreciación programa mensual del tipo de cambio oficial del 1,0%, la devaluación hasta el mes de diciembre tendría que ser del 8,0% (un 9,6% anualizada).
La brecha entre ambas cotizaciones muestra que el mercado espera que hacia fines del presente año se genere un salto devaluatorio a partir de la salida del “cepo” con una probable reunificación del tipo de cambio.
El problema es que tales señales introducen un nivel de “ruido” que comienza a interferir en las decisiones de los actores económicos, tal como se reflejó este viernes en la jornada cambiaria.
Este viernes el Banco Central (BCRA) debió vender una cifra extraordinaria de 474 millones de dólares, lo que no representa un dato favorable para un organismo que, además de atender servicios de deuda y compromisos de importadores, emplea parte de las divisas para intervenir en el mercado cambiario con el propósito de contener el tipo de cambio negociado en el mercado bursátil interno (MEP).
El desconocimiento de las clásusulas contenidas en el nuevo acuerdo realizado entre el Estado nacional argentino y el Fondo Monetario Internacional (FMI), lejos de promover tranquilidad, avivó diferentes hipótesis y especializaciones relativas al futuro de la política cambiaria.
Este viernes se conoció el dato de la inflación minorista oficial, el cual fue del 2,4% en febrero pasado, un nivel que, considerando la depreciación programada del 1,0%, garantiza el proceso de consolidación de apreciación cambiaria que conspira contra la competitividad de los sectores exportadores en general y del agroindustrial en particular.
El ordenamiento del mercado cambiario, más allá del desajuste transitorio que pueda ocasionar, es una condición indispensable para que puedan ordenarse los precios relativos en la economía y así los recursos se asignen de manera eficiente, además de terminar con las “retenciones cambiarias” que se llevan buena parte de la rentabilidad de los sectores exportadores.