La entidad que agrupa a las principales industrias aceiteras brasileñas (Abiove, que es el equivalente a la argentina Ciara) acaba de actualizar las proyecciones del balance de oferta y demanda del complejo sojero con un dato que generó sorpresa.
La producción brasileña de aceite de soja en 2025 fue estimada en 11,5 millones de toneladas versus 11,0 y 10,7 millones en 2024 y 2023 respectivamente.
Sin embargo, el crecimiento de la producción de aceite de soja no alcanza a seguirle el ritmo al aumento de la demanda interna, el cual está motorizado por la política estatal de promoción de uso interno de biodiésel.
Por tal motivo, Abiove estima que el año que viene Brasil tendrá que importar nuevamente al menos 150.000 toneladas de aceite de soja, al igual que este año, lo que representa un cambio estructural respecto de las importaciones marginales realizadas hasta el año 2023.
El abastecedor natural de aceite de soja de Brasil es la Argentina, no sólo por cercanía, sino además por disponibilidad; después de todo, su vecino del sur el primer exportador mundial de aceite de soja.
Vale mencionar que tales proyecciones se realizan en base al supuesto de una cosecha brasileña récord histórica de soja en 2024/25, la cual es prevista en 167,7 millones de toneladas versus 153,3 millones este año. El último máximo se registró en 2023 con 160,3 millones de toneladas.
Por otra parte, Brasil –también debido al mayor consumo local de biodiésel elaborado con aceite de soja– está resignando oferta exportable del commodity. Y eso sucede en un escenario caracterizado por un balance global ajustado de aceites vegetales.
La contrapartida del crecimiento de la molienda interna para elaborar aceite es un aumento de la oferta disponible de harina de soja, el cual debe volcarse hacia mercados externos para competir “palmo a palmo” con el producto argentino.