Cuando se habla de las formas de producción en el noroeste bonaerense, muchos coinciden en que actualmente abundan los sistemas mixtos, donde ha ganado terreno la agricultura intensiva. Sin embargo, históricamente ese fue un territorio que se caracterizó por la ganadería, una actividad que está volviendo a tener mayor presencia, pero bajo la modalidad del engorde a corral, a pesar de experiencias de ciclo completo.
En este ir y venir, los productores han tenido el privilegio de contar con la asesoría de la Estación Experimental del INTA Villegas que ante el avance de los feedlots, ha tenido la misión de hacer que en los establecimientos, además de trabajar para ser rentables, se piense también en producir de forma amigable con el medio ambiente.
De eso dio cuenta la investigadora Mirian Barraco, integrante de esa experimental, quien indicó que el trabajo se basó fundamentalmente en tratar de preservar los recursos naturales.
“Nosotros tratamos de convencer a los productores de que cuiden los recursos naturales que tenemos acá, como por ejemplo el suelo, porque en definitiva es la base para la producción. Por otra parte les enseñamos a cuidar nuestras napas. En el oeste bonaerense tenemos parte de agua buena y otras con un agua con mucho contenido de sales. Entonces, muchas veces, cuando se establecen feedlots con gran cantidad de animales y se hace un consumo muy excesivo de la napa, ¿esa napa se saliniza”, explicó Barraco a Bichos de Campo.
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En este sentido la investigadora destacó que si bien en la zona no es posible tener cultivos bajo riego, porque se depende mucho de las lluvias para tener un buen caudal de agua, los productores ganaderos deben racionar el número de cabezas en función de sus reservas acuíferas.
“En el caso de los feedlots, si tienen muchos animales encerrados, el consumo de agua para la bebida es muy alta. Entonces hacemos hincapié en evaluar la calidad del agua para que no se salinice. En caso de que se salinice, hay que hacer otra perforación y buscar el agua. Nosotros no nos enfocamos solamente en el aspecto económico, sino que tratamos de inculcarle al productor que sea lo más ambientalmente saludable”, precisó Barraco.
Por más que en la zona hayan aumentado este tipo de establecimientos ganaderos, Mirian remarcó que varían las escalas entre los productores. Y si bien está el caso de La Criolla, un feedlot modelo ubicado en la localidad de América, donde se encierran más de 20 mil cabezas, también existen otros establecimientos donde se encierran hasta 300 animales. Aún así, con ambos tipos de productores se insiste en aprovechar todos los subproductos, aspecto donde reutilizar el estiércol se vuelve una prioridad.
“Nosotros sabemos que dentro de los corrales se genera una gran cantidad de estiércol, que si no se saca se llena de barro y el animal no está cómodo. Eso termina siendo negativo desde el punto de vista económico y hasta para el mismo bienestar de los animales. Por eso lo que nosotros estamos haciendo con esa bosta es abono orgánico para los suelos”, explicó.
Sobre la tecnología a emplear, el alcance de cada productor y el papel del INTA para reducir la brechas y eficientizar los recursos, detalló: “En general, el productor agrícola argentino es un productor bastante tecnificado a nivel mundial. Pero también tengamos en cuenta que hay diferentes escalas de productores. Nosotros como institución pública tratamos de colaborar para que independientemente de la escala, el productor pueda tener un negocio que le permita subsistir en el tiempo”.
Y añadió: “Entonces, muchas veces los establecimientos de punta, con mucha tecnología, nos permiten a nosotros generar información para después extrapolarla a un productor, que tiene menos recursos financieros y no puede acceder a comprar un removedor de estiércol o un aparato que se lo esparza”, dijo la investigadora.
-¿Se pensó alguna vez que era posible hablar de sostenibilidad en un feedlot?
-Sí. Por más que todo lo que significa intensificar genera un conflicto, y exista el miedo de la sociedad de que las producciones tan intensivas contaminen, hay que tratar de demostrar que se puede producir bien cuidando el medio ambiente.
Al respecto, la investigadora relacionó las practicas que promueven para que finalmente puedan convivir en armonía la comunidad y los feedlots: “Generalmente cuando hay muchos animales encerrados, tanto en feddlots como en tambos, hay olores, moscas, que se perciben desde la localidad cercana. Pero hay estrategias de manejo de plagas al interior de los establecimientos para que no se generen tantos olores. Se hace cortinas forestales, porque todo lo que es vegetación contribuye a mejorar el paisaje y reduce la presencia de olores. Hay un montón de cosas que se pueden hacer tratando de no afectar a los vecinos”.