Los más de veinte grados bajo cero y la nieve que cubre las colmenas no son un problema. Lo que sí complica las cosas es lo caro que resulta traer insumos y el hecho de que aunque Argentina sea un gran productor de miel, el consumo sigue siendo bajo. Es cierto que gracias a la tendencia de la vida saludable uno tiene la impresión de que más personas consumen este y otros productos de las abejas, pero en los números a secas aún no se ve tanto este crecimiento.
Eduardo Almada pertenece a APARSAR, que es la Asociación de Apicultores de Colonia Sarmiento, Chubut, ciudad de 24.000 habitantes y ubicada a 150 kilómetros de Comodoro Rivadavia.
“Hoy somos entre 10 y 13 apicultores que formamos esta asociación, que nació en 2007 porque era necesario nuclearse por cosas muy concretas y que era mejor hacer en conjunto: capacitarse, gestionar una sala de extracción de miel y conseguir financiación para material vivo, cajones, cuadros e indumentaria”, explica este apicultor que se autodenomina como “aficionado” porque no vive de lo que producen sus colmenas.
Eduardo tiene 62 años y su pasión con la apicultura comenzó hace 8 años y casi como quien no quiere la cosa. Es decir, no es que tenía el plan de dedicarse a esto, sino que “se fue dando” y, como suele ocurrir, se fue dando cada vez con más intensidad.
“Yo le compraba miel a los apicultores de acá y un día uno de ellos me sugiere empezar a criar unas abejas y así producir mi propia miel”, recuerda. “Estudié en una escuela agropecuaria pero la verdad es que sabía poco de miel, así que este apicultor se ofreció a ayudarme; compré 4 núcleos y arranqué”.
Pero claro, las cosas no son tan fáciles y al poco tiempo se le murieron dos núcleos. Por lo tanto decidió anotarse en un curso de iniciación apícola que daba el INTA. Ahí fue cuando empezó a aprender “de verdad” y luego fue complementando con información de Internet y aprendiendo de los demás.
“Brindamos asistencia técnica y capacitación en la medida que haya demanda partiendo de la base de que ya no hablamos de ‘paquete’ sino de ‘sendero tecnológico’, entendiendo a la apicultura como un conjunto de procesos”, explica Nelson Hughes, técnico en producción agropecuaria de la Agencia de Extensión Rural Virch (Valle Inferior del Río Chubut) del INTA.
Hughes admite que en esa zona hay mucho frío y mucho viento. Pero curiosamente el frio no es el principal problema porque la abeja genera calor y las colmenas pueden pasar el invierno bajo nieve. Lo que sí es indispensable es que tengan alimento (miel), que es el combustible que necesitan para producir calor.
“La salida del invierno también es importante, porque es donde todo se empieza a activar. La reina empieza a poner huevos, las crías demandan mucho alimento alimento y hay que asegurarse de que tengan comida”, describe este técnico, cuyo trabajo abarca un amplio territorio, que va desde Sarmiento hasta Comodoro, Puerto Madryn e incluso hasta Los Antiguos, en Santa Cruz.
“Lo que más afecta a las colmenas es el viento, eso las altera mucho y hasta puede romperlas”, enfatiza. “En esta zona los rindes no son tan altos pero la miel es de calidad excelente gracias a que hay muy baja contaminación por agroquímicos, el manejo sanitario de las colmenas se realiza con productos aprobados por Senasa y no hay tanto monocultivo”.
Eduardo coincide con esto de los rindes bajos. Es por eso que cuenta que para él la apicultura es un hobby. Y que para paliar el frío algunos productores colocan una especie de techo o arman un refugio para las colmenas y otros los tapan con cuero de ovejas. Pero él no les pone nada: quedan recubiertas de nieve y elevadas a unos 20 centímetros del piso para que circule aire.
“El verano es corto, el invierno es largo y hemos llegado a 23 grados bajo cero, así que hay que estar preparado. Yo soy oriundo de Cerro Cóndor, pleno campo de Chubut, por eso estoy acostumbrado a la leña y a aguantar el frío. Mi padre era productor lanar y cuando éramos chicos nos llevábamos un ladrillo caliente a la cama para pasar la noche”, recuerda.
“Esto te tiene que gustar, hay que querer a las abejas, porque a veces hay contratiempos y hay que recomenzar todo en la temporada siguiente. En lo personal, lo que me atrapó de las abejas es ver el trabajo que hacen ellas a partir de una buena reina y teniendo una buena floración. Me entusiasma ver crecer el enjambre, que haya producción, consumir mi propia miel y poder vender algo para pagar los costos”.
Y los costos son altos porque los centros de venta de insumos para la apicultura están lejos: Buenos Aires, Córdoba, Mendoza… y eso encarece mucho la actividad. En cuanto a rindes, el promedio es 15 kilos por colmena por año. Las flores que preponderan en la zona y que alimentan a las abejas son las del sauce japonés, los frutales de carozo y de pepita y los nogales. Otras que ayudan mucho son las floraciones de alfalfa, de diente de león y de las hiedras.
“En Comodoro los rindes son mayores debido a que la cercanía con el mar propicia el aire húmedo y hay más especies que florecen y más de una vez”, dice Eduardo. “Antes acá había buena producción de frutales pero ahora se redujo bastante porque vienen directamente del norte. De todos modos, los árboles que quedaron siguen floreciendo y eso nos sirve”.
“Lo que más me gusta de la apicultura es todo lo que se mueve a su alrededor y mi deseo es que más gente conozca este mundo. Por ejemplo, junto al INTA hacemos divulgación en las escuelas sobre la importancia de las abejas y los chicos se sorprenden, sobre todo al ver cómo funciona una colmena. Le hemos propuesto a la municipalidad que foreste el arbolado público con especies que den flor, como sauce japonés, espino blanco, espino rosado y ciruelo de jardín”, se entusiasma Eduardo.
“Hoy vendemos nuestro producto entre conocidos, personalmente a locales y en ferias regionales, que también son una oportunidad de conocer a otros productores. A la gente todavía le cuesta incorporarla a su alimentación diaria, por eso hay que difundir más las bondades de la miel y de los otros productos de la colmena que son beneficiosos para la salud, además de ser ricos”, se despide.
Saludos. Buenos artículos…..soy Germán Álvarez rivera. De la República Dominicana