En los últimos años creció la demanda de la población por conocer más qué contienen los alimentos que se consumen. También hay más interés por saber cómo se producen.
La tendencia arrancó en países del primer mundo, pero también está haciendo pie en la Argentina. Hay sectores sociales que están más atentos a qué comen, en qué cantidades o momentos del día y a cómo se produjeron esos alimentos. En este lógica, esas dietas van incorporando el consumo de suplementos minerales y de probióticos, con el fin de mejorar la biota intestinal y de este modo prevenir enfermedades.
De a poco esa tendencia en la alimentación humana también se van extendiendo hacia la producción agropecuaria, es decir que bajan un escalón. Las exigencias de los consumidores, pero también la resistencia de malezas y bacterias a los insumos químicos y los antimicrobianos, llevó a cambios en el manejo de los campos y a buscar respuestas en el uso de insumos de origen biológico.
Algo similar está sucediendo en la formulación de alimentos balanceados para la producción de carnes y la ingesta de mascotas.
Una de las empresas que lidera ese proceso en la Argentina es Abiotec, que se dedica a desarrollar probióticos para la industria de animales de cría intensiva. Los productos que ofrecen se incluyen en las dietas de aves, cerdos, mascotas e incluso en la producción de camarones.
Eitel Peltzel Meschini, directivo de la empresa, dijo que estas bacterias vivas, los probióticos, “generan bienestar intestinal en los animales que el humano termina consumiendo” al tiempo que “producen mejoras en todo lo que son los costos productivos”.
¿Por qué alivian los costos? “Porque vos pasas a tener una baja en la mortandad, una mejora en las ganancias de peso, una mejora en la conversión alimenticia. Entonces, todo eso te permite mejorar tus costos. Obviamente todo esto tiene un disparador que es la demanda de la sociedad. La gente empieza a tener un conocimiento distinto de lo que come, porque definitivamente uno es lo que come”, contextualizó.
Según esta visión empresaria, la incorporación de estos insumos mejora el rendimiento económico de los animales, lo que es un dato muy importante en actividades de mucho volumen y baja renta por unidad producida. También mejora la sanidad, lo que a por otro lado reduce el gasto en productos veterinarios como los antibióticos. Así que incide finalmente en el costo de producción y a su vez en dar respuesta a las demandas de los consumidores.
“El uso indiscriminado de antibióticos genera un montón de perjuicios. La idea es hacer un uso racional de los mismos y eso se logra con la incorporación de probióticos en las dietas”, explicó Eitel a Bichos de Campo.
Luego agregó: “No se puede dar indiscriminadamente antibióticos a todo un lote o a toda una tropa porque hay algún animal enfermo. El uso rutinario de estos productos baja la carga patógena y entonces se puede distinguir al animal que tiene un problema de salud, se lo puede apartar para su tratamiento y luego vuelve a la tropa. Si uno tiene un plantel de 100 animales no se puede tratar a todos de forma indiscriminada”.
Según el investigador, en cambio, el uso de probióticos tiene efectos económicos contundentes en la producción de carnes. “Los animales se enferman menos porque parte de las bacterias que nosotros administramos a través del alimento tienen el efecto de inhibir patógenos, modular la microflora intestinal, mejorándole la absorción de nutrientes”.
“Al estar más sanos hay menos mortandad. Al tener una mejora en la absorción de nutrientes se llega al mismo peso consumiendo menos alimento o, dicho de otro modo, con la misma cantidad de alimento llego antes al peso deseado, lo que me genera un ahorro por mejoras en la conversión. Lo que se busca es mejorar los indicadores productivos”, indicó el directivo de Abiotec.
De acuerdo a las estadísticas que manejan en la empresa con este tipo de novedosos ingredientes en las mezclas se han logrado mejoras de 15% en la conversión de alimento en carne, la ganancia de pesos se redujo ente 20% y 30% y la tasa de mortandad bajó 20%.
Peltzer Meschini contó que hasta hace pocos años los más permeables en a introducir estos insumos en el sector porcino eran productores medianos o chicos de hasta 500 madres, lo que es razonable teniendo en cuenta que para modificaciones en la dieta en establecimientos de gran volumen de producción tienen impactos también grandes. La dinámica de estas empresas es otra.
Pero en el último tiempo y luego de que se fue corriendo la voz sobre sus efectos y se obtuvieron más datos duros, estadísticos, sobre sus beneficios, se fueron sumando criadores de mayor tamaño.
“Hoy estamos transversalmente en todo el tamaño de las granjas porcinas en particular. La industria avícola es totalmente distinta, está integrada, ahí los volúmenes son muchísimo más grandes y lo están usando también. Hoy el productor ya está concientizado de que tiene que ir por ahí. Le guste o no, tiene que ir por ese tipo de productos, tiene que ir por una baja en el uso de antibióticos de forma rutinaria y tiene que ir hacia la eficiencia. No queda otra porque el mundo requiere eficiencia”.