El Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Chile activó sus alertas y protocolos ante la detección de nuevos casos de anemia infecciosa equina (AIE), en tres regiones del país en lo que va de 2025. Se trata de una enfermedad grave, transmitida por insectos vectores o por el uso de objetos con sangre infectada, que afecta solo a caballos, yeguas, burros y mulas. Hasta el momento no tiene cura, vacuna ni tratamiento, y puede causar la muerte.
De acuerdo con lo informado por las autoridades en los últimos reportes, el brote inició el 31 de diciembre con un caso en San Pedro de Melipilla, región Metropolitana (aunque fue informado el 3 de enero); siguió con cuatro casos más en Parral, región del Maule, a mediados de enero; y cinco casos más en San Pedro de La Paz, región del Biobío, entre el 23 de enero y el 3 de febrero.
Entre los síntomas se encuentra el decaimiento generalizado del animal, que impacta en su capacidad de trabajo o rendimiento en actividades que requieran fuerza. También puede presentar cansancio extremo y conducir a la muerte. La enfermedad es endémica en algunos países y registró casos años atrás incluso en Argentina.
Si bien el país mantenía el estatus de libre de AIE desde 2019, en 2024 un brote detectado en 16 caballos del Club Hípico de Santiago encendió las alarmas del ente sanitario. El recinto fue sometido a estrictas medidas de cuarentena y, tras más de cinco meses de trabajo, se logró erradicar el brote. Incluso se había avanzado en la recuperación del mencionado estatus ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).
Sin embargo, la aparición de estos nuevos casos complica el panorama, sobre el cual ya emitió un informe la OMSA. De acuerdo con los reportes recibidos por esa Organización, hay actualmente 21 animales susceptibles de tener la enfermedad, 6 caso activos y 3 muertes registradas.
Dado que los animales que sobreviven se convierten en portadores, lo que aumenta el riesgo de contagio a otros animales, desde el SAG remarcan que deben ser sacrificados. A esto se suma la cuarentena total del predio, la vigilancia clínica y serológica de los équidos restantes para descartar nuevos casos, y la investigación epidemiológica para identificar la vía de ingreso de la enfermedad. Esto permite evaluar su posible propagación a otros establecimientos, y contener eventuales nuevos casos.
Por otro lado, desde ese ente remarcaron la importancia de las medidas de bioseguridad básicas como la desinfección regular de los equipos a utilizar, el uso individual de agujas y jeringas de limpieza, y la desinfección de corrales de manera regular.
“En nuestro país podemos decir que la causa principal está relacionada con malas prácticas, como compartir instrumental contaminado entre animales. Hay que considerar que el cambio climático podría modificar esta condición, pero hoy no hemos detectado que la enfermedad se transmita por vectores”, señaló Carlos Orellana, jefe de la División de Protección Pecuaria del SAG, a medios locales.
La enfermedad ya es endémica en algunos países y estuvo presente años atrás también en Argentina.