La producción de huevos tuvo un muy buen 2024, con crecimiento en los planteles de ponedoras, en las ventas al mercado interno y también en mejores expectativas para la exportación.
Todo esto apalancado en gran medida en los bajos precios de los granos, y el “subisidio” que reciben los avícolas por los derechos de exportación sobre maíz y soja. Pero sin dudas también jugaron las inversiones y la mejora en la eficiencia de los establecimientos productivos.
Javier Prida, presidente de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia), evaluó: “el 2024 fue un año muy bueno. Aumentó la oferta de huevos porque el consumidor aceptó el producto y realmente eso nos permitió estar con niveles de producción récord históricos en la Argentina”.
En ese sentido preciso que “pasamos de 53.1 millones de gallinas en postura a 58.5 millones, con un crecimiento de un poquito más del 10%. Y realmente otro factor que nos ayudó a mantener los precios y a ser competitivos fue la baja del precio del maíz y de la soja”.
El crecimiento en el n{umero de gallinas en producción da cuenta de las apuesta de los empresarios en la actividad que se ve incentivada por la mayor demanda interna.
Por otra parte, la caída de los precios internacionales de los granos y por las retenciones que rigen en la Argentina, les permitió a los avicultores tener rentabilidad pese a no obtener subas de precios que se ajusten a la inflación.
“La inflación de 2024 ronda el 120% pero el huevo no llegó a subir el 80%”, dijo Prida, quien agregó: “El parque productivo creció 10,17% y la oferta de huevos creció un poquito más porque a medida que nosotros vamos creciendo en tecnificación, logramos más huevos por área alojada y eso te permite tener mejor rendimiento, mayor eficiencia y crecer en el volumen productivo”.
Según esta mirada, ese incremento en la oferta de huevos y en la eficiencia de los establecimientos es consecuencia de la reinversión continua en el sector. “El productor es muy de reinvertir, entonces cambia los galpones, cambia los sistemas productivos, se compra una clasificadora de huevos, después se compra una selladora, amplía, crece en niveles productivos. Realmente todo esto juega a favor de todo el mundo, juega a favor del país, juega a favor del consumidor y juega también a favor del productor, que se hace más eficiente”.
Lo que esperan los productores de huevos es que el 2025 sea tan bueno como el año que se fue, aunque advierten que hay “ciertas preocupaciones” en el horizonte.
Si bien la demanda interna viene incorporando cada vez más este producto en su dieta por las características nutricionales y la versatilidad culinaria, su consumo ya está en niveles altos y en tanto no mejore la capacidad de compra del salario se teme que haya más dificultades para el traslado a precio de los costos del sector que de revertirse el escenario de precios internacionales tenderían a aumentar.
Por otro parte, para crecer el sector apuesta fuerte a incrementar sus exportaciones, pero eso va a depender no solo de la competitividad local, que está dañada por la política cambiaria, sino también de que no ingresen al país enfermedades que den por tierra con la posibilidad de hacer negocios con el extranjero.
Hace rato que las empresas nucleadas en Capia trabajan en una mejor inserción internacional del huevo. Ya tienen 50 mercados abiertos que quieren atender de forma continua y no fluctuante como sucedió en la última década.
“En 2024 crecimos el 60% en exportaciones desde un volumen bajo que significó el 3,5% de la producción nacional. Aspiramos a colocar en 203 el 8% de la oferta total en el mercado mundial”, dijo Prida.
En tal sentido destacó que “tenemos mercados muy dinámicos como Japón, Rusia, Sudáfrica y la Unión Europea. También tenemos exportaciones a Chile, a Perú, a Colombia, a Venezuela, a Cuba. Después tenemos mercados abiertos como Laos y Camboya, pero los que tienen peso específico son Rusia, Japón, la Unión Europea, Sudáfrica, Colombia”.
Además, apuestan fuerte al crecimiento de la venta a países africanos: “es un continente cada vez más poblado y la venta de huevo en cáscara a esos destinos es una posibilidad cierta en el futuro ya que cada vez necesitan más proteínas de origen animal y los tenemos enfrente, prácticamente están enfrentados los continentes”.
Una situación que podría impactar de forma negativa en el sector es la quita de retenciones a los granos que el año pasado mejoró la ecuación económica de estas empresas.
Al respecto sostuvo: “Eso ya lo hemos vivido en el año 2016-2017 y entonces hemos trabajado como se pudo. Nosotros entendemos que, si se da esa baja de retenciones que realmente reclama el sector agropecuario, que es un reclamo justo, se debería dar también una baja en algunos impuestos que terminan distorsionando el costo productivo, el costo argentino”.
Y agregó: “Estamos pidiendo que nos bajen el IVA; ingresos brutos, tasas de seguridad e higiene en los municipios, Si es así, bienvenida la baja de retenciones, pero tiene que haber una baja que sea transversal a todas las producciones para poder seguir siendo competitivos a nivel global”.
Otro fantasma en el horizonte del sector es la difusión de la influenza aviar que está afectando a la producción de genética en el hemisferio norte. Esa caída en la oferta de gallinas podría condicionar el crecimiento de la producción este año, que sería de entre 2,5% y 3,5%, bien por debajo a lo alcanzado en 2024 y debido a la menor disponibilidad para el reemplazo de planteles de ponerdoras.
“En el hemisferio norte, la influenza aviar está haciendo desastres y está viniendo la migración al hemisferio sur. No sabemos qué va a pasar con la influenza aviar, porque vos podés tener una proyección de crecimiento, pero te agarra la influenza aviar y te tira los números al diablo. En Estados Unidos ya sacrificaron el 14% de los animales en seis meses. Es una locura”, alertó Prida.