Lucas Gonzalo López es un productor agropecuario nacido en la pequeña localidad de Carlos María Naón, en el partido de 9 de Julio, al centro norte de la provincia de Buenos Aires. En toda la región donde desarrolla sus trabajos, se dice de él que es un productor particular, porque supo hacerse bien de abajo y hasta hoy no cesa de investigar y de crear nuevas formas de producir y de agregar valor a sus producciones.
Él dice necesitar que su mente esté ocupada con algo que lo incentive, con algún nuevo desafío. Se le nota su personalidad de inventor, y como tal, es multifacético. Tiene un hijo, Alejo, de 12 años, que cursa la secundaria en dicha localidad.
Cuenta Lucas que su tío abuelo, al ver la cantidad de cosas diferentes que él había aprendido y en las que incursionaba con apenas 30 años de edad, le decía: “Parecería que vos ya tuvieras 90 años”. Hoy, con 41 años de edad, lleva el apellido de su madre, que siempre tuvo local de ropa en su casa de Naón. Se crió con ella hasta los 9 años y luego, con su abuela Elba donde estaba el taller mecánico de su abuelo Julio y de su tío Aldo, de autos, motos y tractores.
Cuenta que cuando era chico, éste último le daba a reparar los motorcitos Villa, de las máquinas de pasto, o las cubiertas de los autos pequeños para que se entretuviera y aprendiera a ganarse sus pesos.
Siendo adolescente, Lucas hizo un curso de técnico en refrigeración por correo y comenzó a hacer trabajos. Al terminar el colegio secundario se fue a Buenos Aires a estudiar Electromedicina en la Universidad de San Martín (UNSAM). Mientras había la carrera, volvía los fines de semana a Naón y hacía trabajos de electricidad industrial. Así llegó a construir un equipo de congelamiento de arándanos para una empresa de Tucumán.
Lucas se recibió, pero nunca se dedicó a la Electromedicina, sino que el destino le tironeó su alma hacia el trabajo rural. Es que sus abuelos maternos, Julio y Elba, tenían cada uno su campito. Julio manejaba los dos, criando unas 45 vacas. A Lucas siempre le gustaba acompañarlo. Luego su abuelo falleció y Elba, que hoy goza de 91 años, decidió alquilar sus 23 hectáreas y las 20 de Julio. En el tiempo que Lucas estudiaba en Buenos Aires empezó a pedirle a su abuela que lo dejara manejarlos a él. Pues la convenció y así lo hizo ella.
Dialogamos con él:
-Contanos cómo empezaste a trabajar esos campos.
-Decidí sembrarlos, pero como no tenía máquinas, les pagaba a los contratistas con mi mano de obra, haciéndoles trabajos de electricidad en sus plantas de silos. Aquella gente me ayudó mucho, fue muy buena conmigo y siempre les estaré agradecido. Aún conservo mi primer tractor Fiat modelo 1960 con el que empecé en 2001. Completé con una sembradora GX de 4 metros de ancho. Luego alquilé 67 hectáreas a una vecina. En tres años, ya alquilaba 200, y este año he llegado a alquilar 3500 hectáreas.
-¿Qué sembraste y cómo creciste tanto en tan poco tiempo?
– Arranqué con monocultivo de soja y tuve la suerte de que se pagaban 600 a 700 kilos de soja la hectárea de arrendamiento, lo que me permitió capitalizarme. Además de que no había tantas malezas como hoy, ni hongos, y el clima era más estable, no había ni tantas lluvias extremas, ni tantas épocas de sequía extrema. Otro factor de suerte fue que cosechaba a 10 o 20 o 30 dólares más que cuando sembraba. Tuve mucho viento de cola favorable. Abrí mi cuenta en el Banco de la Provincia de Buenos Aires y luego en el Banco Galicia.
-¿Hubo algún otro factor?
-Sí, además siempre me gustaron los cálculos financieros, desde la base de la física y la matemática, y hoy considero que este aspecto es tan importante como la parte productiva. Porque podés ser muy bueno en una parte, pero si sos malo en la otra, no vas a prosperar. Eso sí, el sistema bancario me ayudó mucho con los créditos y yo nunca le fallé. En los años de seca tuve que ajustarme y los Bancos me renovaron las carpetas con rapidez.
-Contanos qué hacés en lo financiero.
-Hace tres años que vengo haciendo operaciones con dólar futuro. A veces lo hago con los insumos. Para esto leo mucho y consulto a quienes saben más que yo. Nunca tomo decisiones solo. Puedo dejar de ganar, pero no pierdo. Ahora estoy investigando opciones de bolsa. Desde 2002 trabaja conmigo el ingeniero agrónomo Carlos Etulain, que además es mi amigo y me ha ayudado mucho.
-¿También hacés ganadería?
-Hace unos años alquilé un campo a 6 kilómetros de Naón y arranqué con 37 vacas de cría. Hoy tengo 997 cabezas: 660 vacas, 170 vaquillonas para entorar, y algunas para parir. El resto, son novillos y terneros. Hago feed lot, no compro animales, sino que hago el engorde de mis propios terneros. Trato de agregar valor a todo lo que pueda.
-¿Por ejemplo?
-Hace dos años que vengo haciendo pruebas, en un campo propio y en uno alquilado, intentando producir forraje en suelos salinos-sódicos. Mi desafío es producir en una tierra blanca de sal. Tengo unos ocho ensayos con algunos bacilos, con labranza profunda de dren topo, con fertilizante orgánico de Leonardita, con un compost sacado de algunas montañas, que tienen bacterias benéficas y Humita. Hago una prueba en un suelo totalmente improductivo, con más de 28 de conductividad eléctrica.
-¿Cómo te vienen dando los resultados?
-Tuve una prueba fallida: planté demasiado hondo la semilla de acelga, con un error de 5 milímetros, y con una lluvia de 80 milímetros se compactó la tierra y no me nació. Tengo pruebas con cebada negra y muchas con agropiro. Hice curvas de nivel con el dren topo, con maíz que sembré en un suelo ganadero, con lomas altas y bajas, con mucha diferencia de altura, y ahora espero ver el final de la película, cuando coseche el año que viene. Uso semillas convencionales y les busco aplicar productos biológicos o químicos para vencer la resistencia o la salinidad del suelo. Es complejo producir en éstos, pero nuestro país tiene mucha superficie sin explotar a causa de la salinidad.
– ¿Y en la parte agrícola?
-Todo lo que es agricultura, lo manejo a no más de 70 kilómetros a la redonda. Desde 2010 tengo máquinas propias para trabajar. Hoy tengo cinco camiones, doce tractores y dos cosechadoras, una chica y una New Holland, con plataforma drapper de 40 pies. Me entretengo haciendo los alternadores y los burros de arranque de mis máquinas, como también los aires acondicionados de mis tractores y cosechadoras. La rutina me aburre, creo que si me quedo quieto, me muero. Los demás me miran y piensan que estoy loco, porque no paro. Y siempre necesito plantearme nuevos desafíos.
-¿Como cuáles?
-En 2009 contraté a un soldador y con rezagos de los desarmaderos, me puse a fabricar una aceitera de soja y girasol por extrusado y prensado, aunque nunca la usé para el segundo cereal. Yo diseñé y construí los tableros eléctricos. En la actualidad hago poco, pero tiene capacidad operativa para 26 toneladas diarias. Lo que pasa es que actualmente, el negocio no da. El 70% lo destino al feed lot y a las vacas de cría. El otro 30% lo vendo afuera.
-¿Tenés empleados?
-Sí, cuento con gente con muy buena actitud y dispuesta a seguir lo que me proponga, trato de que ellos estén bien y cómodos, hacemos un buen grupo de trabajo. Mi compañera, Yanina, me maneja la administración y eso me permite estar más en el campo, o reparando la maquinaria.
-¿Por qué decís que sentís que no encajás en esta sociedad?
-Me crié con gente grande, de antes, con otros valores diferentes a los de ahora, y no me adapto al mundo de hoy. Creo que socialmente estamos enfermos, porque en vez de hacer las cosas por amor propio o autosuperación, las hacemos por la plata o por celos o envidia, o compitiendo a ver quién llega más alto o primero. Yo no tengo tiempo para estar viendo qué es lo que están haciendo los otros. Y fíjate: que cuando yo era chico, Naón tenía más de 500 habitantes. Hoy tiene 250 habitantes y muchas casas vacías en los campos, pero no deja de ser un pueblo muy bien cuidado y con mucha vida.
-¿Tenes algún sueño?
-Sí, conservar todo lo que logré, y ver a mi hijo, compartiendo y manejando esto, aunque todavía no logro que se interese, cada vez que lo invito para mostrarle mi trabajo, me esquiva y me dice: “todavía soy muy chico para eso, papa”.
-¿Tenés algún hooby?
-Me encanta el de tiro a la hélice y al plato. También conservo las ganas de salir a cazar perdices, que por el trabajo no he logrado hacerme tiempo, pero pienso retomar. Y además, me apasionan las carreras de autos y de karting.
-¿Qué otro recuerdo tenés de tu niñez?
-El taller de mi abuelo, donde armábamos autos de carrera y me encantaba ir a verlos correr. Recuperé una Chevy de mi tío Aldo, que es uno de los autos que él corría, y poder tenerlo otra vez me emociona mucho.
-¿Se te ocurre alguna frase reflexiva a esta altura de tu vida, de tanto trabajo?
-Sí, mi experiencia y mi conocimiento es lo que nadie me va a quitar, y eso es lo que me quiero llevar para siempre.
Le hemos querido dedicar a Lucas y a su familia, la milonga “Contra el viento” interpretada por Héctor del Valle, con música de él mismo y letra de Pedro Risso.
Muy buena nota muchas gracias por dejar conocer a este GRAN TIPO ,DESPUES HABLAN Q LA MERITOCRACIA ES MALA …acá tienen un pibe con valores ,Q SE EDUCO CON SU TIO Y ABUELO , Q ESTUDIO PARA SABER MAS Y MAS , A SU ABUELA Q LE HIZO CASO PARA Q EL TRABAJE SUS TIERRAS , Y LO MEJOR SU FORMA DE PENSAR SOBRE NUESTRO HOY ….LUCAS QUIZAS NUNCA LEAS ESTAS PALABRAS TE ENVIO UN GRAN ABRAZO Y MIS FELICITACIONES POR TUS LOGROS …VAMOS POR MAS
Muy buen artículo. Ayuda en estos momentos de falta de motivación y donde la vuelta al campo sería una gran ayuda en un país marcado por la depresión. Además conozco la zona donde hace muchos años trabajé haciendo guachera e inseminación artificial en un tambo cerca de Naon. Es un artículo motivador.